La comunicación humana del siglo XXI está atravesada por el uso de Internet. La implantación de la tecnología de la información y el acceso generalizado a dispositivos individuales determinan nuestra relación con el entorno cercano. La revolución tecnología ha irrumpido en nuestras vidas para favorecer el intercambio de información de manera asombrosa y conectar en segundos los lugares más distantes del planeta. El desarrollo de este nuevo modelo de comunicación ha venido también a dirigir nuestras relaciones sociales y familiares y, en algunos casos, ser la causa de nuevas adicciones.
Estas nuevas adicciones hacen estragos sobre la personas. Actúan como cualquier otra droga: crean dependencia física y psíquica, exigen aumentar la dosis y altera el sistema nervioso. En el caso de la dependencia de la tecnología se localizan todos los factores salvo la dependencia física. La sensación de satisfacción inmediata hace aumentar la impaciencia. El juego patológico y el uso de nuevas tecnología está presente en nuestra sociedad, igual que en cualquier parte del planeta. Es consecuencia de la hiperconexión en la que vivimos, “aparecen nuevos tipos de adicciones y delitos”, al tiempo que se desarrollan aplicaciones y productos en Internet que consiguen nuestro interés. Protegernos también es obligación nuestra.
Concienciación y supervisión
Un mal uso de la tecnología durante la infancia puede derivar en la aparición de trastornos psicológicos durante la vida adulta y puede alterar la conducta de adolescentes y jóvenes, por eso, para la policía la concienciación y supervisión de los padres son palabras clave para evitar las nuevas adicciones. El inspector y Delegado de Participación ciudadana, Antonio Manuel Valdivia ha recorrido colegios e institutos durante los últimos años y reconoce que en Córdoba “como en cualquier parte del mundo” se detectan las mismas conductas de riesgo. Pero no estamos solos. La policía cordobesa, a través de Francisco Barcos Martínez, perteneciente a la Brigada provincial de la Policía Judicial, vela por nuestra ciberseguridad y persigue los delitos que permite la red. En unos días los sacerdotes diocesanos recibirán formación sobre estas nuevas adicciones y las consecuencias nefastas para el desarrollo de la persona y la familia.
En la parcela policial, se busca la prevención, por eso Antonio Manuel Valdivia, como responsable de participación ciudadana redobla esfuerzos ante chavales de institutos y colegios para concienciar a estudiantes, profesores y padres con unas doscientas cincuentas charlas al año del programa de prevención.
Cualquier adicción degrada al hombre y ante las propias del uso indebido de Internet, las nuevas adicciones funciona igual “que cualquier otra droga”, apunta Francisco Barcos Martínez, experto en ciberseguridad perteneciente a la Brigada provincial de la Policía Judicial. No hay perfil definido que haga vulnerable a una persona ante estas nuevas adicciones, pero esos riesgos deben ser controlados por progenitores para evitar el abanico de delitos que pueden darse en las redes, desde la compra compulsiva al ciberacoso. El eslabón más vulnerable es el usuario: se le engaña, se dirige a páginas donde se le piden claves y permiten la estafa, sostienen estos dos especialistas policiales.
Educación en valores y acompañamiento familiar
Ante la multiplicación de posibilidades de Internet, evitar la adicción a las nuevas tecnologías supone recomponer valores familiares. Para la policía cordobesa implicada en la prevención y protección, el papel de los padres resulta decisivo. Para Valdivia a los “chavales hay que enseñarle lo que valen las cosas: cuando tienes un teléfono te lo tienes que ganar”. La adicción a Internet “es la droga de nuestro tiempo, no deja señales visibles, pero sus estragos se verán en un futuro”, alerta el policía que ha conocido muy de cerca las consecuencias de la adicción a la tecnología.
La educación en valores es el mejor vehículo para la prevención, asegura Antonio Manuel Valdivia, que ha comprobado en sus múltiples charlas como las adicciones a Internet como “al juego, la telefonía móvil o la pornografía” puede llegar a normalizarse. En contraste con este uso admitido socialmente, cada vez más jóvenes requieren de centros especializados para conseguir una vida sin adicciones.
EN LA TAREA DE PREVENCIÓN, TIENE ESPECIAL IMPORTANCIA LA FAMILIA, QUE DEBE SER CAPAZ DE LIMITAR EL USO DE LAS TECNOLOGÍAS Y PRIORIZAR ACTIVIDADES QUE EVITEN EL AISLAMIENTO
En la tarea de prevención, tiene especial importancia la familia, que debe ser capaz de limitar el uso de las tecnologías y priorizar actividades que eviten el aislamiento. Cuando estamos más horas en el mundo virtual que en el real, se deben encender las alarmas, antes hay que crear una conciencia que evite que el menor pueda convertirse en autor de un delito, por ejemplo relacionado con el acoso escolar. “Cuando damos una charla sobre ciber bullyng, explicamos que a través de internet puede ser víctima o autor del delito, se ha banalizado el uso”, explica este experimentado policía que llama la a tención sobre aplicaciones como “Tik Tok” pueden inducir a delito, aun cuando el usuario no sea consciente.
Seguridad e información
LA ADICCIÓN A INTERNET ES LA DROGA DE NUESTRO TIEMPO, NO DEJA SEÑALES
VISIBLES, PERO SUS ESTRAGOS SE VERÁN EN UN FUTURO
La seguridad en internet significa un compromiso de formación para “concienciarnos sobre nuestra seguridad, debemos invertir en ciberseguridad, no solo en seguridad física”, alerta Francisco Barcos. Eso supone que debemos preocuparnos por informarnos de las condiciones de seguridad que ofrecen nuestra navegación por Internet porque solemos ser muy celosos de nuestro datos pero “hay parámetros que no contemplamos y nos convierten en potenciales víctimas de internet”. Aun así, contamos con herramientas válidas para protegernos, pero en opinión Barcos, falta colaboración ciudadana y de muchas entidades que dilata los procesos y colapsa la justicia. El celo por la protección de nuestros datos a menudo se disuelve cuando navegamos por Internet, sin embargo, para esclarecer delitos no somos tan colaboradores, aun cuando mañana “podemos ser uno de nosotros el engañado o acosado” el que sufra el delito.