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«A San Juan de Ávila la Iglesia nos lo propone para el camino de santidad»

By 12 de mayo de 2022Tema de la semana

Montilla acogió un año más uno de sus días grandes, el día de la festividad de San Juan de Ávila donde se dio cita el clero cordobés en torno al sepulcro del Santo Maestro.

Una fiesta que comenzó como viene siendo tradicional, con la recepción del Prefecto de la Congregación para el Clero, Lazzaro You Heung Sik, y el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, en el Ayuntamiento de la localidad. El alcalde de Montilla, Rafael Llamas, dio la bienvenida a ambos y a todo el clero en general que en este día acudió a Montilla “para celebrar un día muy importante en la localidad puesto que hablar del Maestro es hablar de Montilla”.

El Alcalde invitó a todos a disfrutar de un día tan importante como es el 10 de mayo en Montilla.

Por su parte, el arzobispo Prefecto de la Congregación para el Clero intervino para recordar que San Juan de Ávila no solo es importante en Montilla sino en el mundo entero, “por eso he venido para aprender de él, porque él es como tiene que ser un sacerdote hoy para servir a la humanidad”. “San Juan de Ávila es un hombre verdadero y santo y de él aprendemos para vivir y ser beneficiosos para toda la sociedad”, afirmó.

Asimismo, el Prefecto le transmitió a todos los presentes un saludo y la bendición del Santo Padre, al tiempo que les invitó a “ir juntos por la paz del mundo”.

Para concluir la recepción, el obispo de Córdoba mostró su alegría en este día en el que para los sacerdotes del mundo Montilla es su referente, es donde se encuentra el sepulcro del Santo Maestro.

Monseñor Demetrio Fernández recordó además, que para todo sacerdote español y del mundo entero, hablar de Montilla es hablar de San Juan de Ávila y, por tanto, “es volver a las raíces más profundas de nuestro ser sacerdotal”. “Somos sacerdotes y queremos serlo como San Juan de Ávila, sacerdotes santos q sirven a Dios y que están muy cerca del pueblo para darle los tesoros de Dios que son los sacramentos”, concluyó.

La jornada continuó con la visita a la casa de San Juan de Ávila, donde rezaron en la capilla y pudieron escuchar el audio que narra la vida y obra pastoral del Santo Maestro.

CELEBRACIÓN EN LA BASÍLICA

A las once de la mañana comenzó la celebración de la santa misa en la basílica avilista, presidida por el obispo de Córdoba y predicada por el Prefecto de la Congregación para el Clero, Lazzaro You Heung-sik. Éste comenzó su homilía puntualizando que “hoy es una fiesta especial en la Iglesia universal y de particular resonancia en la diócesis de Córdoba”.

El Prefecto expresó al clero cordobés que los santos en la historia cristiana son “un reclamo a la santidad a la que todos estamos llamados y una ayuda para sabernos acompañados por ellos”. “La Iglesia pone hoy en medio de nosotros a San Juan de Ávila y pedimos ante este modelo de santo que crezca en la Iglesia la santidad por el celo también ejemplar de los que somos ministros de Dios”, instó.

El arzobispo Prefecto recordó a su vez que a San Juan de Ávila “la Iglesia nos lo propone como un santo que nos enseña ese camino de santidad, que nos asemeja al buen Pastor en el ejercicio de nuestro ministerio sacerdotal buscando la gloria de Dios y la bendición de todos los hermanos que la Iglesia pone a nuestro cuidado”. Asimismo, ratificó que “a San Juan de Ávila mucho le debemos por su rico magisterio sobre el ministerio sacerdotal”. “Así nos dice el santo Maestro Juan de Ávila: mirarnos de pies a cabeza, mirarnos en el alma y en el cuerpo, y que nuestro canto entone la gratitud por un inmerecido don que hemos de vivir con fidelidad y cuidado. Así lo pedimos en este día tan especial para todos nosotros que hemos sido llamados a participar también como él en el sacerdocio de Jesús, Único y Sumo Sacerdote”, aclamó.

«LOS SANTOS EN LA HISTORIA CRISTIANA SON UN RECLAMO A LA SANTIDAD A LA QUE TODOS ESTAMOS LLAMADOS Y UNA AYUDA PARA SABERNOS ACOMPAÑADOS
POR ELLOS»

En este día tan especial tanto en Montilla como en la Iglesia Universal, Mons. Lazzaro You Heung-sik concluyó su homilía dirigiéndose a los sacerdotes que celebraban sus Bodas de Oro y de Plata: “Pensando en los hermanos que celebráis el jubileo sacerdotal de los cincuenta o veinticinco años de ministerio, nos unimos a vuestro gozo y sobre todo con vosotros queremos dar gracias por lo mucho que de Dios y su Iglesia habéis recibido, mientras que pedimos la gracia de que se siga celebrando esta historia inacabada”.

En concreto, en este día, además de rezar por los sacerdotes fallecidos desde 2021 hasta hoy, celebraron sus Bodas de Oro Isidro Caballero Acosta, Manuel Cantador Muñoz, Pedro Fernández Olmo y Domingo Ruiz Leiva. Por su parte, José Ángel Moraño Gil, Antonio Palma León, Luis Recio Úbeda, Antonio José Ruiz Alcalá e Ignacio Juan Sierra Quirós conmemoraron sus Bodas de Plata sacerdotales.

Antes de culminar la celebración, el Prefecto transmitió la bendición del Papa Francisco al Obispo, sacerdotes y seminaristas de Córdoba.

En concreto, en este día, además de rezar por los sacerdotes fallecidos desde 2021 hasta hoy, celebraron sus Bodas de Oro Isidro Caballero Acosta, Manuel Cantador Muñoz, Pedro Fernández Olmo y Domingo Ruiz Leiva. Por su parte, José Ángel Moraño Gil, Antonio Palma León, Luis Recio Úbeda, Antonio José Ruiz Alcalá e Ignacio Juan Sierra Quirós conmemoraron sus Bodas de Plata sacerdotales.

Antes de culminar la celebración, el Prefecto transmitió la bendición del Papa Francisco al Obispo, sacerdotes y seminaristas de Córdoba.

Cita en el Teatro Garnelo

Seguidamente, el clero acudió a la conferencia impartida en el Teatro Garnelo a cargo de Nicolás Álvarez de las Asturias, catedrático de la Universidad de Derecho Canónico San Dámaso de Madrid. «Identidad pastoral y cercanía de Dios a la luz de San Juan de Ávila: letra y espíritu» fue el título de la ponencia.

La jornada concluyó con una convivencia fraterna entre los asistentes.

RAFAEL CASTRO FLORES

«En mi corazón está servir al Señor»

El día de su ordenación es uno de los más felices de su vida. Rafael Castro Flores proclama en sus bodas de plata sacerdotales que el amor de Dios es más grande que “toda mi pobreza y debilidad” y subraya que está “contentísimo de ser sacerdote”.

Hace 25 años vio en Japón a sus padres, a su familia y miembros de su comunidad para ser ordenado presbítero después de seis años de seminario, “donde pude ver mis limitaciones y las obras del Señor, allí comprobé que todo es gracias: si uno se fía del Señor, por pobre que seas, más grande es su amor y su misericordia”. Para este sacerdote era impensable llegar a serlo, mucho menos misionero en Japón. Hoy le sigue desbordando y le lleva a decir que es para “quitarse el sombrero ante el Señor”.

Su balance sobre el ejercicio de su ministerio sacerdotal es “cien por cien positivo”, ha sido para él un tiempo para experimentar la fidelidad y el amor del Señor y, a pesar de que se reconoce que muchas veces ha sido “puro impedimento” para la obra que Él quería hacer, el Señor “no se ha cansado de mí, de amarme y de perdonarme”. Al mirar atrás, sitúa su vocación en el Camino Neocatecumental; entró en el Seminario en 1991 y fue destinado a Japón para culminar su formación, donde permaneció seis años hasta su ordenación. En total ha permanecido dieciocho años en el país asiático y ahora lleva tres en España, como párroco de la Ntra. Sra. de a Asunción de Montilla, donde sigue viviendo con “ilusión y serenidad” su vida sacerdotal. Observa como los años lo han hecho madurar y le permiten un “aterrizaje” que con el tiempo demuestra que “no nos comemos el mundo, sino que el mundo nos come a nosotros”; comprueba los milagros vistos en este tiempo y experimenta que toda crisis alumbra un tiempo nuevo en que “vienen las gracias que el Señor te da” para valorar el ministerio y todo lo que el Señor da, una donación que no siempre merecemos, describe.

JOSÉ ÁNGEL MORAÑO

«Soy Testigo de la gloria de Dios entre nosotros»

El párroco de Cristo Rey de Córdoba tiene la “satisfacción de ver la obra de Dios en mí y en los demás” tras 25 años de sacerdocio, una certeza que lo convierte en testigo de la Gloria de Dios entre nosotros y le permite hacer un balance “totalmente positivo” en este año en que cumple sus bodas de plata como sacerdote.

Recuerda con “especial emoción” el momento de su ordenación en la Catedral de Córdoba, aunque aquel sentimiento se amplió al día de su primera misa entre aquellos que lo habían visto crecer en Hinojosa del Duque antes y durante su etapa de seminarista. “Viví más emocionado el día de mi primera misa, mi pueblo, rodeado del cariño de tanta gente que me había acompañado durante los 10 años de seminario”, recuerda ahora aquel lejano día de su primera homilía en el altar, el mismo que lo vio aproximarse para recibir el bautismo o tomar la primera comunión. También celebró en su parroquia por primera vez el sacramento de penitencia.

Pasado el tiempo y después de varios encargos pastorales, este sacerdote asume que vive esta etapa de su vida sacerdotal “feliz y agradecido”, asegura ser más consciente de su labor pastoral, de su propia naturaleza sacerdotal y tener un conocimiento más profundo del mundo en que vivimos. Saluda el futuro con esperanza, y se muestra impulsado a seguir viviendo “en Fe y transmitir a Jesucristo, a través d la Palabra Divina, de la celebración de los sacramentos, y de la atención pastoral”. Tras 25 años de sacerdocio, José Ángel Moraño vive su sacerdocio con alegría e ilusión: “cada día me parece un reto más ilusionante”, concluye

LUIS RECIO

«Dejarme guiar por el Señor es fuente de alegría y felicidad»

El párroco de Santa Teresa de Córdoba podría describir lo que han significados estos 25 años con dos palabras: guiado e Iluminado. Luis Recio asegura que mirando atrás comprende con mucha más claridad que “todo es Providencia” y que el Señor lo ha llevado de su mano en este tiempo. Ante esta certeza, el presbítero reflexiona sobre la tentación “de realizar nuestros propios designios sin tener en cuenta la voluntad De Dios”, por eso es tiempo de hacer recuento de muchas “perplejidades cuando las cosas no ocurren como nosotros hubiéramos querido o nos hubiéramos imaginado”. Sin embargo, para este sacerdote, este tiempo de magisterio sacerdotal ha servido para descubrir “que nuestra vida ha sido guiada desde siempre y que los planes de Dios son siempre más inteligentes que los nuestros”. En veinticinco años de sacerdocio, puede haber momentos de “oscuridad y de desánimo” en los que dejarse guiar por el Señor que es “la fuente de la alegría y de la felicidad”, afirma Recio para quien en muchas ocasiones empeñarnos en nuestros proyectos solo conduce a la frustración.

Este sacerdote no podría quitar ni un solo día a estos primeros 25 años de sacerdocio, incluido cualquier encargo pastoral, porque cada uno de ellos le ha servido para tejer la belleza del tapiz de la acción de Dios por medio de su ministerio. Cada retazo ha sido confeccionado con la Providencia: luces, intuiciones o ideas que surgen en un verdadero entramado de personas, lugares y circunstancias.

Mirando atrás, afloran recuerdos del día de su ordenación, días previos y posteriores que emergen “muy alegres y luminosos”.

El hecho de haber sido los primeros ordenados de por monseñor Javier Martínez al inicio de su episcopado confiere a esta generación de sacerdotes una circunstancia especial que les hizo vivir desde el Seminario con mucha “expectación e ilusión” la fecha de su ordenación, ya que “don Javier tenía la capacidad de imprimir a todo un estilo nuevo y fresco”, afirma, Luis Recio que resalta las iniciativas del Obispo que lo ordenó “que siguen dando un gran fruto en la diócesis”. El nuevo pastor no fue óbice para mantener “el gran cariño que habíamos sentido siempre por parte de Don José Antonio Infantes”, una memoria agradecida que se extiende a don Juan Moreno.

Ante el futuro, Recio contempla estos 25 años de sacerdocio como “un tiempo de meseta de estabilidad” desafiado por “la tentación del conformismo de pensar que ya lo tenemos todo hecho”. Ante todo, “el Señor es providente y tiene sentido del humor”, afirma este sacerdote que vincula el estreno pastoral en dos parroquias como un modo de inaugurar su sacerdocio, que lo “obliga a empezar de nuevo”: unan ilusión renovada llena de experiencias.

JOSÉ A. RUÍZ ALCALÁ

«Ser sacerdote significa renovarse todos los días»

Este sacerdote defiende la figura el sacerdote por encima de todo. “El sacerdote hace falta, si no existiera habría que inventárselo”, asegura tras veinticinco años de sacerdocio. La presencia del sacerdote asegura la de nuestro Señor Jesucristo en medio del mundo, donde se hace presente a través de ellos. Tantos que cómo él viven en labor pastoral la vida para realizar su vocación.

El día de su ordenación no lo recuerda como un momento sencillo, porque no fue un día ajeno a problemas y dificultades. Pasados veinticinco años lo acoge como “una gracia que Dios da, simplemente fui tocado por Dios y para mí ese es el mayor don”. Para el párroco de nuestra Señora del Carmen de Córdoba vivir su sacerdocio significa “un esfuerzo renovado todos los días; cada día tengo que comenzar y levantarme diciendo: soy sacerdote y vamos a trabajar por esa vocación que Dios me ha dado”.

IGNACIO SIERRA

«Han sido 25 años de gracia»

Para el párroco de Castro del Río, estos primeros 25 años de sacerdocio ha sido un tiempo de gracia, “ese don Divino que transforma mi vida y la de los hombres y mujeres que el Señor pone en tu paso por el camino de la vida”, asegura. Para él, el balance es de gratitud, puro sentimiento y vivencia de lo cotidiano que resultan extraordinarios en ese caminar como sacerdote.

Recuerda el día de su ordenación como “el comienzo de una vida distinta, llena de sorpresas”; hubo emoción desbordada, pero “sabiendo perfectamente el sentido del ministerio y las responsabilidad del don recibido”. Sobresale en su memoria con claridad el envío, “sentirme enviado me ofreció gozo y alegría desbordante”, que compartió con amigos y familia junto a momentos de intimidad con el Señor y la Virgen en la primera consagración.

En estas bodas de plata sacerdotales, Ignacio Sierra vive su sacerdocio “con más madurez, sencillez y alegría”, siempre ha intentado ser el menor obstáculo posible para que Dios se manifieste a través de él, intentando reducir los obstáculos a la vida de la Gracia que “se hace presente en tantas personas gracias al ministerio sacerdotal”. Tras 25 años como sacerdote proclama su profunda gratitud por las vocaciones sacerdotales y religiosas que en este tiempo “Dios ha puesto en mi mano”.

ANTONIO PALMA

«Mi ministerio es llevar consuelo,
esperanza y la gracia de los
sacramentos a los enfermos»

La unción de las manos por parte del Obispo con los santos óleos es el momento de la ordenación sacerdotal que más le emociona, ocurre siempre que la contempla y es el momento más recordado de su orden junto a la entrega del cáliz y la patena. Una emoción que se acrecienta cuando revive otros momentos como la imposición de manos del Obispo en el transcurso de la consagración o cuando el pueblo de Dios venera las manos recién ungidas del nuevo sacerdote, un recuerdo que mantiene vivo tras 25 años.

“La primera Misa es tan emocionante o más que la Ordenación sacerdotal”, explica este sacerdote para el que los muchos preparativos y nervios “sobre todo por decir bien la Misa, sin equivocaciones” se mezclan en su recuerdo con la imagen permanente de aquellos que lo acompañaron; tantas personas y seres queridos “que me acompañaron en el camino vocacional, especialmente mi familia, sacerdotes y el seminario”.

Aquel momento, o el de la promesa del Obediencia con sus manos tomadas por el Obispo siguen modelando aquel recuerdo que hoy, tras 25 años de sacerdocio le hace definir su vocación como un comenzar permanente: “mi vocación actual la vivo como aprendiz de sacerdote”, asegura. Antonio Palma procura siempre, “vivir y ayudar a vivir la Misa lo más provechosamente posible, sobre todo las misas del domingo”, para eso se vale de su predicación, fundamental también en su relación con las personas que sufren en el Hospital de Montilla donde ejerce de capellán. Allí procura “llevar el consuelo, la esperanza y la gracia de los sacramentos a los enfermos que visito”, detalla.

A la Virgen María da las gracias cada día por este tiempo de sacerdocio que culmina en sus bodas de plata, agradece a la Virgen “haber sentido siempre su presencia y protección como verdadera Madre y Reina de los sacerdotes”.