La fe se fortalece DÁNDOLA
El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, será el encargado de presidir la misa de envío con la que dará comienzo la Misión en la Ermita del Santo Cristo de las Injurias el 17 de septiembre, a las 20:00 horas. El prelado se encargará también de presidir la misa de clausura el 24 de septiembre en la parroquia de San Juan Bautista, a las 12:00 horas, en la que se bendecirá la cruz de la misión como signo de conclusión.
La Iglesia llegará a casas, colegios e institutos para anunciar “el tesoro escondido por el que vale la pena darlo todo”. Gracias a este primer anuncio muchos “alejados” podrán conocer “el inmenso amor de Dios” que se manifiesta “en el Corazón de Jesús”, como ha manifestado Jesús Enrique Aranda, párroco de las parroquias hinojoseñas de San Juan Bautista y San Isidro Labrador. Jesús Enrique ha confirmado que las parroquias se vienen preparando para acoger la Misión, la “preparación más fuerte está siendo espiritual”. Cada día rezan en la misa y la Misión es “una de las intenciones desde hace meses”. Las primeras dos semanas de septiembre está previsto que esté el Señor expuesto durante todo el día en el convento de las Madres Concepcionistas porque, como recuerda Jesús Enrique, “las batallas de Dios se ganan de rodillas”. Asimismo, está también en marcha la preparación logística, de alojamiento, tareas y actividades.
La Misión tendrá lugar del 17 al 24 de septiembre en las tres parroquias de Hinojosa del Duque; San Juan Bautista, San Isidro Labrador y San Sebastián. La Delegación de Juventud, Cursillos de Cristiandad, Gaudium, Acción Católica, Adoración Nocturna y la Delegación de Familia y Vida son las delegaciones y movimientos que harán posible la realización de esta Misión diocesana. Casi un centenar de voluntarios, entre el equipo misionero diocesano y el equipo misionero parroquial estará al servicio de la Misión. Un buen equipo de sacerdotes, seminaristas, religiosas y laicos de distintas realidades de la Diócesis “escogido por el Señor como pobres instrumentos para su servicio” como ha destacado Jesús Enrique Aranda. El sacerdote diocesano ha asegurado que la Misión “será un momento de gracia que el Señor quiere derramar sobre el pueblo”.
Equipo misionero
El equipo misionero lo conforman un centenar de voluntarios de las distintas realidades que están participando en la puesta en marcha de la Misión, además de un grupo de sacerdotes, seminaristas y religiosas. Yolanda Muñoz, presidenta de Cursillos de Cristiandad en Córdoba, ha reconocido que se enfrenta a esta iniciativa “con mucha ilusión, esperanza y responsabilidad”. Yolanda ve que es una ocasión única “para llegar a todos”. El cursillista Jaime Benítez también se ha mostrado ilusionado de formar parte de esta aventura, “la ignorancia es muy atrevida” ha puntualizado y ha reconocido que la experiencia conlleva mucha responsabilidad.
Tanto el equipo misionero diocesano como el equipo misionera parroquial llevan meses trabajando en la preparación de la misión. Yolanda Muñoz ha explicado que ella, personalmente, se está preparando en primer lugar, espiritualmente rezando mucho por los frutos de la Misión; además se está formando con documentos relacionados con la evangelización.
La presidenta de Cursillos ha trasladado al movimiento esta iniciativa diocesana para que respondan a esta “llamada a estar en estado de misión”.
Los propios voluntarios serán los encargados de dar sus testimonios durante los visiteos a las distintas zonas de misión. Jaime Benítez espero “no estorbar” y poder aportar “su granito de arena llevando la alegría del evangelio a los misionados”. Por su parte, Yolanda espera que esta iniciativa sea “la primera de muchas” y que “seamos capaces de anunciar de forma alegre al pueblo de Hinojosa del Duque la pasión que Dios tiene por cada hombre y mujer”. La presidenta de Cursillos en Córdoba ha manifestado su deseo de que “el pueblo arda en amor de Dios”.
Unidos por Cristo en la misión
POR CARLOS JESÚS GALLARDO
Rector del Seminario conciliar “San Pelagio” y Coordinador de la Misión Diocesana en Hinojosa del Duque
La misión es, en primer lugar, una gracia de Dios. Es el Señor el que nos busca a cada uno y lo hace de múltiples maneras. Es Jesucristo quien nos impulsa al hermano para compartir la experiencia de la fe. San Juan Pablo II en “Redemptoris misio” decía que la fe se fortalece, dándola. Por ello la Misión es misión para todos. Tanto para el pueblo de Hinojosa que nos recibe, como para cada uno de los sacerdotes, religiosas y laicos que participamos en ella.
La estructura de la Misión es muy sencilla. Tiene momentos intensos de oración. Celebraciones litúrgicas, actos misionales dirigidos a distintas realidades: niños, jóvenes, matrimonios… y por supuesto la visita a las casas, residencias de ancianos y colegios. La visita es de singular importancia porque tiene como punto central el anuncio del Kerigma: Jesucristo ha muerto y ha resucitado por ti y hoy Él sale a tu encuentro, te busca, tiene deseos de tu amistad.
Para participar en la misión están convocadas todas las realidades de la Diócesis. En concreto las delegaciones de juventud, familia y vida, la Acción Católica, el apostolado de la oración, la escuela Gaudium, sacerdotes diocesanos, el seminario, distintas congregaciones religiosas presentes en la Diócesis, la Adoración Nocturna, las hermandades y cofradías… y por supuesto todo fiel que se sienta llamado a compartir la fe. Es la Diócesis entera la que se pone en estado de misión.
Nos estamos preparando a distintos niveles. Primero con la oración y el sacrificio, ofreciendo al Señor todo lo que está en nuestra mano para pedir que “venga su Reino”. En segundo lugar, todo esto requiere mucho esfuerzo por parte de todos. La logística, la organización de los grupos, el contenido de las catequesis, la distribución de las zonas para las visitas, el alojamiento de los misioneros que vienen de distintos puntos de la Diócesis, los cantos, la liturgia, los contenidos de los actos misionales y el lugar donde realizarlos… Todo esto se va llevando a cabo por distintas comisiones que coordinadas procuran prepararlo todo para este momento tan especial. Y por supuesto dejando que sea el Espíritu Santo quien sople y actúe a cada momento. Nosotros tenemos que preparar todo, pero sabiendo que es obra del Espíritu Santo. Tenemos que dejarle actuar y no confiar tanto en nuestras fuerzas. Queremos vivir todos en la misión a impulso del amor de Dios, del Espíritu Santo, en el Corazón de Cristo.
Oración por la Misión diocesana popular
Corazón de Jesucristo, tú eres el fuego ardiente de la caridad. Tú, el lugar donde descubrimos el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros.
Envíanos tu Espíritu Santo para que venga en nuestra ayuda. Danos un corazón renovado que sea abrasado en el fuego de tu amor.
Ábrenos a tu acción para que nos movamos al viento de tu Espíritu. Entra hasta lo más profundo. Derriba todo muro que nos separe del amor de Dios.
Que la Misión Diocesana en Hinojosa el Duque sea un momento de encuentro con la misericordia del Padre que hace nuevas todas las cosas. Que nos urja el amor a ir al encuentro de Cristo en nuestros hermanos. Haznos salir de nosotros mismos para vivir en Dios.
Madre mía Inmaculada, Estrella que anuncia un nuevo día, prepara tú el camino de un nuevo amanecer donde tu Hijo Jesús sea conocido y amado en este lugar. AMÉN.
«Corazones ardientes, pies en camino»
EL ENCUENTRO CON CRISTO EN LA PALABRA Y EN EL PAN PARTIDO ENCENDIÓ SU ENTUSIASMO
Para la Jornada Mundial de las Misiones de este año he elegido un tema que se inspira en el relato de los discípulos de Emaús, en el Evangelio de Lucas (cf. 24,13-35): «Corazones ardientes, pies en camino».
Aquellos dos discípulos estaban confundidos y desilusionados, pero el encuentro con Cristo en la Palabra y en el Pan partido encendió su entusiasmo para volver a ponerse en camino hacia Jerusalén y anunciar que el Señor había
resucitado verdaderamente. En el relato evangélico, percibimos la trasformación de los discípulos a partir de algunas imágenes sugestivas: los corazones que arden cuando Jesús explica las Escrituras, los ojos abiertos al reconocerlo y, como culminación, los pies que se ponen en camino. Meditando
sobre estos tres aspectos, que trazan el itinerario de los discípulos misioneros, podemos renovar nuestro celo por la evangelización en el mundo actual.
A lo largo del camino que va de Jerusalén a Emaús, los corazones de los dos discípulos estaban tristes — como se reflejaba en sus rostros— a causa de la muerte de Jesús, en quien habían creído (cf. v. 17). Ante el fracaso del Maestro crucificado, su esperanza de que Él fuese el Mesías se había derrumbado (cf. v. 21).
Entonces, «mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos» (v. 15). Como al inicio de la vocación de los discípulos, también ahora, en el momento de su desconcierto, el Señor toma la iniciativa de acercarse a los suyos y de caminar a su lado. En su gran misericordia, Él nunca se cansa de estar con nosotros; incluso a pesar de nuestros defectos, dudas, debilidades, cuando la tristeza y el pesimismo nos induzcan a ser «duros de entendimiento» (v. 25), gente de poca fe.
Hoy como entonces, el Señor resucitado es cercano a sus discípulos misioneros y camina con ellos, especialmente cuando se sienten perdidos, desanimados, amedrentados ante el misterio de la iniquidad que los rodea y los quiere sofocar. Por ello, «¡no nos dejemos robar la esperanza! » (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 86). El Señor es más grande que nuestros problemas, sobre todo cuando los encontramos al anunciar el Evangelio al mundo, porque esta misión, después de todo, es suya y nosotros somos simplemente sus humildes colaboradores, “siervos inútiles” (cf. Lc 17,10).
Quiero expresar mi cercanía en Cristo a todos los misioneros y las misioneras del mundo, en particular a aquellos que atraviesan un momento difícil. El Señor resucitado, queridos hermanos y hermanas, está siempre con ustedes y ve su generosidad y sus sacrificios por la misión de evangelización en lugares lejanos.
No todos los días de la vida resplandece el sol, pero acordémonos siempre de las palabras del Señor Jesús a sus amigos antes de la pasión: «En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33).
(Del Mensaje del Papa Francisco para el Domund 2023)