El matrimonio es bello en todas sus etapas si se vive en presencia de Cristo, es una aventura
compartida por dos en la vocación de permanecer unidos para siempre. Desde el comienzo hasta el final, cada matrimonio es representación del amor de Dios en medio de dificultades y alegrías.
MARÍA Y JOSÉ
«En la Iglesia y en la Fe hemos encontrado la Vida»
María y José llevan casados 25 años y son padres de 9 hijos, contrajeron matrimonio “en tiempos de Juan Pablo ll” cuando como jóvenes cristianos “redescubrimos la Iglesia y la Fe de nuestros padres en nuestra generación”.
Pertenecientes al Camino Neocatecumenal de Córdoba, aseguran que “en la Iglesia y en la Fe hemos encontrado la Vida, hemos crecido nosotros y nuestra
familia, con toda su verdad y belleza”. Para ellos, asistidos por los sacramentos y el magisterio, hacer Camino en una comunidad cristiana les ha conducido al encuentro de hermanos “que son apoyo en las dificultades y compañeros de alegrías”.
PACO Y MELI
«El Señor no nos ha dado hijos, pero sí tiempo para servir»
Paco y Meli se conocieron cantando en el coro rociero que tenía la Hermandad del Buen Suceso de Córdoba en los años 90. Nueve años después, se casaban en la Iglesia del Juramento de San Rafael de Córdoba porque la sede canónica de su hermandad, San Andrés Apóstol, estaba en obras. Ya cuentan treinta años juntos. Ellos definen su matrimonio como una vocación que hace de su unión “una verdadera Iglesia doméstica: así lo sentimos y vivimos; no sólo cuando nos unimos rezando, sino durante todo el día”.
Desde que empezaron a ser novios tuvieron claro que querían recorrer un camino juntos para alcanzar la “la consagración de nuestra unión matrimonial ante los ojos del Señor”. Y se pusieron en camino sin saber lo importante que es para un matrimonio tenerlo “a nuestro lado” ante las vicisitudes de la vida.
Hoy ocupa un lugar primordial en nuestra vida, afirman y su Amor hace “de pegamento, es uno más en casa, está presente en todas las decisiones que tomamos y en todos los aspectos del día a día. Somos muy afortunados”, aseguran.
Estaba en sus planes formar una familia con hijos y “cuando no vienen, el reto es superar esta decepción personal y apoyarse mutuamente para superarla” en este desafío estuvieron acompañados por su entorno familiar y de amistades y se dejaron guiar por el Señor. Encontraron el camino del servicio a la Iglesia y así “fuimos descubriendo que el Señor no nos ha dado hijos pero sí tiempo que vamos utilizando en muchas variantes: como Catequistas de Confirmación de adultos y componentes del Grupo de Matrimonios de San Andrés; en nuestra Hermandad del Buen Suceso; como componentes del Coro de Beato Álvaro; y sobre todo, en atención a nuestras familias y amigos cuando nos necesitan”. Todo hace que su unión sea cada vez más fuerte y sólida. Veintitrés años después de su boda, la vocación de servicio de este matrimonio completa
sus vidas ante la falta de hijos.
ANTONIO Y RAFI
«No vamos por nuestra cuenta, vamos de la tuya»
Antonio y Rafi van siempre cogidos de la mano una imagen que simboliza la unión amorosa y la necesidad de apoyo que necesita la mujer ahora que el paso del tiempo ha dejado su huella. Este matrimonio veterano se asienta en tres principios básicos para caminar sin tropiezos, asegura Antonio: arraigadas convicciones cristianas, trabajo y familia.
Es el resumen de una dilatada convivencia no exenta de dificultades en los inicios cuando “en los primeros años de matrimonio los modos y las costumbres tienen que adaptarse el uno al otro y hay puntos de fricción”. Son momentos en que la pareja puede plantearse soluciones radicales, en su caso la solución estaba muy cerca, Antonio y Rafi han tenido presente siempre su promesa de amor eterno y aceptaron muy pronto que “no vamos por nuestra cuenta que vamos de la tuya”, una vez puestos en las manos del que iluminó el Sacramento, la vida continúa.
El matrimonio tiene dos hijos y ahora recuerda el inicio de una relación que surgió de la amistad y se fundó en una educación basada en la caridad cuando los hijos llegaron. Antonio recuerda la consigna dada en casa a favor de los más necesitados, “para prestar ayuda debes estar tú”, así crecieron juntos invocando cada día la constancia y el trabajo para hacer de su unión llena de ejemplo desde hace cuarenta y ocho años.
FRANCISCO Y RAFAELA
«En Perú vimos la fe de quienes no tienen nada»
En este matrimonio cordobés, la fe los ha conducido a comprobar la importancia de ayudar a los demás. Miembros activos de una ONG, emplean su tiempo activamente en desempeñar las tareas más diversas y apreciar en todas ellas la presencia del Señor.
Amor y respeto fundamentan entre matrimonio que un día se fue a Perú para ayudar a quienes lo necesitaba con urgencia. Viven volcados en los demás y su acción para ellos representa siempre una vivencia maravillosa. “Allí vimos lo que aquellas personas creían en Dios sin tener nada, lo que se respetan y lo que se dan, algo que no se puede contar con palabras, es algo inmenso”, asegura Rafaela que ahora dedican todo lo que tienen a los demás.
BORJA E INMACULADA
«Queremos un matrimonio para toda la vida»
Hace menos de una semana, Inmaculada y Borja se casaron en la Parroquia de San Francisco y San Eulogio de Córdoba. Desde Valencia hasta Córdoba se tendió un puente firme con un noviazgo donde el “Señor ha ocupado un lugar central”. Rezar juntos, participar en la eucaristía ha desembocado en un matrimonio cristiano para ser “algo de tres en adelante”.
Afronta el matrimonio con realismo porque saben que las dificultades aparecerán pero tienen a certeza de la compañía segura del Señor, “estará ahí para ayudarnos”, dice Borja mientras Inmaculada defiende su unión como un acto libre y responsable que ha llegado tras un noviazgo donde la castidad ha tenido mucha importancia, una decisión que los pone ante un matrimonio “creativo porque nos unimos para estar abiertos a la voluntad de Dios y aceptar libre y responsablemente los hijos que Dios nos dé que pueden ser muchos o ninguno”.
Para Borja, vivimos tiempos en que la mayoría de jóvenes no piensa que el matrimonio sea para toda la vida, “porque hay mucha gente que no conoce en profundidad el matrimonio cristiano”, reflexiona. Para ellos, el matrimonio es una llamada a la misión, igual que el Señor llama a la vida religiosa para toda la vida, “los esposos contraemos unos votos para toda la vida, lo que pasa es que esto es ahora una opción revolucionaria”. Ambos tienen confianza en el ejemplo aprendido, “estamos rodeados de matrimonios con mucho camino recorrido”, tercia Inmaculada, que tienen en sus padres y suegros el camino de matrimonios unidos: “nuestros padres llevan casados unos 45 años y otros 30, aspiramos a eso y para eso, tenemos que estar unidos a la Iglesia y con el Señor a pesar de todas las dificultades que nos puedan surgir. Queremos un matrimonio para toda la vida”.