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NÚMERO 745 • 13 DE JUNIO DE 2021

BALANCE ECONÓMICO

Las cuentas de un año totalmente extraordinario

LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI EN LA DIÓCESIS DE CÓRDOBA

APUNTES

Confirmaciones en la parroquia Beato Álvaro

El pasado sábado, 5 de junio, en la parroquia Beato Álvaro de Córdoba, 36 jóvenes y adultos recibieron el Sacramento de la Confirmación de manos del Vicario de la Ciudad, Jesús Poyato.

Confirmaciones en Priego

Monseñor Demetrio Fernández administró el sacramento de la Confirmación a un grupo de más de ochenta personas en la parroquia Ntra. Sra. de la Asunción el pasado 4 de junio.

XVI aniversario de la Coronación de la Virgen de la Sierra de Cabra

El viernes, 11 de junio, a las 21:00 horas, tendrá lugar la décima exaltación de las Glorias de María, y el domingo, 13 de junio, a las 12:00 horas, se celebrará la santa misa en el Santuario de María Santísima de la Sierra.

VOZ DEL PASTOR

Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío

QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:

Todo el mes de junio está dedicado especialmente al Corazón de Jesús, porque en junio suele celebrarse la fiesta solemne del Sagrado Corazón de Jesús. Este viernes día 11 celebramos esta fiesta que viene a resumir todos los misterios de la vida cristiana.

El Corazón de Jesús es como el núcleo de todo el Evangelio: Jesús que vive, que habla, que enseña, que sana y devuelve esperanza, que perdona, que llama a seguirle. Con un corazón humano como el nuestro, que siente y padece, que se alegra y se conmueve, que ha experimentado la angustia del abandono y el consuelo hondo de Dios y de los hombres.

Jesús plenamente hombre, en todo semejante a nosotros sin pecado. Su persona es divina y, sin dejar de ser Dios, se ha hecho hombre como nosotros para caminar cerca de nosotros, junto a nosotros. Para hacernos hijos de Dios, partícipes de su herencia que es el cielo, ya adelantado en la tierra.

El Corazón de Cristo nos recuerda contantemente que Dios nos ama, que el único motor de su vida es el amor, nunca la venganza justiciera. El Corazón de Cristo nos está diciendo continuamente que Dios tiene corazón, que es sensible a nuestros sentimientos, que se emociona, se alegra, sufre, nos ama apasionadamente. Y en ese desbordamiento de amor, Dios ha encontrado rechazos, olvidos, ofensas por parte de los hombres. El Amor no es amado!, decía con gemidos san Francisco de Asís.

San Juan de Ávila anunciaba: sepan todos que nuestro Dios es amor, en un contexto luterano en el que a Dios se le aplicaba la justicia vengativa. El Maestro Ávila nos invita a la contemplación de la pasión de Cristo, porque amó más que padeció y por la contemplación de la pasión llegamos a descubrir el calibre de su amor.

Cuando las personas más cercanas a Dios, los santos, se han dado cuenta de que el Amor no es amado y, a pesar de todo, continúa amándonos más todavía; que ese Amor está continuamente perdonándonos y continuamente reciclando nuestras ofensas, devolviéndonos más amor, brota en el corazón humano un deseo grande de reparar tantas ofensas, incluidas las propias, y de colaborar en la redención del mundo. Es lo que llamamos reparación. Se trata de devolver todo el amor que podamos a tanto amor como se nos ha dado, y al que muchas veces respondemos remolonamente. Se trata de restaurar con amor lo que con tanto pecado ha sido destruido o deteriorado.

Llegada la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, es momento de revisar nuestra actitud de reparación. Cómo devolver amor por nuestra parte al amor que nos tiene Jesús. Se trata de un compromiso de amar y de entregarnos más y más a ese Divino Corazón.

Las prácticas de piedad en torno al Corazón de Jesús ayudan a mantener vivo ese fuego de amor: los primeros viernes con confesión sacramental y comunión reparadora; la adoración eucarística, donde el Corazón de Cristo está vivo y palpitante; las letanías del Corazón de Jesús; el fomento del apostolado de la oración, con el ofrecimiento de obras al comienzo de la jornada; la consagración al Corazón de Jesús, etc.

Las apariciones privadas a santa Margarita María de Alacoque (1675) en Paray-le-Monial impulsaron una gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús: “He aquí este corazón que tanto ha amado a los hombres… y en reconocimiento no recibe de la mayoría sino ingratitud”. El Magisterio de la Iglesia y la Compañía de Jesús han explicado y ampliado esta devoción, que nunca pasará de moda, porque nos acerca el corazón de Dios en el corazón de Cristo y nos toca de lleno nuestro corazón humano. Junto al Corazón de Cristo está siempre su Madre santísima. Por eso, al día siguiente celebramos el inmaculado Corazón de María, que ha latido continuamente al ritmo del Corazón de su hijo Jesucristo.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

LAS CUENTAS DE UN AÑO TOTALMENTE EXTRAORDINARIO

POR JOSÉ LUIS VIDAL SOLER

Ecónomo de la Diócesis de Córdoba

El año 2020 ha sido el más excepcional que se recuerda en décadas; la pandemia provocó la práctica paralización de las actividades sacramentales de nuestras parroquias y provocó que nuestras instituciones se volcaran en las tareas asistenciales.

Como en años anteriores, en estas fechas ofrecemos una visión general de los ingresos y gastos del año anterior; cuentas que no son solo las correspondientes al Obispado, sino que consolidan las de todas las instituciones que forman parte de la estructura propia de nuestra Iglesia en Córdoba, las entidades que en los Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede aparecen en su artículo IV; al propio Obispado (Fondo Común Diocesano) se suman las parroquias, el Seminario San Pelagio y el Redemptoris Mater San Juan de Ávila, Cáritas diocesana, la Casa de Convivencias San José, la Casa de Espiritualidad San Antonio, la Casa Sacerdotal San Juan de Ávila, las fundaciones pías no autónomas, Misiones y Obras Misionales Pontificias y nuestra Librería Diocesana.

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VIVIR LA LITURGIA

Significado de las reliquias en el altar: ¡nos interpelan!

JAVIER SÁNCHEZ MARTÍNEZ
Miembro de la Delegación diocesana de Liturgia

Las reliquias en el altar poseen un significado claro “para expresar que todos los que han sido bautizados en la muerte de Cristo, y especialmente los que han derramado su sangre por el Señor, participan de la pasión de Cristo” (Ritual consagración de un altar, n. 20). ¿Y no es esa la vocación bautismal, la vocación cristiana?

Pensemos la enseñanza de la Iglesia:

  • “Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda la vida, incluso la profana, de los creyentes, e impulsándolos a la justicia y al amor, sobre todo respecto del necesitado” (GS 21);
  • “Los laicos, que desempeñan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a cristianizar el mundo, sino que además su vocación se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana” (GS 43).
  • “La obligación principal de éstos, hombres y mujeres, es el testimonio de Cristo, que deben dar con la vida y con la palabra en la familia, en el grupo social y en el ámbito de su profesión” (AG 21), se afirma tratando del apostolado seglar en el contexto de la evangelización ad gentes.

La vida entregada hasta el martirio realmente evangeliza y construye la Iglesia: “constituye un manantial de extraordinaria fecundidad para la edificación de la Iglesia” (Juan Pablo II, Christifideles laici, n. 39).

El mártir entrega su vida por obedecer a Dios antes que a los hombres y sus leyes inicuas. La Iglesia, beatificándolos o canonizándolos, muestra a los mártires como testigos de la Verdad, que es Cristo; como obedientes a Dios y a su Ley antes que a cualquier otra ley humana o que al relativismo moral o al pecado.

El martirio, y la celebración litúrgica de los santos mártires, es desafío al alma, impulso evangelizador, ejemplo alentador.

“Los mártires son quienes hacen presente el sacrificio de Cristo a lo largo de la historia. Son, por así decir, el altar vivo de la Iglesia que no está hecho de piedra, sino de personas que se convirtieron en miembros del cuerpo de Cristo y que expresan así el culto nuevo: la humanidad que con Cristo se transforma en amor” (F. M. Arocena).

Todo esto nos recuerda al contemplar las reliquias de los mártires al pie de nuestros altares.

¿Sabías que...

el silencio en la liturgia es educativo y espiritual?

“Por medio de este silencio, los fieles no se ven reducidos a asistir a la acción litúrgica como espectadores mudos y extraños, sino que son asociados más íntimamente al misterio que se celebra, gracias a aquella disposición interior que nace de la palabra de Dios escuchada, de los cantos y de las oraciones que se pronuncian y de la unión espiritual con el celebrante en las partes que dice él” (Inst. Musicam sacram, n. 17).

LIBRERÍA DIOCESANA

Reilusiónate

Claves para recuperar el sentido de tu llamada

Jaime Sanz Santacruz
Editorial Palabra • Colección dBolsillo

En ocasiones, nos encontramos con personas que han perdido cierta ilusión a la hora de recorrer el camino de su llamada, emprendido, quizá, hace muchos años. Esa luz que ilumina el camino, la senda, la singladura de la propia vida y la vida de muchos otros, puede, a veces, desdibujarse en el transcurso del viaje.

Así como en las ascensiones se requiere de una preparación minuciosa y un campo base que nos sirva de hogar y refugio para reponer fuerzas, en el camino de la vocación también necesitamos aclimatarnos y recargar el ánimo para reiniciar la ascensión, cuando nos hemos quedado sin fuerzas o no hemos alcanzado cumbre como esperábamos.

El autor, el sacerdote Jaime Sanz Santacruz, describe treinta posibles causas de desilusión que pueden presentarse en el camino de la vocación. Junto a cada una de ellas aporta un remedio, que es como se llamaba en los consultorios de los pueblos a las soluciones que se daban al paciente.

Casi todos los remedios que aquí aparecen son consejos sencillos y fáciles de aplicar, que suponen una orientación para que cada uno busque la solución personal a su problema.

El libro está disponible en la Librería Diocesana. Puede realizar su pedido a través del correo electrónico libreria@diocesisdecordoba.es o a través de WhatsApp 655 156 557.

AL TRASLUZ

ANTONIO GIL. Sacerdote

Vivir lo ordinario de forma extraordinaria

Vuelven los domingos del Tiempo Ordinario, centrados principalmente en la vida pública de Jesús. Este tiempo no celebra grandes solemnidades, pero nos invita a vivir lo ordinario de forma extraordinaria. Nos invita a desarrollar esos tres hermosos destellos que configuran nuestros afanes y quehaceres: “Caminantes, sembradores y testigos”. Caminantes hacia la Casa del Padre, con la hoja de ruta marcada por los valores del Evangelio, conscientes de que en la vida no hay caminos maravillosos sino caminantes maravillados. Sembradores con el estilo que marcaran los famosos versos de sor Cristina de Arteaga: “Sin saber quién recoge, sembrad, / serenos, sin prisas, / las buenas palabras, acciones, sonrisas”. Y testigos, refrendando con nuestras vidas la Palabra, la semilla de Dios, arrojada a los surcos abiertos de una tierra que esconde vitalidad, engendra vida.

Hermosa parábola del evangelio en este domingo para vivir este Tiempo Ordinario, tiempo de “letra pequeña”, como el grano de mostaza que crece, echa ramas y los pájaros anidan a su sombra. Y una especial reflexión para todos los sembradores: “Lo primero que tenemos que interiorizar en nosotros es que nuestra tarea es sembrar, no cosechar. No vivir pendientes de los resultados. Y lo segundo, que los comienzos de toda siembra siempre son humildes. Más todavía si se trata de sembrar el proyecto de Dios en el ser humano”. “Alza la mano y siembra, con un gesto impaciente, en el surco, en el viento, en la arena, en el mar…”.

DIEZ AÑOS DE MISIÓN EN PICOTA

JUAN IGNACIO GÓMEZ-LUENGO

«Me impactó la importancia de la comunidad para vivir la fe»

Juan Ignacio Gómez-Luengo participó en la misión el verano de 2017 y desde entonces colabora con la Delegación de Misiones

¿Cómo surgió la idea de realizar un tiempo de voluntariado en Picota?

Había viajado por turismo a algunos países con anterioridad y el año 2016 estuve en El Salvador en donde conocí a Jesús, un misionero español que se encontraba allí en misión y con él tuve un breve contacto con su misión y la inmensa labor que hacían en esa tierra tan necesitada de paz. Ésta leve experiencia misionera me creó una inquietud de conocer más profundamente la vida misionera. Mi hermana que colabora con la Delegación de Misiones de Córdoba me comentó que se estaba organizando la experiencia en Picota para laicos para el siguiente verano y no dudé en apuntarme para el verano de 2017.

¿Qué recuerdas de aquella experiencia misionera?

Desde el primer momento con las reuniones en la Delegación de Misiones para preparar la experiencia hasta el regreso a Córdoba tras nuestro mes en Perú fue un cúmulo de ilusiones, sensaciones y alegría que es muy difícil olvidar. La convivencia con el grupo que fuimos aquel año, la que tuvimos con los sacerdotes cordobeses que estaban en Picota y las hermanas de las distintas congregaciones que atienden la misión y la que sobre todo tuvimos con la gente de allí y las dispersas comunidades a las que nos acercamos en visitas pastorales fue en todo momento motivo de gozo. Estar allí como miembro enviado de la iglesia cordobesa para compartir con nuestros hermanos peruanos la fe que nos une a todos es una experiencia que te marca no solo en esos días, sino para el resto de tu vida.

¿Qué te enseñó la gente que te encontraste allí?

Lo que más me impactó es la importancia de la comunidad para vivir la fe. En aquellos poblados a los que tuvimos la suerte de desplazarnos, retirados de todos sitios, donde en muchos casos sólo reciben la visita de un sacerdote una vez al año, encuentras que tienen una fe muy viva sostenida por la propia comunidad.

Es increíble ver que con tan poco soporte externo son capaces de mantener su pequeña capilla y toda la vida espiritual en torno a ella. Los días que pasábamos por su comunidad, al ir nosotros acompañando al sacerdote, se aprovechaba para celebrar los sacramentos y era curioso vivir en una misma celebración bautizos, comuniones y bodas de varios de sus miembros y que previamente la habían preparado con sus catequistas. Ese día era un día grande para ellos en donde participaba toda la comunidad, ya fuese laborable o festivo, y todos aportaban decorando la capilla, cantando en el coro o preparando la comida para celebrar. El poder participar de ese día con ellos era también para nosotros una fiesta y momento de enorme emoción.

¿Cómo cambió tu vida al volver a tu vida cotidiana?

Indudablemente una experiencia así te marca si la vives con intensidad y desde el prisma de la fe. Al volver a la rutina hay muchas cosas que empiezas a verlas de otro modo distinto al que estabas acostumbrado. Caes en la cuenta que mucho de lo que tienes te ha venido regalado y que se te ha dado sin merecerlo. Que formas parte de una iglesia que en muchos lugares del mundo se juega la vida a diario por los más desfavorecidos y que ésta iglesia además de prestar ayuda material sobre todo lo que llevan es un mensaje de alegría con el evangelio. Todo esto hizo que a mi vuelta quisiera aportar un poquito a hacer ver a los demás la importancia de la iglesia misionera.

¿Mantienes todavía vinculación con la misión diocesana?

Mantengo el contacto sobre todo con las hermanas Obreras del Corazón de Jesús que conocí en Picota y con las que tuve la oportunidad al año siguiente de conocer sus misiones en Paraguay y Argentina, también con alguno de los sacerdotes y seminaristas que también han pasado por allí. Desde mi vuelta, colaboro con la Delegación de Misiones que está muy pendiente de nuestra misión diocesana.