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APUNTES

Bendición del Belén de la Fundación Cajasol

Monseñor Demetrio Fernández bendijo el pasado sábado, 12 de diciembre, el Belén de la Fundación Cajasol que se podrá visitar hasta el 5 de enero, en la Avenida Ronda de los Tejares, 32.

Los villancicos de Manuel Lombo en Priego

El artista ofreció una sesión de “Cantes de Diciembre” en la parroquia de la Asunción en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad el pasado domingo, 13 de diciembre.

La Salle recibe la visita del Alcalde de la ciudad

El alcalde de la ciudad, Jose María Bellido, y la delegada de Participación Ciudadana, Mayores y Solidaridad, Eva Contador, visitaron el Colegio La Salle para conocer de cerca el trabajo que desarrolla Proyde.

Canal Sur retransmitirá la misa desde Priego

El domingo 20 de diciembre, a las 9:30 horas, retransmitirá en directo Canal Sur la eucaristía desde la parroquia Ntra. Sra. de la Asunción de Priego de Córdoba, presidida por el Obispo. La misa coincide con las celebraciones en honor a San
Nicasio, patrón de Priego.

VOZ DEL PASTOR

Se acerca la Navidad

QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:

En nuestro ambiente actual, Navidad suena a muchas cosas. Suena a bulla, a regalos y compras, suena a fiesta, a reunión de familia, a encuentro, a tiempo de vacación y descanso. Suena a alegría de los niños, a añoranza de los mayores, a nostalgia de los que nos ha precedido y ya no están entre nosotros. Decir Navidad es decir todo esto y mucho más.

Sin embargo, Navidad es una persona. Navidad es Jesucristo, el Hijo de Dios que nace como hombre para compartir la vida humana en su etapa terrena y llevarla a plenitud en el cielo. Navidad es María, su madre bendita; y junto a ella, su esposo san José. Navidad son los ángeles que anuncian la buena noticia, son los pastores que van corriendo a ver al Niño, son los Magos que vienen de Oriente guiados por una estrella. Navidad es la irrupción de Dios en la historia humana, para hacer de esta historia el lugar de su gloria, llevando a plenitud la historia humana y en ella a todos y cada uno de sus componentes.

¿No tiene que ver lo uno con lo otro? –Si, está íntima y profundamente relacionado lo uno y lo otro. Pero una vez más hemos de ir a lo esencial, al fundamento de todo, a no quedarnos por las ramas, sino ir a la raíz del acontecimiento.

Y lo fundamental de la Navidad es la persona, no las cosas, ni el ruido, ni la fiesta.

En primer lugar, la persona de Cristo. Hacemos fiesta porque ha nacido el Hijo de Dios. Llegada la plenitud de los tiempos, Dios ha enviado a su Hijo, que ha nacido de mujer y se ha hecho hombre, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado. La relación del hombre con Dios se llena de estupor al contemplar que Dios se ha hecho uno de los nuestros. Nos llena de asombro tanta cercanía de Dios, tanta ternura, tanto amor. Para que ya no nos sintamos solos, sino que alentados por esa profunda y metafísica solidaridad de Dios con nosotros, se llene nuestro corazón de esperanza, la esperanza de los hijos de Dios.

Junto a Jesucristo, su Madre Santa María. Para realizar la obra de la redención de los hombres, Dios ha elegido una mujer y la ha colmado de gracias, la ha hecho inmaculada, la ha dotado de la capacidad de ser madre sin dejar de ser virgen, para luego dárrnosla como madre nuestra. Dios ha elegido a una mujer, bendita entre todas las mujeres, señalando así la más alta dignidad de la persona humana en una mujer privilegiada.

Y junto a María, san José, al que dedicamos especialmente este año. Es una figura grandiosa, humilde y escondida, pero es una pieza fundamental para que Jesús haya nacido como hombre.

Y junto a María, san José, al que dedicamos especialmente este año. Es una figura grandiosa, humilde y escondida, pero es una pieza fundamental para que Jesús haya nacido como hombre. Él no es el padre biológico de Jesús, como dejan claramente expresado los relatos evangélicos, pero ha acogido en su casa a María y al Niño, y éste ha podido nacer y crecer en una familia cobijado por el amor de sus padres. José ha puesto su vida entera al servicio de Jesús y María, ha cumplido su misión en la entrega total de su vida, es el hombre justo a quien Dios ha confiado a su Hijo y a su Iglesia, la principal hazaña humana.

Por eso, la alegría de la Navidad tiene pleno sentido. Hacemos fiesta y hacemos bulla, porque celebramos un acontecimiento histórico que ha transformado la historia. Pero aunque no hubiera fiesta externa, ni ruido, ni bulla, celebraríamos también la Navidad. Porque Dios sigue estando cerca de nosotros, incluso cuando nosotros nos olvidamos de él.

Por eso, en Navidad hemos de acercarnos más a él, que viene a nosotros en los sacramentos, en una buena confesión y con una fervorosa comunión.

Navidad es también la fiesta de los pobres, pues a los pobres viene a salvar este Niño de Belén. La profunda solidaridad que este Niño ha establecido con su nacimiento, con su Navidad, nos hace salir al encuentro del que no tiene, llevándonos a compartir lo que tenemos. Por causa de la pandemia, muchas personas están solas, y hemos de acercarnos a ellas especialmente en estos días. Otras, no tienen casa, ni trabajo, ni esperanza. Podemos acercarnos para hacerles partícipes de la alegría de la Navidad. La Navidad nos abre los ojos ante la dignidad humana despreciada, pisoteada, ninguneada. La Navidad, el nacimiento del Señor, viene a dignificar la persona humana. Abramos nuestro corazón, y saldremos todos ganando.

Feliz y santa Navidad. Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

EDUCAMOS ENTRE TODOS

ROSA MARÍA QUERO PÉREZ. Animadora Laudato Si´del MCMC

EDUCAR PARA UNA ECOLOGÍA INTEGRAL

Ante la actual crisis socio-ambiental, apostamos por una ecología integral

La encíclica Laudato Si´ del Papa Francisco, cumple cinco años y este aniversario coincide con un momento crítico, el de una pandemia mundial, situación que nos hace caer en la cuenta de que el mensaje profético de la Laudato Si’ está, si cabe, más vigente que en el momento de su publicación.

Esta crisis nos brinda la oportunidad de convertirnos y dar un giro a lo “ecológico “ en el sentido de que debe incluir al ser humano en toda su complejidad y donde nos enfrentemos a la pobreza, pero con los desafíos medioambientales. Como el Papa Francisco nos recuerda, “todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades” (LS, 14).

La COVID-19 nos ha hecho caer en la cuenta de que en el mundo “todo está conectado”, idea que atraviesa toda la encíclica (cf. LS 16, 117, 138), y los retos que se nos presentan, deben plantearse desde un enfoque integral, “dado que todo está íntimamente relacionado, y los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial” (LS 137).

Desde esta perspectiva, abordamos la idea de ecología integral que propone el Papa y que abarca todas las disciplinas, medio ambiente, economía,

política, ciencias sociales, cultura, así como, nuestros modos de relacionarnos en la vida cotidiana. En estas interrelaciones el principio del bien común se vuelve ineludible ya que abarca tanto la dimensión humana como la dimensión social (cf. LS 138, 156).

Con esta cosmovisión, dibujamos el camino para conseguir la conversión ecológica a la que nos llama Francisco (LS 10):

En primer lugar, asumimos nuestra conversión en relación con Dios, que nos lleva a la restauración de la armonía con nuestro Creador, ya que el hombre no tiene derecho a pisotear ilimitadamente las maravillas de la creación de Dios. En consecuencia debemos aceptar nuestra responsabilidad, sabiendo que los seres humanos dependemos completamente de Dios para nuestra existencia, y en humildad, se hace indispensable desarrollar una espiritualidad dónde conectemos con la naturaleza (otras criaturas), porque Dios creó el mundo con un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar.

Otro paso es nuestra conversión con la naturaleza. Debemos admitir que el hombre contribuye a la degradación del medio ambiente y la raíz del problema radica en la concepción que tenemos, de que la ciencia tiene prioridad sobre todo, como consecuencia del paradigma tecnocrático dominante en el mundo (cf. LS 106). En muchas ocasiones, a causa de esta arrogancia el ser humano no es capaz de alcanzar la felicidad.

Avanzamos en la conversión de nuestra relación con los demás. Cuando los cristianos nos enfrentamos al problema del medio ambiente, naturalmente debemos hacerlo con un amor sincero por nuestro prójimo, y admitir que tenemos la obligación de abordar la cuestión social de los pobres y discriminados.

El problema de la pobreza humana y el problema del medio ambiente comparten la misma raíz (cf. LS 56), por tanto para fomentar una ecología integral debemos ser solidarios y tomar en consideración la justicia entre generaciones, incluidas las generaciones futuras y no caer en el individualismo (cf. LS 159, 162).

Y por último, la conversión hacía uno mismo. Sin una renovación de la humanidad, la renovación de la naturaleza será imposible, y sin un humanismo adecuado, esto será inalcanzable (cf. LS 116), de manera que los avances del hombre y de la ciencia no deben ser despreciados, sino que es necesario establecer unos límites a nuestras actuaciones y así conseguir una moral renovada. Una de las dificultades para tomar en serio este desafío viene del concepto de autodonación del hombre, por el que no somos capaces de reconocer al otro como un igual, como un otro yo, como una prolongación de mí mismo, donde el diferente me abre la posibilidad de crecer, dando lo que a su vez, a mí se me ha dado y no sólo movernos por el principio de reciprocidad. Como conclusión: “No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS 118).

Benedicto XVI ya habló sobre “Ecología Humana” o “Ecología del Hombre”, poniendo las bases de la ecología integral propuesta por Francisco, donde los seres humanos formamos parte del ecosistema: “También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana” (Discurso ante el Bundestag en 2011).

TEMA DE LA SEMANA

Cáritas Diocesana de Córdoba duplica la atención en el año de la pandemia

El Delegado Diocesano de Cáritas Córdoba, Pedro Cabello, anima a los cordobeses a colaborar con Cáritas Diocesana en la campaña de Navidad dedicada a las personas sin hogar y preocuparse por las que no tienen recursos «con pequeños detalles desde la cercanía del amor de Dios»

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VIVIR LA LITURGIA

Fieles laicos y Liturgia de las Horas

JAVIER SÁNCHEZ MARTÍNEZ
Miembro de la Delegación diocesana de Liturgia

Con suma claridad, afirmó el Concilio Vaticano II: “Se recomienda, asimismo, que los laicos recen el Oficio divino o con los sacerdotes o reunidos entre sí e inclusive en particular” (SC 100).

La Liturgia de las Horas, llamada también Oficio divino, es oración de toda la Iglesia: eso incluye a cada uno de sus miembros, sea clérigo o seglar, consagrado por votos o unido en santo matrimonio. Cada bautizado, con esta plegaria, realiza la “oración pública de la Iglesia” (SC 98), se constituye en Iglesia orante, incluso si está solo en su hogar orando o de rodillas ante el Sagrario.

Unos tienen encomendado la obligación de rezar la Liturgia de las Horas, los monjes y monjas en el coro, y los obispos y sacerdotes, garantizando así que cada día se eleve la oración de alabanza y súplica de la Iglesia. Es un encargo: asegurar ininterrumpidamente la Liturgia de las Horas. Deben dedicarle tiempo y amorosa entrega, también los sacerdotes, orando por sus fieles y en nombre de sus fieles.

Pero esto no significa que la Liturgia de las Horas sea una oración clerical y que pertenezca sólo a ellos, sacerdotes y religiosos, y que está lejos de la espiritualidad y vida de los seglares que no la necesitarían.

Su naturaleza eclesial es la que llama a todos, fieles laicos incluidos, a amar el Oficio divino y rezarlo. ¡Qué bien lo dice el Catecismo!: “La Liturgia de las Horas está llamada a ser la oración de todo el Pueblo de Dios” (CAT 1175).

Enriquece la vida litúrgica y espiritual. Cuando se descubre en una convivencia, en una peregrinación, en campamentos católicos, catequesis de adultos, retiros, grupos de post-cursillos, etc., se alegran de este tesoro de vida interior y disfrutan con su oración cotidiana por la mañana (las Laudes) y al atardecer (Vísperas). Es una fuente de gracia para la plegaria personal, para orar juntos el matrimonio o en familia. Se ora como Iglesia, con toda la Iglesia, rezando todos lo mismo en cualquier parte del mundo.

Ahora es más fácil aún: la Conferencia Episcopal Española ofrece –al iniciar este Adviento 2020- una app muy práctica. Sólo hay que descargarla en el móvil y tenemos a mano la oración misma de la Iglesia. Hagamos campaña de difusión. La oración con la Liturgia de las Horas va a enriquecer la vida cristiana.

En las celebraciones sacramentales, todos estarán de pie en el rito sacramental (consentimiento matrimonial, imposición de manos, unción del altar, etc.) y durante la plegaria solemne (plegaria de ordenación, dedicación de iglesias, etc.).

¿Sabías que...

Lo normal es cantar el salmo responsorial

Como indica el Misal en su número 61, el salmo se debe cantar, al menos en su respuesta: “Se ha de procurar que se cante el salmo responsorial íntegramente o, al menos, la respuesta que corresponde al pueblo”.

LIBRERÍA DIOCESANA

La bendición de la Navidad

Papa Benedicto XVI
Herder Editorial

El libro contiene meditaciones escritas por el Papa Benedicto XVI durante la época en que fue arzobispo de Múnich

Este pequeño libro, profusamente ilustrado con imágenes en color, contiene las meditaciones escritas por el Papa Benedicto XVI durante la época en que fue arzobispo de Múnich. Los textos fueron redactados como sermones, artículos de prensa o intervenciones radiofónicas para un amplio público lector y oyente. Las láminas recorren el tema de la Navidad a lo largo de la historia de la pintura europea. En palabras del autor, la Navidad es la fiesta más humana de la fe, puesto que nos hace sentir de la manera más profunda la humanidad de Dios. En ningún otro lugar se puede percibir como en el pesebre lo que significa que Dios ha querido ser Dios con nosotros, un Dios con el que nos tuteamos porque nos sale al encuentro como un niño. Así, la Navidad es también de manera especial una fiesta que invita a la meditación, a la contemplación interior de la palabra. Estas meditaciones muestran una vez más a Joseph Ratzinger como un hombre espiritual que sabe llegar con su mensaje tanto a la inteligencia como al corazón.

El libro está disponible en la Librería Diocesana. Puede realizar su pedido a través del correo electrónico libreria@diocesisdecordoba.es o a través de WhatsApp 655 156 557.

AL TRASLUZ

ANTONIO GIL. Sacerdote

La "tormenta inesperada"

Dos miradas para despedir este año tan difícil como dramático: «Antes de la pandemia y en la pandemia». En el inicio del curso 2019-2020, la programación pastoral a punto, tantos paisajes como tareas para una evangelización siempre nueva, acorde con los tiempos y en línea con lo que el papa Francisco nos sugería en su Exhortación apostólica La alegría del Evangelio: «Procura siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio, en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección no es posible».

Y de pronto, «densas nieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y de un vacío desolador que paraliza todo a su paso». Fueron las palabras pronunciadas por el papa Francisco, momentos antes de su bendición Urbi et Orbi, en la silenciosa plaza de san Pedro. La pandemia, de forma imparable, nos fue sumiendo en una «caravana de ausencias», entre miedos y desesperanzas.

Pero la Iglesia diocesana dejó abiertas sus puertas, invocando la responsabilidad de todos, para que pudiéramos dirigirnos a Dios, en las celebraciones litúrgicas y en los afanes pastorales. La diócesis de Córdoba se ha mantenido en primera línea, ha redoblado sus esfuerzos generosamente, ha continuado realizando, cuando más falta nos hacía, su evangelización cercana, serena, generosa. Como proclamaba el Santo Padre, «necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza».

El obispo de la Diócesis, monseñor Demetrio Fernández, en su carta pastoral al inicio de este curso 2020-2021, nos ha animado al reto de esta hora: «¡No tengáis miedo! Abrid las puertas a Cristo», evocando el grito de san Juan Pablo II. Y subraya el prelado: «Ante esta situación tan excepcional, sabemos que Dios conduce los hilos de la historia y sabe lo que mejor nos conviene en cada momento. A su providencia nos acogemos».