La parroquia de Virgen de Linares cumple 50 años. Este templo diocesano, que lleva el nombre de una de las devociones más antiguas de Córdoba, viene celebrando este aniversario de un modo especial, fortaleciendo los vínculos de la comunidad parroquial y manteniendo la acogida a las personas migrantes, que junto a otras parroquias convierten a la Iglesia en la primera casa al llegar a Córdoba. Juntos componen una parroquia viva, referente de un barrio que allá por la década de los 60 y 70, recibía a muchos cordobeses procedentes de la provincia, atraídos por un desarrollo industrial de la época.
Su párroco es desde hace catorce años Manuel Vida, también delegado diocesano de Migraciones y aclara que Virgen de Linares no es la parroquia de las personas migrantes, pero es aquí también donde la acogida espiritual se materializa en talleres de formación para compartir la fe. Muchas otras los reciben cada día. En este lugar del distrito Sureste de la ciudad, de ello se ocupa una feligresa que como graduada en Ciencias Religiosas se pone al servicio de muchas personas que vienen buscando una vida mejor. “Ellas llegan muy sigilosas, muy en silencio. La mayoría de ellas son cristianas. También se han acercado musulmanas y están un poquito más retiradas. Pero nosotros atendemos a todas, a todas”, explica Asunción Suarez.
Otros talleres están ideados para acelerar la integración, ofreciéndoles habilidades que le permitan encontrar empleo o dominar el idioma. Esta guía resulta fundamental para la persona migrante, que toma así contacto con asociaciones y entidades para mejorar su medio de vida o su vivienda. Ellos van descubriendo poco a poco nuestra vida, nuestra cultura y costumbres y “cuando ya participan en las convivencias tanto de la parroquia como las que ofrece la delegación de migraciones, sienten que tienen una nueva vida”, relata Asun con un cariño que trasluce compresión y acogida porque “vienen cargaditos de problemas”. La población de este distrito urbano ha percibido la presencia de la parroquia en tiempo de crisis. Tras la pandemia, “seguimos asistiendo a todas las personas más necesitadas y con todo lo que la parroquia ofrece, las catequesis y los sacramentos”.
El presente del barrio, en el distrito Fuensanta donde se enclava la parroquia, es su latido constante y en estos días de aniversario las celebraciones vienen a reconocer la labor desarrollada en medio siglo. En este tiempo, la feligresía celebra con gratitud que “los párrocos que han ido pasado han ido animando una pastoral muy concreta”, explica José Ramón Ruiz Cornejo que destaca tres aspectos fundamentales en el recorrido de la comunidad a la que pertenece. De un lado el trabajo conjunto para identificarse como cristianos que caminan en unión; de otro el trabajo realizado para reconocer la función de los ministerios laicales y que el centro de nuestra vida y de nuestra misión como parroquia es la eucaristía, la oración personal y comunitaria para poner en evidencia “la fraternidad en cuanto al servicio mutuo, el compartir la corresponsabilidad” y la sinodalidad, todo un acontecimiento eclesial para la comunidad que unido a la “importancia de salir fuera a evangelizar al barrio, a la ciudad, pero a las periferias, a la gente más pobre, a los que más lo necesitan”. Algo que para este profesor jubilado representa un compromiso laico-político-social.
En estos días de celebración, la parroquia ha desplegado pancartas para convocar a todo el barrio al aniversario. Una exposición de fotografía y la convivencia con comida compartida han dado sentido a un cumpleaños que no olvida la formación como medio de crecimiento comunitario en el barrio. Por eso, el lunes día 13 a las seis y media de la tarde, don Santiago Baena, párroco de mérito de San Rafael que también cumple 50 años, ofrecerá una conferencia. Entre los asistentes encontrará una población bastante mayor que compone el barrio”se dieron estos pisos por los años 70 a familias jóvenes, antes todo era animado por asociaciones que ahora son peñas”, recuerda el párroco, Manuel Vida, que detecta escasa convivencia entre vecinos y anhela “conocerse más y mejor”, algo que no favorece una arquitectura de bloques en cuyo entorno se cierran aulas por la baja natalidad. Esta circunstancia afecta a las catequesis en las parroquias en favor de colegios católicos como Colegio Cervantes, donde los pequeños reciben la formación de inicio de la vida cristiana.
Párroco y feligreses, comparten aniversario junto a las parroquias de La Fuensanta y San Rafael erigidas un día de 24 de octubre, siendo Obispo de Córdoba monseñor José María Cirarda. “Los párrocos llegaron, menos el de la Fuensanta, sin parroquias”, recuerda el párroco. Al principio, la iglesia del asilo Madres de Dios y unos bajos de la calle Miguel de Unamuno, fueron el germen de esta comunidad parroquial hasta que se fundó el templo diocesano.
Manuel Vida es párroco de Virgen de Linares desde hace 14 años. Ahora, como antes, urge la presencia evangelizadora de la Iglesia porque también existe aquí la marginalidad que lleva aparejada la droga y una pobreza que no genera conflicto, pero engendra sufrimiento. Pero la Iglesia está abierto a todos, “creo que el otro día en la comida que tuvimos celebrando el 50 aniversario fue un ejemplo. Allí saludé y les pregunté quién eran y me decían que eran de la calle, que no vivían en un sitio”, apunta como ejemplo de una vida parroquial de puertas abiertas. Esta realidad convive con vecinos que participan en la Parroquia como José Ramón y Asun que se acercan a personas sencillas para anunciar a Cristo. La Parroquia de Virgen sigue caminando para ser ejemplo de convivencia, ayuda al prójimo y evangelización.