Cáritas Diocesana de Córdoba ha firmado un convenio de colaboración con Diputación de Córdoba de 40.000 euros que irán destinados íntegramente al proyecto del Hogar Residencia “San Pablo”.
APUNTES
VOZ DEL PASTOR
Mandato misionero
QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:
La Iglesia existe para evangelizar, ha recibido de su Fundador este mandato: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio”. Jesús es el evangelio vivo de Dios para los hombres. En él, Dios nos lo ha dicho todo y nos lo ha dado todo. Sobre todo, nos dice constantemente que nos ama, que nos perdona, que nos hace hijos suyos y nos promete la herencia del cielo, nos hace hermanos de todos los hombres y nos envía a ser solidarios de todos, especialmente de los que sufren.
En el evangelio de este domingo, Jesús envía los Doce “de dos en dos”, para hacerles entender que en la misión recibida de él no somos francotiradores ni personajes que trabajan en solitario. La misión siempre es comunitaria para darnos a todos el sentido de Iglesia. Ni por iniciativa propia ni en solitario, sino enviados y en comunidad. La referencia a la comunidad es un rasgo esencial del perfil de evangelizador. Vale para todos los estados de vida: para sacerdotes, para laicos, para consagrados. De dos en dos significa esa referencia continua al mandato misionero, eclesial y comunitario.
Son enviados con poder sobre los espíritus inmundos. Nunca la misión ha sido algo manejable ni a nuestro alcance. Siempre es algo que nos supera y nos desborda, porque nuestra lucha no es contra los poderes de este mundo, sino contra los espíritus del mal, que son más poderosos que nosotros.
Esos espíritus inmundos se camuflan en tantas otras dificultades con las que nos encontramos, llámese presión social, complot mediático, deficiencias personales, fracasos experimentados, rechazo frontal del mundo. Jesucristo que envía, envía con poder, dándonos su Espíritu Santo. “No hemos recibido un espíritu de siervos para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos por el que clamamos: Padre!” (Rm 8,15).
Es decir, Jesús nos ha armado con el Espíritu Santo que nos hace hijos, y por tanto, no hemos de ir con miedo, como si no pudiéramos con la misión encomendada. Ciertamente, la misión nos supera, pero el que nos envía es omnipotente y nos irá dando lo que necesitemos en cada momento. No hemos de ir a la misión encomendada con el alma achicada, con pusilanimidad, sino con el alma engrandecida, aun manteniendo la humildad de quien se sabe incapaz, pero capacitado por el Señor.
Por eso, se les pide a los enviados que vayan en pobreza y desprendimiento. Les pide que no lleven “ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja”. Ni siquiera túnica de repuesto. La misión es próspera y produce fruto allí donde el evangelizador y la misma Iglesia se presentan en pobreza y desprendimiento de todo. Porque parte esencial del Evangelio es ese desprendimiento por el que se manifiesta que esta fuerza es de Dios, y no de los medios con los que contamos. Lo vemos continuamente.
La Iglesia crece allí donde se presenta joven, fresca, dinámica, desprendida, sin recursos propios, sensible ante los pobres. Es lo que le ha prometido su Maestro. Por el contrario, la Iglesia aparece decrépita allí donde su mochila pesa más que sus fuerzas. El evangelio de este domingo es una llamada urgente para aligerar el equipaje. No estamos en la Iglesia para convertirla en un museo, cuyo mantenimiento nos cuesta la misma vida. Es lo que el Papa Francisco llama la autoconservación y autorreferencialidad, en la que tantas veces caemos. Si mantenemos lo que hemos recibido de nuestros antepasados es para evangelizar, y lo que no sirva para eso, habremos de despojarnos de ello, porque nos impediría cumplir la misión encomendada, nos impide evangelizar.
El evangelizador se convierte así en portador de paz. No de una paz que da el mundo, sino de la paz que viene de Dios. Esa paz se ofrece, y la reciba libremente el que quiera. Y de no recibirla, sacudamos el polvo de los pies, y a seguir evangelizando con otras personas. El éxito está garantizado, aunque no sepamos cuándo ni donde.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
III CONGRESO INTERNACIONAL AVILISTA
Seguir leyendoEl III Congreso Internacional Avilista comenzó en el Palacio Episcopal el martes, 29 de junio, con el objetivo de profundizar en la vida y obra del Patrono del Clero Secular Español en el marco del 75 aniversario de la proclamación de San Juan de Ávila. El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, fue el encargado de abrirlo en compañía del alcalde de la ciudad, José María Bellido; el alcalde de Montilla, Rafael Llamas; y el delegado del Gobierno de la Junta en Córdoba, Antonio Repullo.
IGLESIA DIOCESANA
VIVIR LA LITURGIA
Participar: hacer de la vida una liturgia cotidiana
JAVIER SÁNCHEZ MARTÍNEZ
Miembro de la Delegación diocesana de Liturgia
Cuando se participa en la liturgia de modo consciente, activo, interior, la vida se va transformando en una liturgia de lo cotidiano, en un culto vivo y real de las cosas cotidianas, lo ordinario de la vida. Aquello que vivimos en la sociedad, el ámbito familiar y de amistad, el oficio o profesión, el apostolado, etc., son la materia y el lugar donde damos culto a Dios, sirviendo a Cristo y santificándose: ¡la santidad es la liturgia de lo cotidiano, ordinario y oculto!
La liturgia tiene una incidencia real en los creyentes, santificándolos, y así prolongándose en la liturgia existencial de cada bautizado en el mundo.
Cuidar la participación en la liturgia será lograr que los fieles se impregnen bien de aquello que celebran para que sus vidas sean santas en el mundo, transformados para vivir santamente.
Lo nuestro es un culto a Dios en espíritu y verdad que se desarrolla no sólo en el templo, sino allí donde vivimos, luchamos y trabajamos. Es el culto litúrgico de nuestra vida diaria: “Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios” (1Co 10, 31).
La participación interior en la liturgia nos cualifica después para vivir en el Señor, para hacerlo todo su nombre, para vivir luego de un modo distinto y santo, como Cristo, en la liturgia de la vida. Esos son los sacrificios espirituales que ofrecemos a Dios en el altar del corazón. Por eso pedimos: “Señor Jesús, sacerdote eterno, que has querido que tu pueblo participara de tu sacerdocio, haz que ofrezcamos siempre sacrificios espirituales agradables a Dios”.
Lo específicamente cristiano es ese culto en espíritu y verdad que se prolonga en lo cotidiano de la vida: “Os exhorto, pues, hermanos… a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual” (Rm 12,1).
La Eucaristía (y toda la liturgia) es un “misterio que se ha de vivir” ya que genera una “forma eucarística de la vida cristiana”, escribía Benedicto XVI en la exhortación “Sacramentum caritatis”. La fe, sostenida por la vida litúrgica y la Eucaristía, conforma un nuevo modo de vivir, de ser y de estar en el mundo.
Participar en la liturgia es vivir así, de ese modo, haciendo de lo cotidiano una liturgia santa –no identifiquemos participar con intervenir o hacer algo: es mucho más, como estamos viendo-.
¿Sabías que...
la bendición de los peregrinos es tradicional en la Iglesia?
Como indica el Bendicional, en sus números 460 y 462, «las peregrinaciones a los lugares sagrados (…) han de ser tenidas en gran estima en la vida pastoral, ya que estimulan a los fieles a la conversión, alimentan su vida cristiana y promueven la actividad apostólica». Para ello, recomienda: «… con ocasión del comienzo o del final
Sentencias Espirituales
DE SAN JUAN DE ÁVILA
Grupo editorial Fonte
En el marco del 75 aniversario de San Juan de Ávila como patrono del clero secular español se presenta esta obra que recoge más de 1400 pensamientos del Santo Maestro distribuidos por temas diversos: abnegación, amor, Jesucristo, Iglesia, vida interior… Esta distribución hace más fácil y accesible la lectura de las obras del Santo y al mismo tiempo encienden el corazón de quien las lee con deseos de encontrarse con Dios. Más que un libro de lectura se puede tratar de un libro que ayuda a la oración, al crecimiento de la vida interior. Recoge consejos a modo de sentencias que puedan dar luz a la vida del creyente, que ayudan a “olvidadlo todo por acordaros de solo Dios” (sentencia 341).
La obra presentada es una reedición del trabajo que realzaron en su día Ovidio Pecharromán y Juan María Escribano, discípulos del gran avilista Luis Sala Balust. Su trabajo exhaustivo ha hecho posible que tengamos en nuestras manos esta gran obra. Las citas han sido adaptadas a la última edición de las obras completas de San Juan de Ávila (2000- 2003).