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Día del Seminario 2023

VOCACIONES QUE RESPONDEN A UNA NECESIDAD URGENTE

«Levántate y ponte en camino»

Durante el curso 2022/2023, ingresaron en el Seminario Mayor “San Pelagio” de Córdoba 4 jóvenes y otros 6 lo hicieron en el Seminario Menor. Al Seminario Misionero Redemptoris Mater “San Juan de Ávila”  llegó un joven. Once nuevas vocaciones que se unen a las de otros 161 jóvenes de las diócesis españolas. Todos han respondido con generosidad a la llamada al sacerdocio y han iniciado la formación para un día ser sacerdotes. En toda España, hay en la actualidad 974 los candidatos que se encuentran en las distintas etapas de la formación inicial. En total se contabilizan 172 nuevas incorporaciones durante el presente curso. El pasado año, 97 candidatos al sacerdocio recibían la ordenación sacerdotal.

Las cifras reflejan un descenso de seminaristas en relación al ejercicio anterior, con 54 seminaristas menos este curso que el anterior. La bajada se explica entre otras cosas, por la nueva metodología en la recogida de los datos, que por primera vez ha sido nominal, y ha estado a cargo de la Oficina de Transparencia de la Conferencia Episcopal.

La CEE explica este descenso por el clima social que también incide en el número de matrimonios tanto civiles como eclesiásticos, signos de “la secularización y la falta de compromiso por parte de no pocos jóvenes”, aunque el agradecimiento a la decisión de los nuevos seminaristas queda patente ante este número significativo de jóvenes que viven “comprometidos en la búsqueda de la voluntad de Dios”.

Precisamente, para ayudar en el acompañamiento de tantos jóvenes en búsqueda ha nacido el Servicio de Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal Española, que recoge la colaboración de cuatro Comisiones episcopales (Clero y seminarios; Laicos, familia y vida; Vida consagrada y Misiones) y que es un signo del decidido impulso de la Conferencia Episcopal por seguir anunciando la dimensión vocacional como la que estructura toda la vida en el seguimiento de Cristo.

SEMINARIOS MAYORES

Curso 2022-2023

  • Seminaristas: 974
  • Ingresos: 172
  • Ordenados: 97

Curso 2021-2022

  • Seminaristas: 1.028
  • Ingresos: 218
  • Ordenados: 125

Curso 2020-2021

  • Seminaristas: 1.066
  • Ingresos: 215
  • Ordenados: 126

Curso 2019-2020

  • Seminaristas: 1.128
  • Ingresos: 208
  • Ordenados: 124

“La renovación de la Iglesia vendrá por la santidad de los sacerdotes y por el fervor de los Seminarios, repetía san Juan de Ávila. Esto no es ningún clericalismo, es la naturaleza de la Iglesia, que Cristo ha fundado sobre el cimiento de los apóstoles”

Monseñor Demetrio Fernández. Carta Pastoral con motivo del día de San José

El Seminario:
Corazón de la Diócesis

CARLOS JESÚS GALLARDO PANADERO

Rector del Seminario Conciliar “San Pelagio”

El Seminario es el lugar propio que tiene establecido la Iglesia para discernir, acompañar y formar a los candidatos al sacerdocio. Dentro de la historia de la Iglesia, los jóvenes que se sentían llamados al sacerdocio, buscaban a un párroco que los pudiera preparar y presentar al obispo para ser ordenados. Fue en el concilio de Trento (1545-1563), donde la Iglesia fundó lo que hoy conocemos como el seminario. Uno de los santos más influyentes en esta idea del seminario, de su distribución y tipo de formación fue precisamente san Juan de Ávila.

La oración, el estudio, la vida fraterna, la pastoral, son los aspectos que van forjando el corazón del candidato que se siente llamado por el Señor a la vocación sacerdotal. En nombre de la Iglesia, tienen la misión de ayudar al discernimiento al candidato el rector, los formadores y los directores espirituales.

En nuestra diócesis de Córdoba, contamos con dos seminarios. El seminario diocesano “san Pelagio” (mayor y menor) y el seminario misionero “Redemptoris Mater san Juan de Ávila”. En el seminario menor se encuentran chicos de entre 12 y 18 años que, estudiando en un colegio diocesano los estudios propios de su edad, viven comunitariamente formándose en otros ámbitos de la vida humana y espiritual. El vicerrector y el director espiritual del seminario acompañan su proceso formativo orientando sus vidas a la amistad profunda con Cristo y mostrando el sacerdocio como camino de santidad a quien el Señor ha elegido para esta misión dentro de la Iglesia. En la actualidad son 13 chicos de nuestra diócesis los que componen la comunidad del seminario menor de san Pelagio.

La comunidad del seminario mayor “san Pelagio” está compuesta por 30 chicos que se sienten llamados por el Señor al ministerio sacerdotal. La formación se divide en cuatro dimensiones que armónicamente van cincelando al candidato para formar en él un corazón de buen pastor como el de Cristo: la dimensión humana, la dimensión espiritual, la dimensión pastoral y la dimensión comunitaria. Durante los 7 cursos que forman el seminario, se profundiza en los estudios filosóficos y teológicos, entrando así en todo lo que concierne al conocimiento del hombre (filosofía, antropología, psicología, sociología…) y todo lo que concierne al conocimiento de Dios (teología dogmática, moral, Escritura, espiritualidad…). Todo ello siguiendo las indicaciones de la Iglesia que nos orienta no a dividir la formación en simplemente aspectos académicos, sino en la relación con Cristo. Por ello los cursos iniciales entran dentro de la etapa discipular, a continuación entran en la etapa configurativa y luego en la etapa pastoral.

El seminario misionero “Redemptoris Mater san Juan de Ávila” reciben la formación académica juntos con los seminaristas de san Pelagio y con alguna familia religiosa en el Instituto de estudios teológicos san Pelagio, pero viven en otra casa de formación distinta. Siguiendo el mismo esquema formativo que plantea la Iglesia, destacan en su formación por un cariz misionero dentro del movimiento del camino neocatecumenal. Esta comunidad está formada por 7 seminaristas que junto con su rector y demás formadores disciernen la voluntad de Dios en sus vidas.

El seminario se mantiene en su mayor parte por donaciones y donativos de los fieles que quieren cuidar la formación de sus futuros sacerdotes, velando así porque ninguna vocación se pierda por falta de medios económicos. Los alumnos también aportan una contribución según las posibilidades de sus familias. Es una manera simbólica de corresponder con el sacrificio de las personas que realizan donativos y de los recursos empleados por la Iglesia para su formación.

¿Qué hacer cuando un chico siente la llamada del Señor a esta vocación?

En primer lugar ponerse en contacto con su párroco o algún sacerdote de confianza que le pueda acompañar en esos momentos. Cuando el sacerdote lo vea oportuno, ponerse en contacto con el seminario para que ayude al chico a discernir delante del Señor la llamada que siente.

El mundo, la Iglesia, necesita jóvenes dispuestos a dar la vida por Jesucristo. A dar la vida por los demás con generosidad, transmitiendo la alegría del Evangelio. Perdonando los pecados en nombre de Cristo, acompañando a los enfermos en el final de su vida, introduciendo a los hombres de nuestro tiempo en el misterio del amor de Dios, haciendo presente a Jesús en la Eucaristía… En definitiva, el mundo necesita a Jesús y Él está en las manos consagradas de los sacerdotes.

ANTONIO TELLO

Con la mirada puesta en Cristo Buen Pastor

En la Parroquia de San Mateo apóstol de Lucena vive este tiempo de formación pastoral el seminarista Antonio Tello. Allí se siente acogido y guiado por el párroco,  Jesús María Moriana.  Los lucentinos han conseguido que se sienta como en casa en los distintos encuentros. A lo largo de este tiempo ha podido compartir experiencias, tiempo de oración y vivencias que tienen el sello de la auténtica amistad, la que nace del encuentro con Cristo y termina cristalizando en apoyo y reconocimiento a la vocación de Antonio. Este joven, nacido en una familia sencilla, fue madurando su vocación “al calor delas madres carmelitas descalzas de su pueblo, a quienes siempre estaré agradecido”. Hoy camina hacia el sacerdocio con decisión.

Este periodo está siendo rico en vivencias y lleno de encuentros. Al modo en que lo hace el párroco de San Mateo, Antonio va recorriendo lugares para “estar con la gente, cómo hacía Jesús”. De esta cercanía con los fieles viene obteniendo un refuerzo para su vocación, porque aprende “de cada persona que se cruza en el camino para ir creciendo como futuro sacerdote, si Dios quiere”.

Antonio observa con agradecimiento el cariño que las personas tienen a los sacerdotes. Siente que se les cuida y es ésta la experiencia que más lo ha marcado, mientras está convencido que su vocación lo llama a desarrollar en el mundo una labor al modo de Cristo Buen Pastor.

ÁLVARO FERNÁNDEZ-MARTOS

«Aprendemos del sacerdote al que acompañamos mucho durante este curso»

En Hinojosa del Duque recibe su formación pastoral el seminarista Álvaro Fernández-Martos que celebra con alegría “ser acogido por la iglesia local con cariño, expresión del amor por el sacerdocio”. Durante este tiempo, Álvaro se ha acercado a la «vida pastoral», que para este aspirante al sacerdocio significa identificarse también con “los sufrimientos y alegrías concretas de las personas, la sed de los jóvenes, la colaboración de los enfermos en la obra de la Redención; con la inocencia de los niños”.

Esta formación lleva a la Iglesia local lo vivido y aprendido en el Seminario y se traduce en servicio a la parroquia y ayuda al párroco, de manera que el seminarista participa en la vida comunitaria y entiende sus necesidades, las asume y trata de acompañarlas siguiendo siempre indicaciones del párroco. De manera más amplia, la etapa de formación pastoral prolonga “lo que vivimos en el seminario” aunque esta etapa será muy distinta a cuando sea ordenado sacerdote. En este tiempo de formación, “ayudamos al sacerdote en lo que nos va pidiendo” pero, “nuestra labor no es hacer lo que hace el sacerdote» sino aprender de cerca lo que el sacerdote es, en concreto en su caridad pastoral, en su vida cotidiana en medio de su pueblo: “aprendemos del sacerdote al que acompañamos mucho durante este curso”

Durante la etapa de formación pastoral, los seminaristas experimentan una cercanía con los fieles que los conecta radicalmente a su vocación sacerdotal. En la proximidad,  Álvaro Fernández-Martos adquiere conocimiento sobre la vida del sacerdote y le sirve de ejemplo, pero es el contacto humano el que amplía su voluntad de ir a su encuentro del otro mostrando el amor de Dios. En una cultura deshumanizada por las ideologías, este joven refuerza su vocación entre los jóvenes y entre las personas más alejadas de la Iglesia, porque “creo que lo que les atrae es una vida humana auténtica, que no siempre vivimos en la Iglesia”.

Las necesidades espirituales en el entorno de la formación pastoral se presentan de muchas maneras. Así lo está comprobando Álvaro cuando reflexiona sobre su vocación y comprueba que de lo que tiene sed el corazón de cada persona es del «agua viva» que es Dios. Con contundencia juvenil, su certeza se traduce en palabras sinceras cuando asegura que es “una pasada saber que el Señor escoge a los sacerdotes para ser su presencia viva en medio de su pueblo, ¡Qué grande es esto!”.

Esta grandeza inabarcable tiene rostro y lo conoce Álvaro. En la pastoral conoce a personas que están encontrando con Dios, un camino que “que tiene una belleza exponencialmente mayor que cualquier cuadro de Rembrandt o el mejor retablo barroco de la historia, siendo una maravilla”. Es así como este seminarista exprime cada minuto de su formación pastoral, un joven que encontró su vocación en su familia, “con unos padres que me enseñaron qué es lo verdaderamente importante: mi relación personal con Dios”.