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Pidamos la capacidad de dar la vida

El Vicario General de la Diócesis de Córdoba presidió la eucaristía de acción de gracias que cada año se celebra en la Catedral con motivo de la Semana del Donante que programa el Hospital Reina Sofía de Córdoba, una oportunidad para reconocer la grandeza de la donación como medio de dar vida, algo que sobre lo que “tenemos la convicción de que Dios premiará su generosidad”, apuntó Antonio Prieto al inicio de su homilía, que abundó explicando que “cuando morimos, no podemos llevarnos nada a la otra vida de este mundo, en los bolsillos del alma solo podemos llevar las obras buenas que hacemos”.

En su alocución, el Vicario General de la Diócesis recordó el testimonio de un misionero que al llega a África visitó la tumba de su antecesor con un texto que quiso poner como ejemplo de la donación al otro que significa la vida cristiana: “lo que heredé, ya no lo tengo, lo que gané lo perdí; ahora solo tengo lo que di”. Así, “lo quedamos a los demás es lo que tenemos en la otra vida, la vida es un don que hemos recibido para guardarlo de manera egoísta sino para darlo a los demás”, dijo Prieto.

En el Evangelio, Jesús nos dice “el que guarda su vida, la pierde; el que la entrega, la recupera”  y en este sentido, -explicó- “el que da, la vida la gana” por eso el ejemplo de Cristo es el de dar la vida y así se muestra en la Pasión del Señor cuando repite “nadie me quita la vida, soy yo quien la da”, entonces al muerte no es un trance tan doloroso para el ser humano, sino un momento supremo de donación de la propia vida.

En la eucaristía de acción de gracias por el trabajo de la coordinación de trasplantes del Hospital Reina Sofía, el Vicario General quiso agradecer su trabajo al coordinador sectorial, el doctor José María Dueñas, al coordinador hospitalario, José Manuel Robles y la gerente del Hospital, la doctora Valle García, así como a todo el personal de enfermería y le transmitió su agradecimiento y admiración a todos porque “los milagros existen, y se dan en los hospitales casi todos los días”, añadió.

A los profesionales médicos dio las gracias por “salvar vidas, por vuestro servicio durante 24 horas, siete días a la semana” y abundó en la delicada misión de encontrar donantes de órganos, cuando no es fácil acompañar a las familias en los momentos más difíciles de la medicina intensiva. Continuó agradeciendo la labor investigadora y de las asociaciones de trasplantados subrayó la capacidad de ser “apoyo y esperanza” para tantas familias que esperan un trasplantes y a los que lo han recibido.

En la fiesta de la Visitación de María, Antonio Prieto, acudió al momento en que la Virgen atravesó cien kilómetros por un paisaje montañoso para visitar y atender a su prima Isabel, necesitada de cuidado tras quedar en cinta a edad avanzada. Esta imagen de la disposición a la protección sirvió al vicario General dela Diócesis para invitarnos a seguir al enseñanza de María a mirar al que lo necesita y hacerlo como Ella, que se “puso deprisa hacia la montaña, sin dejarlo para mañana; porque así es la caridad, solícita” .

ADOLFO DÍAZ, PROFESOR Y DONANTE DE SANGRE

«Es una forma muy buena de vivir la caridad cristiana»

Adolfo Díaz Gutiérrez es donante de sangre desde hace quince años. Con 27 años tomó la decisión que venía contemplando desde que tenía 18 años, cuando un amigo lo animaba a acompañarlo y él se resistía por evitar el pinchazo. Pero nueve años más tarde, quiso ver una invitación expresa al ver un autobús de donación donde se disponían a realizar la colecta. El vehículo frente a la ventana de su trabajo “fue para mí una señal”.

Recuerda que previamente se hizo un interrogatorio personal: “me dije a mí mismo ¿si no dono yo, quién va a donar? Era joven, sano, deportista, cumplía todos los requisitos y…”. Este autoexamen y el bus frente a su lugar de trabajo fue determinante y hoy acumula más de 40 donaciones.

Adolfo piensa en la persona a la que he salvado la vida a la hora de donar, “un acto sencillo, sin espectáculo, pero que gracias a él hay una persona que puede seguir viviendo”. Este tipo de donación tiene una gran importancia porque “la sangre no se puede fabricar”, reflexiona este donante para el que “es una forma muy buena de vivir la caridad cristiana”

Para él no se trata de un acto de solidaridad “para tranquilizar tu conciencia”, sino que significa dar a los demás por amor, “porque quieres lo mejor para ellos, aunque no los conozcas”.

Adolfo se siente acompañado como donante, “he comprobado que hay muchísima gente buena dispuesta a ayudar a los demás, asegura; la escasez que registran en ocasiones los bancos es producto de una escasa información más que de una falta de sensibilización de la sociedad. Él tiene experiencia en este sentido: “cuando le he explicado a algún amigo en qué consiste la donación y la necesidad que hay de donantes de sangre siempre he encontrado una respuesta positiva”. Este joven sigue adelante con su propósito de fomentar a donación de sangre porque «Siempre se recibe mucho más de lo que se da».

AURI JURADO MORATA, ENFERMERA COORDINADORA DE TRASPLANTES Y HERMANA DE DONANTE DE ÓRGANOS

«La Donación es una prueba de amor a los demás»

“No te lleves tus órganos al cielo, el cielo sabe que los necesitamos aquí”, con este lema trabaja cada día Auri como enfermera coordinadora de trasplantes del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, una dedicación que un día la obligó a compartir las dos vertientes de la donación de órganos. Cuando esta mujer decidió dedicar la vida a la enfermería nunca imagino que un día su capacitación profesional acabaría arrojándola a un primer plano como hermana de un donante de órganos.

Ella ha podido experimentar muchas veces el mismo dolor de las familias de los fallecidos cuando le toca interrogarlas sobre la decisión de la donación de los órganos y tejidos de un ser querido. “Realizamos la pregunta en el momento más doloroso y la decisión es realmente una prueba de solidaridad y amor a los demás”, resume al tiempo que reconoce que su trabajo resulta un privilegio porque poder transmitir el sí a la donación en medio del dolor de la pérdida a la familia que espera un órgano “es volver a nacer”. La familia receptora no olvidará nunca ese gesto de amor.

Auri, que es perfusionista y participa en la realización de trasplante cardíaco y pulmonar, ha vivido en las dos caras esta situación. Cuando su hermano murió, su familia partía de un conocimiento extraordinario sobre los trasplantes de órganos y tejido debidos a su trabajo como enfermera, había una alta sensibilidad hacia los trasplantes de órgano. Su trabajo la ha llevado a renunciar a reuniones familiares o abandonarlas para acudir al hospital ante una donación, algo que ha curtido la conciencia de todos. Así, cuando su hermano murió “nos lo puso muy fácil” y aunque fue doloroso, se reafirmó en la generosidad del donante al que le unía un vínculo tan íntimo. “Mi hermano era un ser muy generoso y ese  era su deseo”, y la decisión de donar sus órganos permitió a la familia paliar el dolor y afrontar el duelo. Para eso ha sido importante “hablarlo en familia y expresar nuestra voluntad”, concluye. Una experiencia de amor y dolor en una profesional para la que la generosidad es el principio  de un proceso que devuelve vidas.