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Experiencia decisiva de Dios

El Seminario Diocesano “San Pelagio” estuvo cerrado desde 1970 hasta 1980, año en que monseñor José Antonio Infantes Florido, entonces obispo de Córdoba, decidió volver a abrir el Seminario Mayor, que durante una década había estado en Sevilla. En aquel momento el prelado contó con Alfredo Montes, sacerdote diocesano, para que se pusiera al frente de la institución como rector.

Comenzaron eligiendo el grupo de superiores, formadores y el tipo de vida comunitaria que se iba a llevar. Alfredo Montes relata que estuvieron al frente del proyecto con él Juan Moreno, Valeriano Orden y Santiago Gómez Sierra, que se convertiría después en el vicerrector. Entre ellos surgió la duda ¿cuál era el futuro del Seminario que se acababa de abrir con doce seminaristas?, ¿cómo llegarían a la juventud para hablarle del sacerdocio y del Seminario como centro de formación sacerdotal? Surge así el plan de Pastoral Vocacional con el que recorrieron todas las parroquia, escuelas y colegios de la provincia, tanto Alfredo Montes y Santiago Gómez Sierra como Juan Correa y Manuel Montilla, que posteriormente se harían cargo del Seminario Menor, y los seminaristas del momento.

Ante esta voluntad de dar a conocer el Seminario surge la oferta ilusionante de convivencia, oración y ocio que constituyen las Colonias vocacionales. Una iniciativa en la que se involucró decididamente el sacerdote  Manuel Montilla para el que las Colonias “eran un buen medio para que los chavales se fueran ilusionando después de haber convivido entre ellos y ver que la vida del seminarista tenía momentos de diversión”. Trabajaron mucho en los comienzos pero los frutos fueron reales a corto plazo, Manuel recuerda que empezaron con poco más de diez seminaristas y durante el tiempo que él fue vicerrector llegaron a ser más de cuarenta.

Del 3 al 10 de julio de 1983 se celebraron las primeras Colonias Vocacionales y desde aquel momento han sido cientos los colonos que han participado. Uno de los primeros fue el sacerdote Borja Redondo, actual director espiritual adjunto del Seminario Mayor, que reconoce que “ha supuesto una huella imborrable por lo que conlleva el esclarecimiento, el entusiasmo y el impulso vocacional que en ellas hemos vivido”, sin duda es “una experiencia de Dios muy decisiva en esos momentos de inicio”.

En 1986, como fruto del trabajo que venía desarrollando el equipo de sacerdotes que estaba al frente del Seminario, se ordena la primera promoción de sacerdotes y desde esa fecha hasta nuestros días cada año ha habido ordenaciones en la Diócesis. Los primeros colonos, recuerda Alfredo Montes, una vez ordenados sacerdotes, se unieron “muy eficazmente a la Pastoral Vocacional” que tanto bien ha hecho para la vida del Seminario.

El puesto de rector de Alfredo Montes lo ocuparía años después el actual Deán-Presidente de la Santa Iglesia Catedral, Manuel Pérez Moya, que relata la importancia en aquellos años de la labor de la Pastoral Vocacional por las parroquias de Córdoba y provincia. Los más pequeños se orientaban para las Colonias y los más mayores para el Seminario Mayor.

Conexión temprana con la vocación

Según las estadísticas realizadas por varios sacerdotes diocesanos, la mitad del presbiterio actual ha pasado por las Colonias Vocacionales y el Seminario Menor. Borja Redondo recuerda que “aquellos momentos fueron decisivos” en su vida, para él resultó “importantísimo” verse “acompañado, cuidado y querido”. Los sacerdotes que participaron en las colonias reconocen que siguen “recordando perfectamente a los seminaristas que fueron sus monitores” y que en el “testimonio de los vocacionados estaba Dios para salir al encuentro de los colonos y tocar sus corazones”. Manuel Pérez Moya confirma que en los años que él fue rector “casi el cincuenta por ciento de los seminaristas que entraban en el Mayor habían pasado por el Menor”. El Seminario Menor “funcionada y le daba estabilidad al Mayor, garantizando cada curso dos o tres alumnos” asegura.

Convivencia, oración, formación, deporte y diversión son los pilares en los que se han sostenido las Colonias en estos 40 años. Los seminaristas mayores han sido los monitores estos años y Antonio Gálvez, actual director espiritual del Seminario Menor, en su etapa de seminarista lo fue durante cinco veranos. Reconoce que en ese periodo lo que más le impactó fue “cómo el Señor iba tocando los corazones de los niños a lo largo de las Colonias”. El paso de las Colonias por los niños “es muy bonito” asegura Antonio, que tienen como fruto los preseminaristas de los siguientes cursos. Vivir con ellos el discernimiento de su vocación y ver el gran papel que juega el Señor es una experiencia gratificante. Antonio califica su labor en el Seminario Menor como “un instrumento de Dios para servir a los niños a profundizar más en su contacto con el Señor. “Hay que cuidar mucho la conversación con el colono de su posible vocación y ponerlos en camino de seguir a Jesucristo” ha incidido. Asimismo, para Antonio es fundamental el trato con los seminaristas mayores y con los sacerdotes, la ilusión se tiene que seguir transmitiendo y que vean que el Seminario Menor es “la casa de todos” además de una seguridad para el Seminario Mayor visto desde los ojos de Dios.

Sin duda las Colonias Vocacionales son una actividad “única” en la diócesis de Córdoba, como asegura Antonio Prieto, en la que muchos niños han descubierto su vocación sacerdotal gracias al “testimonio de formadores y seminaristas mayores” e incide en que cuando Dios llama “lo da todo y llena la vida de esperanza”. Como valoración de Borja Redondo “se trata de una experiencia de Dios muy decisiva en los momentos de inicio” y una pieza importante para el Seminario “en lo que al cuidado de las vocaciones se refiere”. Por último, y como pionero en la puesta en marcha de las Colonias, Manuel Pérez Moya resalta que se trata de una actividad “fundamental” y “una plataforma para que la gente joven conecte con los sacerdotes y el mundo de las vocaciones sacerdotales”.

En los últimos cuarenta años la pandemia de la Covid-19 ha sido la única que ha causado la suspensión de las Colonias Vocacionales. Esta etapa tan dura le ha tocado vivirla al último rector del Seminario Jesús María Moriana.

Recientemente, monseñor Demetrio Fernández ha nombrado a Carlos Jesús Gallardo rector del Seminario Conciliar. Coincide que el nuevo rector es el único que ha sido colono, nos cuenta que en el curso 1998-1999 participó en los preseminarios y al acabar el curso lo invitaron y se animó a acudir a las Colonias Vocacionales como colono. Recuerda que fue una “experiencia preciosa de encuentro con Dios” y que se sintió “impulsado por el Señor para entrar en el Seminario”. Rellenó el formulario para ingresar en el Seminario sin preguntarle a nadie y en septiembre de 1999, con trece años, entró en el Seminario Menor. Asegura que la experiencia fue “decisiva” para su ingreso en el Seminario aunque reconoce “que tenía ciertos miedos”. Años después, cuando ya estaba en el Seminario Mayor como seminarista Carlos participó en las Colonias como monitor. En los últimos años lo ha hecho como director espiritual del Seminario Mayor, donde se preparan las Colonias “con ilusión” y son para los formadores “un aliciente y una alegría”. Gallardo con su último encargo pastoral como rector asegura que “las Colonias debemos de fomentarlas y animar a los sacerdotes a que traigan a sus monaguillos y niños de catequesis porque es el mejor lugar en el que se puede descubrir la vocación sacerdotal”.

Sigamos pidiendo por los frutos de las Colonias, por el trabajo incansable de los rectores y formadores del Seminario, porque de sus frutos saldrán los futuros sacerdotes diocesanos, fundamentales para el futuro de la Iglesia Universal.