Durante el mes de julio Rute ha celebrado las fiestas patronales en honor a la Virgen del Carmen. El 31 de julio, está previsto el traslado de la Virgen desde su santuario hasta la parroquia Santa Catalina Mártir, a las 21:00 horas.
APUNTES
VOZ DEL PASTOR
De Sínodos y Asambleas
QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:
La convocatoria del Papa Francisco para el Sínodo universal sobre la sinodalidad ha revuelto las aguas de la Iglesia. La Iglesia por su propia naturaleza es sinodal, es comunión, es asamblea. Y en la Iglesia todos hemos recibido la unción del Espíritu Santo, que nos hace profetas. Somos convocados todos a profetizar, a expresar lo que el Espíritu dice hoy a su Iglesia, para nosotros mismos y para los demás.
Ahora bien, es el Espíritu Santo el que habla en nosotros. Y aquí puede venir el equívoco, porque no falta gente que confunde el Espíritu Santo con sus propios pájaros en la cabeza. Se hace necesario un discernimiento, al más puro estilo que san Ignacio propone en sus Ejercicios. Es decir, examinar los espíritus para ver si vienen de Dios o vienen del maligno. Porque el demonio es un especialista para camuflarse en ángel de luz y hacernos pasar por evangélico y de Dios lo que viene del egoísmo, destruye y mata.
En este contexto de sínodos y asambleas quizá la palabra más frecuente sea esa, discernimiento. Es decir, ponernos a la escucha de lo que el Espíritu Santo dice hoy a su Iglesia. Y eso lo vamos descubriendo en el ejercicio del discernimiento.
Un primer criterio de discernimiento es la Palabra de Dios. En ella, Dios sigue hablando hoy a su pueblo, sigue hablando hoy a nuestro corazón. Por eso, se hace necesaria una actitud de escucha al Espíritu en la oración, en el silencio, en la contemplación. No perdemos el tiempo cuando entramos en esa órbita, sino por el contrario, nos ponemos en sintonía con Dios, que quiere guiar nuestra vida y nuestra historia. Si los sínodos y asambleas nos llevan más a la oración, al trato con Dios, a abrir nuestro corazón a su Palabra y a su voluntad, a convertir nuestra vida a Él, bendito sea. Si toda esta movida nos entretiene en palabras y palabras, en reuniones y en grupos, en encuentros a todos los niveles, con gasto de tiempo y energías, y no nos convertimos, eso no viene de Dios.
Un segundo criterio es mirar lo que en todas partes y siempre ha vivido la Iglesia a lo largo de los siglos. Es lo que llamamos Tradición, con mayúscula. La Iglesia y la misión que Cristo le ha encomendado no la vamos a inventar nosotros ahora. La Iglesia nos viene dada como un regalo del Corazón de Cristo. La Iglesia es la Esposa amada, por la que Cristo ha dado la vida para purificarla mediante el baño del agua y la palabra para presentársela ante sí sin mancha ni arruga ni nada semejante (cf Ef 5). Qué bonita es la Iglesia cuando la miramos desde el Corazón de Cristo su Esposo. Cómo ves la Iglesia hoy, me preguntaba un buen amigo hace unos días. Con corazón de esposo, le dije, como Cristo la mira. Y en ese desposorio, cada uno de nosotros somos los hijos de la Iglesia, nuestra madre.
En esa Tradición viva, los santos son la linfa que ha ido vivificando la Iglesia. Acudir a los santos, conocer sus biografías, su historia trenzada del amor de Dios y de la infinidad de pecados humanos, propios y ajenos. Acercarse a los testigos de ese amor, rubricado unas veces con la propia sangre, otras con la entrega de la propia vida por amor hasta el extremo, es lo que vitaliza hoy a la Iglesia en sus asambleas y en sus sínodos. Si de cada asamblea no sacamos la conclusión de que estamos llamados a la santidad, y merece la pena gastar la vida en esa empresa, los sínodos y las asambleas serán estériles, como un metal que sueña o un címbalo de retiñe.
En el seno de esa Tradición viva se inserta el Magisterio de la Iglesia, el del Papa y el de los obispos en comunión con él, y el de todos en la continuidad del caudal de doctrina que los siglos han ido acumulando para la salvación del mundo y de los hombres de nuestro tiempo. Salirse de ese surco es errático, es condenarse a la esterilidad. No puede ahora el Espíritu Santo venir a decirnos algo contrario a lo que ha dicho en ocasiones anteriores. El Espíritu Santo no se equivoca ni nos engaña. Lo que el Espíritu ha dicho a su Iglesia una vez, no lo contradice otra. Por eso, Escritura, Tradición y Magisterio van entrelazados, como nos enseña Vaticano II (Dei Verbum, 10).
Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II calificó como definitiva la doctrina por la que la Iglesia sólo puede ordenar sacerdotes a los varones. Y lo calificó así en virtud de la infalibilidad con que el Espíritu asiste al Magisterio in docendo. No tiene ningún sentido ahora contradecir lo que el Espíritu ha dicho a su Iglesia en un momento dado o hacer propuestas que no brotan de esa escucha al Espíritu, propia del clima sinodal. Dígase lo mismo en su nivel lo referente al celibato sacerdotal, al uso de anticonceptivos directos, a la bendición de uniones del mismo sexo, al aborto en todas las circunstancias, al respeto de la vida en su última fase hasta la muerte natural, etc.
Los sínodos y asambleas no están para contradecir lo que el Espíritu dice a su Iglesia, como si la Iglesia fuera un parlamento civil, que cambia las leyes a demanda de los votantes. Lo que está sucediendo en el Sínodo de la Iglesia en Alemania y que la Santa Sede ha advertido que “no tiene el poder de obligar a los obispos y a los fieles a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevos enfoques de la doctrina y la moral” debe aplicarse a toda la Iglesia. Conozco lugares hoy en los que algunas propuestas erráticas han sido rechazadas, porque no vienen del Espíritu, y no han sido incorporadas a los documentos conclusivos. Y conozco lugares en los que algunas de esas proposiciones erráticas, propuestas por una mínima minoría, han sido inmediatamente incluidas en los documentos conclusivos, faltando al más elemental de los discernimientos.
Sínodos y asambleas. Que Dios nos asista en estos momentos de turbulencias en la sociedad y también en la Iglesia. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre; no os dejéis arrastrar por doctrinas extrañas” (Hbr 13,8-9)
Que tengáis un buen descanso veraniego. Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
Diversión y alegría para el recuerdo
Los meses de julio y agosto en la Diócesis están marcados por las actividades de verano para los niños y jóvenes que están de vacaciones. Cada año se ponen en marcha numerosas actividades en esta época estival lúdico-formativas en las que participan centenares de personas. Más de veinte campamentos se van a celebrar este año y en ellos participarán más de cuarenta parroquias de toda la Diócesis. Unos dos mil niños y jóvenes vivirán sin duda unos días inolvidables que formarán parte de una etapa importante de sus vidas
Patronos de la JMJ Lisboa 2023
San Pablo lanza este libro como una presentación a los jóvenes de la JMJ Lisboa 2023 de los santos patronos de la Jornada.
Cada Jornada Mundial de la Juventud es una peregrinación de fe y de alegría en la que la Iglesia invita a participar a todos los jóvenes. Esta invitación les llega en cualquier parte del mundo y los anima a levantarse y “partir cuanto antes” al encuentro de Jesucristo.
En esta ocasión, la peregrinación intercontinental de la JMJ conducirá a los jóvenes hasta Lisboa. Pero ninguno de ellos hará solo este viaje. Todos irán acompañados por la Virgen María y por los santos y beatos patronos de la Jornada.
El libro está disponible en la Librería Diocesana. Puede realizar su pedido a través del correo electrónico libreria@diocesisdecordoba.es o a través de WhatsApp 655 156 557.
AL TRASLUZ
ANTONIO GIL. Sacerdote
El secreto de la felicidad
Al cierre del curso pastoral en nuestra revista diocesana, hasta septiembre, sería bueno recordar y recordarnos que el gran horizonte de nuestras vidas es la felicidad. «Y tú, ¿qué quieres ser en la vida?», le preguntaron a un chico universitario, en un retiro espiritual. Sin dudarlo un momento, respondió: «Yo lo que quiero es ser feliz». El problema está en elegir los verdaderos caminos para alcanzar la felicidad. En un libro espléndido, que lleva por titulo «Dos regalos maravillosos», de Cristián Sahli, sacerdote, doctor en Derecho, se nos ofrece el secreto, la verdadera clave de la felicidad: «Somos felices cuando nos convertimos en un don para los demás». Es cierto. Al querer a otros, entregando generosamente todo lo nuestro, entendemos que «hay mayor felicidad en dar que en recibir», como se nos dice en los Hechos de los Apóstoles (20, 35).
A veces, muchas veces, nos confundimos y creemos que el secreto de una vida feliz está en el éxito humano, en la acumulación de bienes materiales, en los viajes, en los planes de fin de semana, o en las actividades más originales o peculiares que alguien pueda imaginar. Nos equivocamos. Como dice hermosamente Cristián Sahli, «la felicidad está en dejarse querer por Dios y en amar al prójimo como él lo ama». Ojalá, en este tiempo de descanso, descubramos esa felicidad que el hombre anhela y que, en tantos momentos, solo se centra en «pasarlo bien». Ojalá descubramos la felicidad de ofrecernos siempre a los demás como «fraternal regalo de amor».
APUNTES
VOZ DEL PASTOR
De Sínodos y Asambleas
QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:
La convocatoria del Papa Francisco para el Sínodo universal sobre la sinodalidad ha revuelto las aguas de la Iglesia. La Iglesia por su propia naturaleza es sinodal, es comunión, es asamblea. Y en la Iglesia todos hemos recibido la unción del Espíritu Santo, que nos hace profetas. Somos convocados todos a profetizar, a expresar lo que el Espíritu dice hoy a su Iglesia, para nosotros mismos y para los demás.
Ahora bien, es el Espíritu Santo el que habla en nosotros. Y aquí puede venir el equívoco, porque no falta gente que confunde el Espíritu Santo con sus propios pájaros en la cabeza. Se hace necesario un discernimiento, al más puro estilo que san Ignacio propone en sus Ejercicios. Es decir, examinar los espíritus para ver si vienen de Dios o vienen del maligno. Porque el demonio es un especialista para camuflarse en ángel de luz y hacernos pasar por evangélico y de Dios lo que viene del egoísmo, destruye y mata.
En este contexto de sínodos y asambleas quizá la palabra más frecuente sea esa, discernimiento. Es decir, ponernos a la escucha de lo que el Espíritu Santo dice hoy a su Iglesia. Y eso lo vamos descubriendo en el ejercicio del discernimiento.
Un primer criterio de discernimiento es la Palabra de Dios. En ella, Dios sigue hablando hoy a su pueblo, sigue hablando hoy a nuestro corazón. Por eso, se hace necesaria una actitud de escucha al Espíritu en la oración, en el silencio, en la contemplación. No perdemos el tiempo cuando entramos en esa órbita, sino por el contrario, nos ponemos en sintonía con Dios, que quiere guiar nuestra vida y nuestra historia. Si los sínodos y asambleas nos llevan más a la oración, al trato con Dios, a abrir nuestro corazón a su Palabra y a su voluntad, a convertir nuestra vida a Él, bendito sea. Si toda esta movida nos entretiene en palabras y palabras, en reuniones y en grupos, en encuentros a todos los niveles, con gasto de tiempo y energías, y no nos convertimos, eso no viene de Dios.
Un segundo criterio es mirar lo que en todas partes y siempre ha vivido la Iglesia a lo largo de los siglos. Es lo que llamamos Tradición, con mayúscula. La Iglesia y la misión que Cristo le ha encomendado no la vamos a inventar nosotros ahora. La Iglesia nos viene dada como un regalo del Corazón de Cristo. La Iglesia es la Esposa amada, por la que Cristo ha dado la vida para purificarla mediante el baño del agua y la palabra para presentársela ante sí sin mancha ni arruga ni nada semejante (cf Ef 5). Qué bonita es la Iglesia cuando la miramos desde el Corazón de Cristo su Esposo. Cómo ves la Iglesia hoy, me preguntaba un buen amigo hace unos días. Con corazón de esposo, le dije, como Cristo la mira. Y en ese desposorio, cada uno de nosotros somos los hijos de la Iglesia, nuestra madre.
En esa Tradición viva, los santos son la linfa que ha ido vivificando la Iglesia. Acudir a los santos, conocer sus biografías, su historia trenzada del amor de Dios y de la infinidad de pecados humanos, propios y ajenos. Acercarse a los testigos de ese amor, rubricado unas veces con la propia sangre, otras con la entrega de la propia vida por amor hasta el extremo, es lo que vitaliza hoy a la Iglesia en sus asambleas y en sus sínodos. Si de cada asamblea no sacamos la conclusión de que estamos llamados a la santidad, y merece la pena gastar la vida en esa empresa, los sínodos y las asambleas serán estériles, como un metal que sueña o un címbalo de retiñe.
En el seno de esa Tradición viva se inserta el Magisterio de la Iglesia, el del Papa y el de los obispos en comunión con él, y el de todos en la continuidad del caudal de doctrina que los siglos han ido acumulando para la salvación del mundo y de los hombres de nuestro tiempo. Salirse de ese surco es errático, es condenarse a la esterilidad. No puede ahora el Espíritu Santo venir a decirnos algo contrario a lo que ha dicho en ocasiones anteriores. El Espíritu Santo no se equivoca ni nos engaña. Lo que el Espíritu ha dicho a su Iglesia una vez, no lo contradice otra. Por eso, Escritura, Tradición y Magisterio van entrelazados, como nos enseña Vaticano II (Dei Verbum, 10).
Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II calificó como definitiva la doctrina por la que la Iglesia sólo puede ordenar sacerdotes a los varones. Y lo calificó así en virtud de la infalibilidad con que el Espíritu asiste al Magisterio in docendo. No tiene ningún sentido ahora contradecir lo que el Espíritu ha dicho a su Iglesia en un momento dado o hacer propuestas que no brotan de esa escucha al Espíritu, propia del clima sinodal. Dígase lo mismo en su nivel lo referente al celibato sacerdotal, al uso de anticonceptivos directos, a la bendición de uniones del mismo sexo, al aborto en todas las circunstancias, al respeto de la vida en su última fase hasta la muerte natural, etc.
Los sínodos y asambleas no están para contradecir lo que el Espíritu dice a su Iglesia, como si la Iglesia fuera un parlamento civil, que cambia las leyes a demanda de los votantes. Lo que está sucediendo en el Sínodo de la Iglesia en Alemania y que la Santa Sede ha advertido que “no tiene el poder de obligar a los obispos y a los fieles a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevos enfoques de la doctrina y la moral” debe aplicarse a toda la Iglesia. Conozco lugares hoy en los que algunas propuestas erráticas han sido rechazadas, porque no vienen del Espíritu, y no han sido incorporadas a los documentos conclusivos. Y conozco lugares en los que algunas de esas proposiciones erráticas, propuestas por una mínima minoría, han sido inmediatamente incluidas en los documentos conclusivos, faltando al más elemental de los discernimientos.
Sínodos y asambleas. Que Dios nos asista en estos momentos de turbulencias en la sociedad y también en la Iglesia. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre; no os dejéis arrastrar por doctrinas extrañas” (Hbr 13,8-9)
Que tengáis un buen descanso veraniego. Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
Diversión y alegría para el recuerdo
Los meses de julio y agosto en la Diócesis están marcados por las actividades de verano para los niños y jóvenes que están de vacaciones. Cada año se ponen en marcha numerosas actividades en esta época estival lúdico-formativas en las que participan centenares de personas. Más de veinte campamentos se van a celebrar este año y en ellos participarán más de cuarenta parroquias de toda la Diócesis. Unos dos mil niños y jóvenes vivirán sin duda unos días inolvidables que formarán parte de una etapa importante de sus vidas
Patronos de la JMJ Lisboa 2023
San Pablo lanza este libro como una presentación a los jóvenes de la JMJ Lisboa 2023 de los santos patronos de la Jornada.
Cada Jornada Mundial de la Juventud es una peregrinación de fe y de alegría en la que la Iglesia invita a participar a todos los jóvenes. Esta invitación les llega en cualquier parte del mundo y los anima a levantarse y “partir cuanto antes” al encuentro de Jesucristo.
En esta ocasión, la peregrinación intercontinental de la JMJ conducirá a los jóvenes hasta Lisboa. Pero ninguno de ellos hará solo este viaje. Todos irán acompañados por la Virgen María y por los santos y beatos patronos de la Jornada.
El libro está disponible en la Librería Diocesana. Puede realizar su pedido a través del correo electrónico libreria@diocesisdecordoba.es o a través de WhatsApp 655 156 557.
AL TRASLUZ
ANTONIO GIL. Sacerdote
El secreto de la felicidad
Al cierre del curso pastoral en nuestra revista diocesana, hasta septiembre, sería bueno recordar y recordarnos que el gran horizonte de nuestras vidas es la felicidad. «Y tú, ¿qué quieres ser en la vida?», le preguntaron a un chico universitario, en un retiro espiritual. Sin dudarlo un momento, respondió: «Yo lo que quiero es ser feliz». El problema está en elegir los verdaderos caminos para alcanzar la felicidad. En un libro espléndido, que lleva por titulo «Dos regalos maravillosos», de Cristián Sahli, sacerdote, doctor en Derecho, se nos ofrece el secreto, la verdadera clave de la felicidad: «Somos felices cuando nos convertimos en un don para los demás». Es cierto. Al querer a otros, entregando generosamente todo lo nuestro, entendemos que «hay mayor felicidad en dar que en recibir», como se nos dice en los Hechos de los Apóstoles (20, 35).
A veces, muchas veces, nos confundimos y creemos que el secreto de una vida feliz está en el éxito humano, en la acumulación de bienes materiales, en los viajes, en los planes de fin de semana, o en las actividades más originales o peculiares que alguien pueda imaginar. Nos equivocamos. Como dice hermosamente Cristián Sahli, «la felicidad está en dejarse querer por Dios y en amar al prójimo como él lo ama». Ojalá, en este tiempo de descanso, descubramos esa felicidad que el hombre anhela y que, en tantos momentos, solo se centra en «pasarlo bien». Ojalá descubramos la felicidad de ofrecernos siempre a los demás como «fraternal regalo de amor».