El Obispo recibe al nuevo Coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil
APUNTES
AGENDA
SÁBADO, 27 DE MAYO • El Obispo asiste a la ordenación de los obispos auxiliares de Sevilla, Mons. Teodoro León y Mons. Ramón Valdivia, a las 11:00 horas, en la Catedral de Sevilla.
DOMINGO, 28 DE MAYO • Mons. Demetrio Fernández administrará el Sacramento de la Confirmación a un nutrido grupo de jóvenes, a las 19:00 horas, en la Santa Iglesia Catedral.
MIÉRCOLES, 31 DE MAYO • Presentación de la exposición “Ventanas al cielo”, a las 11:00 horas, en el Patio de los Naranjos.
VOZ DEL PASTOR
El Espíritu Santo lo renovará todo
QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:
La fiesta de Pentecostés es como la cumbre suprema del año litúrgico. Ciertamente es la resurrección de Jesucristo el ápice de la vida de Jesús, pero el fruto de la Pascua de resurrección es Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo sobre el corazón de los apóstoles, reunidos en oración con María, la madre de Jesús y madre de la Iglesia.
Son como los dos brazos del Padre eterno: el Hijo, que por su encarnación ha reunido a la humanidad dispersa por el pecado, clavando en la cruz la deuda de toda la humanidad. Y el Espíritu Santo, que interioriza y personaliza toda la obra de Cristo, llevándola a su plenitud por el camino del amor. De esta manera, las tres personas divinas actúan en plena sintonía en la obra redentora y santificadora de toda persona humana que viene a este mundo, y los Tres actúan en sacarnos del pecado y de la muerte para llevarnos al reino de su Hijo querido.
El Espíritu Santo es el último en revelarse, en darse a conocer. Pero hasta que no hay relación personal con el Espíritu Santo, no hay propiamente vida espiritual, vida cristiana, vida en el Espíritu. En efecto, el Espíritu Santo actúa desde el comienzo, aún sin darnos cuenta nosotros de ello, pero cuando nos hacemos conscientes de su acción y le invocamos como persona distinta, nuestra vida se hace del todo espiritual, porque se va disponiendo a ser movida por el Espíritu Santo. La vida cristiana es vida en el Espíritu, es vida movida por el Espíritu Santo. “Los que se dejan mover por el Espíritu Santo, esos son hijos de Dios” (Rm 8,14).
Por tanto, la fiesta de Pentecostés es la venida del Espíritu Santo, que se actualiza por la liturgia en nuestros días. Realmente, en esta fiesta hay una nueva efusión del Espíritu Santo sobre cada uno de los que lo invocamos y sobre la entera humanidad, por la que intercedemos especialmente en este día.
El Espíritu Santo es el autor de la gracia en nosotros. Somos mirados y amados por Dios Padre como hijos amados en el Hijo amado. “Este es mi Hijo amado, en él me complazco” (Mt 17,5). Es lo que escucha Jesús de parte de su Padre y es lo que escuchamos cada uno de nosotros, al unir nuestro corazón al corazón de Cristo. La gracia santificante es ese amor derramado en nuestros corazones, que nos hace criaturas nuevas. Una nueva vida con todo un desarrollo orgánico que potencia y purifica todo lo humano, llevándolo a plenitud. El alma en estado de gracia es el alma en la que reside el Espíritu Santo como en un templo, y en la que el Espíritu Santo es el principio activo más potente de su vida.
De ahí, en este nuevo organismo brotan las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Y las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Con todas las virtudes anejas. Del Espíritu Santo vienen los siete dones: sabiduría, inteligencia, consejo, ciencia, fortaleza, piedad y temor de Dios, que suponen un suplemento para actuar más allá de las virtudes. Los dones funcionan a manera divina, en desproporción a la manera humana de las virtudes.
Y del Espíritu proceden los frutos que adornan el alma y le ayudan a funcionar con soltura: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad (Gal 5,22-23, Catecismo 1832).
A nivel de entera humanidad, a nivel mundial, el Espíritu es el que mueve los corazones humanos en busca de la paz, la concordia, el bien universal. Pedimos el Espíritu Santo para que venga en ayuda de los que rigen los destinos de los pueblos e inspire en ellos sentimientos de solidaridad, de fraternidad, de paz, de comunión. “Envía. Señor tu Espíritu y renueva la faz de la tierra” (salmo 103).
Feliz Pascua de Pentecostés para todos.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
HERMANDADES DE CÓRDOBA
Camino del Rocío,
camino de vida
Hacer el camino, para un rociero, no es sólo una frase o una expresión típica, es una forma de vivir su fe y su devoción, su acercamiento, paso a paso, hacia la Santísima Virgen. “Caminar al Rocío significa entrar en la escuela de María, donde nos enseña y nos ayuda a pedir el Espíritu Santo, a vivir sin miedo, sin temor”, expresaba el sacerdote Eugenio Bujalance, consiliario de la hermandad del Rocío de Lucena, durante su andadura junto a los peregrinos que acompañan a la Hermandad del Rocío de Lucena. Y es que hacer el camino del Rocío recuerda la misión esencial del cristiano, que no es otra que creer en Dios, tener fe y compartirla.
La acción del Espíritu Santo en las almas
Alexis Riaud
Ediciones Palabra
Este clásico sobre el Espíritu Santo trata, sencillamente, de exponer las nociones esenciales que a cualquier cristiano le interesa conocer sobre el papel que le corresponde al Consolador en la obra de nuestra santificación; sobre la naturaleza de esas disposiciones maravillosas recibidas el día de nuestro bautismo, a las que llamamos los dones del Espíritu Santo y por las cuales el Espíritu divino quiere mover de manera eficaz al alma fiel hacia su fin último sobrenatural; y, finalmente sobre los frutos preciosos que estos dones operan infaliblemente en toda alma que se abandona sin reservas a la acción del Espíritu Santo.
El libro está disponible en la Librería Diocesana. Puede realizar su pedido a través del correo electrónico libreria@diocesisdecordoba.es o a través de WhatsApp 655 156 557.
AL TRASLUZ
ANTONIO GIL. Sacerdote
Tres “apostolados” muy sencillos
En Pentecostés celebramos el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar, con el lema: “Juntos anunciamos lo que vivimos”. La jornada de este año, explican los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, “nos invita a todos los bautizados, especialmente a los laicos, a tomar conciencia de la importancia del anuncio explícito de Jesucristo, con palabras y con obras”. La sociedad actual, subrayan los obispos, marcada por la secularización y el pluralismo, se coloca cada día más de espaldas a Dios y la mayoría de las personas viven como si Dios no existiera”.
Hay tres “apostolados” muy sencillos, al alcance de todos. Primero, el Apostolado de la oración, alentado por el papa Francisco, con una larga lista de intenciones cada mes. En este mes de mayo: “Apertura a las necesidades del mundo, descentramiento, disponibilidad, volver a la fuente, servicio”.
En segundo lugar, el “apostolado de la escucha atenta a los lamentos de nuestros hermanos”. Exige paciencia, pero sobre todo, disponibilidad y cordial afecto.
En tercer lugar, el “apostolado de los pequeños gestos”, que consisten en una sonrisa amable, en un pequeño favor, en un breve consejo. «La vocación laical es, ante todo, la caridad en la familia, la caridad social y la caridad política, en un compromiso concreto desde la fe para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad para evangelizar”, nos dice el papa Francisco.