Continúa abierto el plazo de inscripción para participar en la jornada de senderismo enmarcada en la Semana Laudato Sí’ que la diócesis de Córdoba celebrará del 17 al 24 de mayo. Toda la información se encuentra en
APUNTES
La Delegada Territorial de Educación y Deporte, Inmaculada Troncoso, el Delegado Provincial de Desarrollo Sostenible, Giuseppe Carlo Eloisio y el Coordinador Provincial de Educación Ambiental de la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible, Baldomero Moreno, visitaron esta semana el Colegio diocesano Trinidad Sansueña para la presentación y entrega de material del Proyecto EDUCAVES, el cual se basa en promover el cuidado, observación y sensibilización de las aves.
VOZ DEL PASTOR
Un paso adelante: Admisión, Lector, Acólito
QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:
En el camino hacia el sacerdocio ministerial, hay pasos previos que van preparando el corazón de quien se siente llamado. Son momentos muy importantes, porque van afianzando la decisión firme de entregarse al Señor con alma y cuerpo, y para toda la vida. El próximo día 14 de mayo, fiesta del apóstol san Matías, 20 seminaristas de nuestra diócesis de Córdoba dan un paso al frente: catorce de ellos serán admitidos a las Sagradas Órdenes con el rito de Admisión y los demás recibirán el ministerio de Lector o de Acólito, camino del sacerdocio ministerial.
El Rito de Admisión consiste en el reconocimiento público de la vocación recibida. El candidato ha pedido por escrito al Obispo ser admitido a las Sagradas Órdenes, que en su día recibirá, las Órdenes del diaconado y del presbiterado. Y el Obispo procede a presentarlos a la comunidad cristiana, recomendando a todos que se unan en la oración para que estos seminaristas que son admitidos, se vayan preparando cada día mejor a recibir esas Órdenes Sagradas. La vocación ya no es un sentimiento subjetivo, a partir de este momento pasa a ser un hecho objetivo en la vida de la Iglesia. El corazón humano del seminarista percibe por este Rito la certeza de su vocación, que le infunde paz, esperanza, decisión para seguir su camino.
Al Seminario llegan los jóvenes que se sienten llamados, pero no todos son realmente llamados por el Señor. Hay toda una tarea de discernimiento en la que el propio sujeto va viendo, con la ayuda de sus formadores, qué quiere Dios de él.
El paso de la Admisión, refuerza esa certeza, y la vocación al sacerdocio queda afianzada, para seguir preparándose cada día más al sacerdocio que se acerca. En algunos casos, según la normativa eclesial y las propias costumbres, el candidato comienzo a vestir como clérigo. Y de esta manera transmite a toda la comunidad eclesial que su vocación está clara y decidida en esa dirección. El hábito no hace al monje, pero ayuda indudablemente.
Algunos serán instituidos en el ministerio de Lector y otros serán instituidos en el ministerio de Acólito. Son ministerios que la Iglesia conoce desde antiguo y que actualmente la Iglesia confiere también a seglares, hombre y mujeres. En este sentido, se llaman “ministerios laicales” (c. 230, reformado), porque son conferidos a laicos que los ejercerán para bien de la comunidad cristiana. Recientemente el Papa Francisco ha ampliado esta concesión a varones y mujeres. La raíz de tales ministerios es el bautismo, se confieren para el buen funcionamiento de la comunidad y deben ejercerse en espíritu de servicio.
Pero los seminaristas que reciben estos ministerios no deben considerarse “laicales”, sino que los reciben como un anticipo de la Sagradas Órdenes, como un anticipo de otro sacramento, el del Orden sacerdotal, que esencialmente distinto al sacramento del bautismo.
Por tanto, en estos casos son ministerios “clericales” y de naturaleza distinta, aunque la función realizada sea parecida (c. 1035). Son ministerios que ha de recibirse previamente a la ordenación de diácono, y de su recepción sólo puede dispensar la Sede Apostólica. Luego, son otra cosa diferente a los ministerios laicales.
Por el Lectorado, al candidato se le exhorta a sumergirse en la Palabra de Dios, para que la haga alimento de su vida y sea la norma de su conducta. Las funciones a realizar serán las de proclamar la Palabra de Dios en la Asamblea litúrgica, excepto el Evangelio, reservado al diácono. Por el Acolitado, al candidato se le confía el servicio a la mesa del altar y la atención a los pobres; será ministro extraordinario de la comunión, y podrá llevarla incluso a los enfermos en sus domicilios.
Oremos por estos jóvenes de nuestra diócesis que dan un paso al frente en el camino hacia el sacerdocio. La Iglesia diocesana vive con gozo este acontecimiento y quiere apoyar a todos los que, siendo llamados, han respondido generosamente a esa llamada.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
EDUCAMOS ENTRE TODOS
Ana Mª Roldán Roldán. Delegada Diocesana de Enseñanza
Alcanzar la sabiduría: Enseñar el arte de vivir
El arte de saber descansar
Así comenzábamos este conjunto de artículos enfocados a dar pistas para ponernos en camino hacia la verdadera sabiduría de la vida:
“La vida humana no se realiza por sí misma. Nuestra vida es una cuestión abierta, un proyecto incompleto, que es preciso seguir realizando. La pregunta fundamental de todo hombre es: ¿cómo se lleva a cabo este proyecto de realización del hombre? ¿Cómo se aprende el arte de vivir? ¿Cuál es el camino que lleva a la felicidad?” (Joseph Ratzinger, 10 de diciembre de 2000 en Roma)
Y a través de ellos hemos ido desgranado algunos consejos que nos marcan metas, que no se consiguen de un día para otro, que son trabajo de toda la vida: Saber parar y saber esperar, para que la prisa no mate el amor en nuestra vida; aceptar con paz nuestras limitaciones y las de los que nos rodean; saber perdonar y saber pedir perdón; saber aprovechar todo lo que nos pasa para nuestro crecimiento y maduración; ser compasivos y saber cuidar; mantener viva la alegría; tener una mirada contemplativa ante la vida; perseverar en el bien; descubrir dónde está la verdadera felicidad; no tener miedo a la muerte. Si empleamos en esto nuestras energías debemos saber que, sin duda alguna, nos cansaremos.
Es muy humano el cansarse, la actividad nos cansa, la vida esta que vivimos nos cansa. Y es natural, muy natural. Para eso Dios ha puesto la noche y el sueño, para que descansemos del esfuerzo mental y físico de todo el día.
Para eso Dios nos ha dado capacidad de amar, para que nos demos gratuitamente y descansemos haciendo felices a los que amamos y esponjando nuestro corazón. Para eso ha puesto Dios el domingo, para que volvamos a recuperar el horizonte de la vida y encontremos en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía el descanso que repone nuestras fuerzas y nos hace una única familia con esperanza de salvación.
Lo malo es cuando convertimos el descanso en otra cosa diferente. Cuando pensamos que consiste en no hacer nada, en realizar todos nuestros caprichos, en hacer sólo lo que me gusta, en esquivar todos los problemas y sufrimientos, en montarnos un superviaje… Y claro, todo eso se consigue con dinero. Lo malo es cuando la vida nos estresa, cuando el cansancio nos entristece y los deberes nos oprimen. Entonces vienen las recomendaciones de moda: lo que tienes es que hacer yoga, lo que tienes que hacer es saber evadirte, lo que tienes que hacer es cortar con lo que te cuesta, tienes que tener espacios sólo para ti…
El Papa Francisco en Evangelii Gaudium, hablando de las tentaciones de los agentes de pastoral, nos dice: “El problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable. De ahí que las tareas cansen más de lo razonable, y a veces enfermen. No se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado” (82)
El cansancio no es malo cuando se sabe descansar. Jesús, después de enviar a sus discípulos a una actividad intensa de anuncio del Reino, les dijo: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco” (Mc 6, 31). Y también nos dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11, 28). Que dejemos que el Espíritu Santo nos enseñe a discernir cómo podemos descansar y renovar las fuerzas, a encontrar dónde está el fallo en nuestra vida que nos impide encontrar el verdadero descanso.
CELEBRACIÓN DE LA FIESTA DE SAN JUAN DE ÁVILA
«San Juan de Ávila es la exposición del Evangelio unida a la experiencia profunda de Dios»
El Nuncio de Su Santidad el Papa Francisco en España, Mons. Bernardito Auza, presidió la festividad de San Juan de Ávila en Montilla con la celebración de la santa misa a los pies de la urna en la que se conservan los restos del Santo Maestro
VIVIR LA LITURGIA
Diseño y forma del altar con reliquias
JAVIER SÁNCHEZ MARTÍNEZ
Miembro de la Delegación diocesana de Liturgia
El altar fue construyéndose en piedra, fijo, y un factor que influyó fue subrayar la unión de los mártires al sacrificio de Cristo; por ello se construyen de piedra.
Al principio la mesa se colocaba ante la tumba del mártir, luego sobre la tumba misma. La mesa-altar se va transformando en mesa-sepulcro. Cuando se construyan iglesias, pero no es en el sepulcro de un mártir, a partir del siglo IV se pusieron reliquias en la construcción de nuevos altares, los cuales tenían distintas formas según el modo en que se colocasen las reliquias:
- Altares como mesa: las reliquias se ponían en el grosor de la mesa, una mesa casi cuadrada, o en el pie de la columna central que la sostenía;
- Altares como cubo vacío: las reliquias se ponían dentro, en el vacío del altar, y eran visibles a través de llamada fenestella confessionis, un cristal con rejas que permitían ver las reliquias;
- Altares como cubo lleno: las reliquias se ponían bajo el altar y entonces se construía la confesión (o confessio), excavada en el suelo.
En los casos más favorables, es el cuerpo mismo del mártir el que se deposita bajo el altar o dentro de él, o al menos, fragmentos de sus restos. Pero pronto, se conformaron con objetos, sobre todo lienzos, que hubiesen tocado, sino el cuerpo del mártir, al menos su tumba. Estas brandea [velos] se tenían por reliquias verdaderas.
La Edad media llevó más lejos su devoción y no dudó en poner sobre el altar relicarios recubiertos de esmaltes y piedras preciosas.
Más adelante se recurrió a una “piedra de altar” o “ara”, cuadrada, que contenía la reliquia y que se incrustaba en el hueco de la parte superior de la tabla del altar: los cánones lo prescribirían para el altar fijo y también en los altares móviles o portátiles, y se convirtió en praxis habitual hasta la reforma litúrgica del siglo XX.
En definitiva, tanto en Oriente como en Occidente el santo Sacrificio no se celebraba sin la presencia de los mártires; esta práctica se ve claramente en las aras de los latinos, con sus sepulcros-relicarios, y en el antimension de los orientales, pieza de tela, con imágenes de la Pasión de Cristo y cosida la reliquia de un mártir, obligatoria para celebrar la Divina Liturgia.
¿Sabías que...
Unción de enfermos no es algo privado o íntimo entre el sacerdote y el enfermo?
El Ritual de la Unción y de la Pastoral de Enfermos, en su número 123, subraya la importancia de que los familiares participen en la unción: “El enfermo (…) puede recibir el Sacramento (…) donde puedan reunirse al menos los parientes y amigos, los cuales participarán en la celebración”.
Mi madre del cielo
VV. AA.
Editorial Palabra • Colección Libros ilustrados
Hace ya muchos años, en la ciudad de Nazaret, nació una niña, aparentemente igual a las demás. Se llamaba María. ¿Y sabes por qué tuvo tanta suerte? Porque iba a ser la Madre de Jesús.
Así comienza la presentación de este libro de la editorial Palabra destinado al público infantil con el fin de conocer la figura de María de una manera dulce y fácil de entender.
Antes de morir, Jesús pidió a la Virgen María que fuera también nuestra madre. María, al igual que nuestras madres en la tierra, cuida de nosotros. En este libro se habla de las «advocaciones», que son las distintas formas de llamar a la Virgen. Incluso, se muestra cómo en algunos momentos ha bajado a la tierra para ayudarnos.
Como describe la presentación de esta novedosa obra: “La Virgen es nuestra Madre y además es muy poderosa: ¿quién mejor que Ella para contrale nuestras cosas y pedirle ayuda? Además de tu madre, tienes otra que te quiere y te cuida, la del cielo: María”.
El libro está disponible en la Librería Diocesana. Puede realizar su pedido a través del correo electrónico libreria@diocesisdecordoba.es o a través de WhatsApp 655 156 557.
AL TRASLUZ
ANTONIO GIL. Sacerdote
Comunicaciones Sociales: Mensajes esenciales
El día de la Ascensión, 16 de mayo, se celebra la jornada eclesial de las Comunicaciones Sociales, instituida como hermoso fruto del Concilio Vaticano II. Los padres conciliares descubrieron el valor y el poder de los Medios, los calificaron como “instrumentos maravillosos para difundir el Evangelio” y potenciaron su utilización, sobre todo, a partir del pontificado de Juan Pablo II. El fin primordial de esta Jornada es conocer a fondo los Medios, usarlos debidamente, responsablemente, luchar contra “las falsas noticias”, potenciar nuestros canales informativos. He aquí, en síntesis, los mensajes esenciales en la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
- El cristianismo es la religión de la comunicación.. Su mensaje se resume en una persona, en un nombre: Jesucristo.
- Gracias a las redes, el mensaje cristiano puede viajar hasta los confines de la tierra.
- El papa Francisco, en su Mensaje, recuerda el lema de este año: “Ven y verás” (Juan 1,16)
- “La fe cristiana se comunica, dice el Papa, como un conocimiento directo, nacido de la experiencia, no de oídas”.
- La “comunicación pastoral” nos exige abrirnos “al encuentro”. Por eso, dice el Papa a los periodistas, que “hay que desgastar las suelas de los zapatos para buscar historias o verificar ciertas situaciones”.
- “El periodismo, como relato de la realidad, subraya Francisco, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va”.
- Los periodistas e informadores han de tener una mayor capacidad de discernimiento y un sentido de responsabilidad más maduro.
- Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: “A ir, ver y compartir”.
- No lo olvidemos: El evangelio se difundió en el mundo gracias a los encuentros de persona a persona, de corazón a corazón.
- Los evangelizadores, aconseja el Papa, hemos de comunicar “encontrando a las personas donde están y como son”.
DIEZ AÑOS DE MISIÓN EN PICOTA
SILVIA MONTIEL
¿Cómo surgió la idea de realizar un tiempo de voluntariado en Picota?
Aquel año me encontraba en segundo de carrera en el Centro de Magisterio “Sagrado Corazón”. Por la mañana asistía a clase, y por la tarde era voluntaria en el Proyecto IDHEA (Instituto de Derechos Humanos y Educación de Andalucía), en el mismo centro. Siempre había tenido el impulso de viajar para “ayudar”, lo pongo entre comillas porque pronto descubrí que estaba equivocada, al decir que yo ayudo me posiciono en un lugar de superioridad, mientras que esta experiencia la disfruté desde un lugar horizontal, de igualdad, que me permitió empaparme de todo el amor y aprendizaje que me esperaba en un trocito de Perú. De pronto surgió la Misión Picota como parte del Proyecto IDHEA, a través de la Delegación de Misiones, y no tuve dudas, quería ir. Con la ayuda económica del Centro de Magisterio lo conseguí, y aquí estoy, contando mi experiencia.
¿Qué recuerdas de aquella experiencia misionera?
Recuerdo muchos momentos de risas, de emociones, de abrazos, de aprendizaje, de juegos, de competiciones a ver quién sumaba más rápido, y las lágrimas en la despedida.
Todo esto fue posible por la acogida que tuvieron con nosotros, nos abrieron sus puertas y sus corazones de tal forma que nos sintiéramos parte de ellos. Y así fue, yo me sentía una más, como si llevara allí toda la vida.
Un recuerdo que engloba este sentimiento fue la primera vez que fuimos a Primavera, un barrio de Picota en el que estaba presente la Misión. Nada más llegar vino Henri, un niño de 5 ó 6 años, corriendo hacia mis brazos. Fue un reencuentro, a pesar de no habernos visto nunca.
¿Qué te enseñó la gente que te encontraste allí?
El sentido de pertenencia. Hoy en día no es fácil sentir que perteneces, y ellos eran una gran familia en la que todos importan y todos tienen su lugar. Recuerdo una excursión que hicimos con niños y jóvenes de Primavera por la selva, y me admiraba ver cómo unos ayudaban a otros para que nadie se quedara atrás.
¿Cómo cambió tu vida al volver a tu vida cotidiana?
Antes de esta experiencia no me sentía parte de la Iglesia, pero después de aquel mes pude encontrar un refugio en ella, que me consolaría en experiencias futuras y me conduciría a otros voluntariados.
¿Mantienes todavía vinculación con la misión diocesana?
El primer año hablaba mucho con los jóvenes de allí. Actualmente sé de ellos y de la misión por las redes sociales, y alguna conversación con alguno.
Ya no resido en Córdoba, lo que influye en haber perdido el contacto con la misión y con el grupo que viajé, de los que también sé por las redes sociales y alguna que otra conversación.