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«Para que sean mis testigos» (Hch 1,8)

By 29 de septiembre de 2022Tema de la semana

Llega octubre misionero. El cuarto domingo de octubre se celebra la jornada mundial de las Misiones y el calendario reserva el 23 de octubre a la Iglesia católica, que ese día reza especialmente por los misioneros y colabora con las misiones, promoviendo el espíritu misionero.

Esta Jornada Mundial se conoce como Domund, "Domingo Mundial de las Misiones". Este año, el lema elegido es «Para que sean mis testigos» (Hch 1,8) , que nos ayuda a vivir la naturaleza misionera de la Iglesia y destaca “el carácter comunitario-eclesial de la llamada misionera de los discípulos”, asegura el Papa Francisco en su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones.

En esta mensaje, el Papa deja constancia de que “la identidad de la Iglesia es evangelizar” y señala la importancia en la trasmisión de la fe del testimonio de vida evangélica, como dejó escrito san Pablo VI cuando aseguró que «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio»

El Papa agradece en su mensaje a los misioneros el “ir más allá” sumergiéndose en culturas y lenguas lejanas para anunciar a Cristo hasta “los confines de la Tierra” porque, la Iglesia de Cristo “era, es y será siempre “en salida” hacia nuevos horizontes geográficos, sociales y existenciales, hacia lugares y situaciones humanas “límites”, para dar testimonio de Cristo y de su amor a todos los hombres y las mujeres de cada pueblo, cultura y condición social.”

Lee en este enlace el Mensaje completo del Papa Francisco con motivo del Domund

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2022

Pepe Aguilar: un misionero nómada para anunciar el Evangelio

Pepe Aguilar ha dedicado 46 años de su vida a la misión. Anunciar el evangelio y construir mejores condiciones de vida para los habitantes de vastos territorios de África han llenado años de esfuerzo y dedicación. Su trabajo por amor a personas con las que no compartía ni cultura ni idioma consiguieron atraer condiciones de salud y educación en países como Tanzania. Su vida al lado de tribus que no conocían a Dios ha dado sentido a su vocación misionera durante casi medio siglo. Criado en Fuenteobejuna, no ha olvidado sus raíces y en Córdoba ha encontrado, a través de la Fundación “La Arruzafa” la ayuda para enviar hasta allí auténticas expediciones sanitarias. Ha visto como personas ciegas recuperaban la luz, también la de alma

El lema de este año es «Para que sean mis testigos», cada cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo, nos dice el Papa en su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones, ¿somos conscientes de esta llamada?, ¿cómo cree que la llevamos a cabo en occidente?

El trabajo de la Iglesia en los países más pobres se ha apagado un poco en Occidente, todo se ha convertido en misión y eso ha ido en detrimento de las misiones ad extra. Donde el Evangelio no tiene raíces hay que fomentar la relación con los misioneros para hacer más vivo y visible el trabajo allí.

El Señor resucitado anuncia a sus discípulos adónde son enviados: “a Jerusalén, a toda Judea, a Samaría y hasta los confines de la tierra”. ¿Cuándo uno siente la llamada misionera que cualidades personales debe reunir?

Yo pienso que no hay nada especial. Hay que tener vocación y ser un poco “aventurero” e irte, sin saber adónde vas e ir; dispuesto, como una esponja, a llenarte de vida, cultura, idioma totalmente diferentes a lo nuestro. Hay que estar dispuesto a vivir la vida con ellos y aprovechar para anunciar el Evangelio, y sobre todo para salvar a la persona íntegramente. Junto a esta labor hay que promover el desarrollo: hay que dar de comer, curar, enseñar para que cada vez vivan más dignamente.

¿Cómo recuerda usted su primera experiencia misionera?

Ahora esa idea se ha vuelto romántica, pero no lo era. Me mandaron a trabajar con una tribu muy pintoresca en Tanzania, los masais, y me destinaron a una misión totalmente nueva, donde no había absolutamente nada, partíamos de cero. Inmediatamente tienes que aprender la cultura y, sobre todo, el idioma para poderte relacionar. Tienes que emplear mucho tiempo antes de poder empezar a anunciar el Evangelio. En concreto, a nosotros que fuimos unos cuantos misioneros espiritamos, nos costó cinco años para que uno de ellos quisiera recibir la catequesis. Mientras tanto, es duro encontrarte en una estepa, dura y seca, con poca agua, poca comida y comunicaciones malísimas. Fácil no es, pero fue precioso.

¿Con qué testimonios se ha encontrado?¿qué rostros y qué experiencias le ha marcado más?

Tras dieciocho años con los masais, trabajando de manera nómada, pude ver que aquella primera persona que nos dijo que quería ser cristiano, vino al conocer pequeño dispensario con algunas camas que habíamos construido. Una enfermera española, muy buena, lo había entendido y se había sentido tan bien que se preguntó “¿qué le pasa a esta mujer que están especial?” Alguien le dijo que era cristiana y él quiso ser como ella. Esto nos dejó un poco frustrado a los curas que lo habíamos intentado antes, sin embargo, aquel testimonio de ternura y bondad en la  acogida trasformó el corazón de este hombre.

Es duro encontrarte en una estepa, dura y seca, con poca agua, poca comida y comunicaciones malísimas. Fácil no es, pero fue precioso.

¿Cuáles son los proyectos impulsados por la labor evangelizadora y social que llevan a cabo los misioneros como usted en Tanzania?

A lo largo de 46 años que  he estado allí, ha habido momentos para todo: en la última misión, a la cual fui para tres años se convirtieron en 29 años. En este periodo, lo primero fue  promover la sanidad, era un territorio muy insalubre y se morían muchísimos niños. Construimos un pequeño hospitalito con la ayuda de Manos Unidas de aquí, que después se fue convirtiendo en un hospital con 70 camas, quirófanos y material de radiología. Por otra parte, comenzamos un instituto para chicas, porque estoy convencido de que el desarrollo parte de la mujer, que es la inculca estilos, maneras, nuevas cosas; educación en general. Nos decidimos por este centro y ahora hay más de 550 alumnas internas, que queremos que se empeñen en estudiar creándoles un estilo de vida. Empezamos de poco y ahora es puntera. Comenzamos en el año 2000 y tenemos alumnas y exalumnas que ya son profesionales que trabajan. Todo ello está acompañado del Evangelio, todo es Evangelio.

¿Qué papel cumplen los donativos recibidos en día del Domund para la ejecución de dichos proyectos?

Sin el donativo que recibimos todo es imposible. Yo puedo tener muy buena disposición y entregarme en cuerpo y alma a la hora de trabajar, pero una escuela y un hospital para pobres no funciona sin dinero. Para que puedan ser atendidos hay que pagar profesores y todo vale dinero. Las aportaciones que se dan para el Domund y distintas campañas son muy importantes y hay que esforzarse para compartir, a pesar de que estamos en crisis, porque hay muchas personas que están mucho peor que nosotros.

Ayuda que en Córdoba, usted ha sido capaz de canalizar a través de la Fundación La Arruzafa a través de verdaderas expediciones sanitarias en Tanzania. ¿Cómo lo ha hecho?

Ha sido una suerte enorme. Córdoba es muy solidaria, hay cantidad de profesionales de la medicina que están deseando estar allí 15 o 20 días y opera, curar. De manera muy especial hemos tenido a dos fundaciones, de un lado Urrafiqui y la Arruzafa, que ha hecho 15 expediciones de milagros, Operaban a personas de cataratas que  ya estaban ciegos. Entraban ciegos y salían viendo. Es una labor encomiable. De manera altruista y pagándoselo todo, se van cargados de medicinas para trabajar de sol a sol, para dar lo que ellos tienen.

Sin el donativo que recibimos todo es imposible. Yo puedo tener muy buena disposición y entregarme en cuerpo y alma a la hora de trabajar, pero una escuela y un hospital para pobres no funciona sin dinero

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MISIONEROS CORDOBESES EN

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PAÍSES

Los misioneros cordobeses llevan el anuncio del Evangelio “hasta los confines de la Tierra”. Ciento noventa y ocho de ellos desarrollan su misión en cincuenta y dos países distintos, muchos de ellos lejanos geográficamente y de escasas coincidencias culturales, idiomáticas o climáticas. Todos ellos han visto situaciones humanas al límite, escasez y falta de recursos, pero han sabido confiar en la acción del Espíritu Santo y han acogido a manos lleno la solidaridad de los cordobeses que, a través de la Delegación Diocesana de Misiones, canaliza la ayuda que hace posible hospitales y escuelas, caminos hacia una Iglesia que sale al encuentro.