Monseñor Demetrio Fernández ha nombrado recientemente a Antonio Barragán Calderón párroco de las parroquias de San Antonio Abad de Obejo y de San Pio V de El Vacar. El presbítero tomó posesión el pasado fin de semana en una ceremonia a la que acudió el obispo de la Diócesis.
VOZ DEL PASTOR
Por la Inmaculada, ocho nuevos diáconos
Día del Seminario 2020
QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS:
Este año la fiesta de la Inmaculada viene cargada de gracia para la diócesis de Córdoba: ocho nuevos diáconos, que en junio podrán ser ordenados presbíteros, si Dios quiere. Estamos muy contentos de este acontecimiento feliz para nuestra diócesis.
La fiesta de la Inmaculada es una fiesta gozosa en pleno adviento. María es la primera redimida, la mejor redimida, el fruto más maduro de la redención de Cristo. En ella, Dios se ha explayado y la ha colmado de gracias y bendiciones. Si el pecado es nuestra mayor desgracia, la santidad de María es la mayor de las gracias, porque Dios ha preparado de esta manera una digna morada para su Hijo, que se hace hombre en el seno virginal de María.
Ella no conoció pecado, ni siquiera el pecado original. La experiencia humana nos dice que en nuestro corazón hay un desajuste entre el bien que queremos y no alcanzamos y el mal que no queremos y en el que caemos constantemente.
La revelación de Dios nos aclara que ese desajuste es fruto del pecado. El pecado introduce una separación de Dios que sólo la gracia podrá sanar. Jesucristo ha venido para eso, para restablecer la relación rota, para hacernos hijos de Dios, para abrirnos de par en par las puertas del cielo. Esperamos y deseamos que Jesucristo vaya anudando nuestra relación con Dios, haciéndonos parecidos a él. Será trabajo de toda nuestra vida, pero estamos seguros de que Dios, que nos ha hecho hijos suyos por el bautismo, llevará a feliz término la obra de redención en cada uno de nosotros, y vale la pena colaborar en esta preciosa tarea.
En María Dios se volcó plenamente desde el principio, desde su concepción. Libre del pecado original, toda su vida ha sido un sí creciente a la voluntad de Dios. En ella no hay sombra de pecado alguno. Qué belleza. Y ella lo ha recibido para compartirlo con nosotros. Es madre de la gracia, y a través de ella Dios nos va concediendo su gracia para hacernos santos.
La fiesta de la Inmaculada es fiesta de alegría por ella y de esperanza para nosotros, que somos pecadores. Mirándola a ella vemos a dónde nos quiere llevar Dios, teniéndola a ella se acrecienta nuestra esperanza de llegar a la santidad a la que Dios nos llama. La Inmaculada tira de nosotros y nos eleva a su nivel para hacernos partícipes de su gracia y de su santidad.
Y en este día grande nos llega la grandeza de ocho nuevos diáconos. No es una sorpresa, pues viene fraguándose hace años, pero cuando llega, la alegría es desbordante. Cada vocación es un milagro de Dios hoy, con la que está cayendo. Dios sigue llamando, él quiere dar pastores a su pueblo y encuentra eco en el corazón de estos jóvenes que le dicen sí, como María, para siempre.
En el diaconado el Espíritu Santo configura el corazón del que es llamado para hacerlo como el de Cristo, siervo, esposo, buen pastor. El candidato asume el compromiso del celibato por el Reino de los cielos para toda la vida.
Para amar sin medida a todos, para servir a los pobres, para oficiar en nombre de Cristo y de la Iglesia algunos sacramentos. El diácono hace promesa de obediencia al obispo, se compromete al rezo de la Liturgia de las Horas completa, recibe el Evangelio de Cristo para ser su mensajero. Estos jóvenes concluyen este año sus estudios y su preparación para el sacerdocio, y la diócesis de Córdoba se va renovando con sangre nueva, con nuevas energías. Damos gracias a Dios, y a la Inmaculada los encomendamos.
Por causa de la pandemia, no pudimos tener el Día del Seminario en la fiesta de san José (19 marzo). Por eso, la tenemos en la fiesta de la Inmaculada. Sed generosos, pedidle a Dios que nos envíe más jóvenes para ser sacerdotes al servicio de nuestra diócesis y colaborar con vuestra aportación económica. Es una buena inversión.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
EDUCAMOS ENTRE TODOS
ROSA MARÍA QUERO PÉREZ. Animadora Laudato Si´del MCMC
EDUCAR PARA UNA ECOLOGÍA INTEGRAL
La luz que ofrece la fe
En el desarrollo de la encíclica Laudato Si´ hemos analizado la crisis ecológica y sus causas, como un conjunto de procesos en distintos ámbitos que combinados generan desafíos ecológicos en el actual sistema. Es una crisis multidisciplinar y sistémica.
En este escenario, de colapso: ¿Qué papel juegan las religiones?
Laudato Si´ nos pone en guardia sobre el dilema científico y nos invita a revisar nuestras creencias, ideas y prácticas. La Iglesia Católica, abierta al dialogo entre fe y razón, provee de formas de pensar que permiten una praxis social en el desarrollo de la Doctrina Social, reflexionando sobre las realidades de la vida del hombre en la sociedad, a la luz de la fe y la Tradición. Los datos científicos son iluminados por la fe, que nos da la sabiduría necesaria, para un mejor cuidado de la naturaleza y de los hombres más débiles.
El papa Francisco trata lo que denomina el “Evangelio de la Creación” y advierte sobre la importancia de interpretar el Génesis de manera adecuada para no inducir al hombre a una “explotación salvaje de la naturaleza, presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo” (LS 67).
Según esta encíclica, “la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra” (LS 66). En esta relación, Dios “está presente en lo más íntimo de cada cosa sin condicionar la autonomía de su criatura” (LS 80), pero no se olvida de que la plenitud de la criatura está en Dios mismo. En la carta a los Colosenses, como lo recuerda en el número 99, se expresa que “Todo fue creado por él y para él”, lo que muestra que el destino de la creación pasa por el misterio de Cristo, que se ha insertado, por medio de la Encarnación, en el cosmos creado.
Francisco señala que “El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, eje de la maduración universal” (LS 83), de donde podemos deducir, que las criaturas de este
mundo ya no se nos presentan, sólo como una realidad de la naturaleza, sino que el Resucitado las envuelve y las orienta de modo que todo está lleno de su presencia.
Aparece entonces el rol del hombre, que es el de conducir a todas las criaturas al encuentro con Dios. La historia y la experiencia del pueblo cristiano van adecuando el destino del hombre y de los pueblos que están llamados a la comunión con Dios, y para poder realizar esta misión, el desafío del hombre es ser imagen de Cristo.
La ley de Cristo no depende de los hombres, sino que está fundamentada en el amor a Dios y al prójimo, lo que nos llevaría a realizar nuestros actos, movidos por el Espíritu, dotándolos de una categoría moral y encaminando nuestra misión evangelizadora al desarrollo integral del hombre que es la idea de “ecología integral” que propone el Papa Francisco.
TEMA DE LA SEMANA
La ordenación diaconal no es solo el paso previo al sacerdocio, sino que implica un cambio en el que los seminaristas afianzan su sí al Señor. Un momento que los acerca más aún a amar a Jesucristo y a servir a la Iglesia en su vocación más profunda. Por eso, el martes, 8 de diciembre, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, la diócesis de Córdoba estará de enhorabuena. Ocho seminaristas del Seminario diocesano “San Pelagio” y del Seminario Misionero “Redemptoris Mater San Juan de Ávila” serán ordenados diáconos en la Santa Iglesia Catedral, a las 11:00 horas, en una ceremonia presidida por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández. Ellos son:
Guillermo Padilla (32 años), Pablo Fernández (27 años), Miguel Ramírez (24 años), Fernando Suárez (34 años), Narcisse Kouame (31 años), José Antonio Valls (24 años), Isaac González (40 años) y Bernard Giancarlie (31 años)
VIVIR LA LITURGIA
La Iglesia honra a sus mártires
JAVIER SÁNCHEZ MARTÍNEZ
Miembro de la Delegación diocesana de Liturgia
Con motivo de la próxima Beatificación de nuestros mártires, veamos cómo la Liturgia los honra, con esta serie de artículos: “Liturgia y mártires”.
El año litúrgico conmemora los misterios de Cristo y su redención en los distintos ciclos (Navidad y Pascua) con tiempos litúrgicos de preparación intensiva (Adviento y Cuaresma respectivamente), teniendo como fiesta primordial el domingo.
Pero muy pronto, siglos II-III, la Iglesia rindió culto a los mártires, incorporando el aniversario de su martirio a su calendario, para que anualmente se celebrase. Fue un enriquecimiento y ampliación del año litúrgico, con el complemento de un ciclo santoral que se inició con los mártires y que, posteriormente, incluirá tanto el culto mariano (solemnidades de la Virgen, advocaciones, etc.) como el culto a los confesores (grandes Padres de la Iglesia y obispos, vírgenes, santas mujeres, misioneros, educadores, santos dedicados a la caridad, etc.).
Los mártires fueron asociados al sacrificio de Jesucristo, “el Testigo (mártir) fiel” (Ap 1,5). Las primeras generaciones cristianas recogían sus restos con veneración y los depositaban en un lugar decoroso. Cada año los fieles, presididos por su obispo, se reunían junto a los sepulcros de los mártires en el día del aniversario de su martirio, llamado “dies natalis” (día del nacimiento a la vida celestial), y celebraban la Eucaristía en su memoria. El culto a los mártires, invocando su intercesión, robustecía la entereza y la fidelidad de los fieles que se veían sometidos a periódicas persecuciones. La abundancia de las “Actas de los Mártires” y de las “Pasiones” en los tres primeros siglos manifiesta no sólo el número elevado de martirios, sino también el arraigo progresivo del culto a estos testigos de la fe. En estos documentos se narra la vida del mártir y se relata –con tonos incluso de plegaria eucarística– su martirio glorioso.
Al anotar el “dies natalis” y el lugar de su “depositio” o sepultura, se da origen a los calendarios cristianos, en un primer momento en ámbito local, por diócesis o regiones.
A partir de la paz constantiniana el culto a los mártires cobra mayor auge y popularidad: los sepulcros, pequeñas capillas o ermitas llamadas “cella memoriae”, se transforman en basílicas, y el altar para la Eucaristía se coloca sobre el sepulcro del mártir o sobre el lugar de su “confesión” o martirio, plasmando arquitectónica y litúrgicamente la visión del Apocalipsis: “Vi al pie del altar las almas de los que habían sido degollados por causa de la Palabra de Dios” (Ap 6,9).
¿Sabías que...
es muy recomendable que se hagan homilías?
Como dice el Misal en su número 65, la homilía no es un añadido a la liturgia y, además, no debería faltar: “La homilía es parte de la Liturgia, y muy recomendada, pues es necesaria para alimentar la vida cristiana”. Breve, bien preparada y cuidando también la oratoria (la forma de decir).
Un cuento de Navidad para Le Barroux
Natalia Sanmartin Fenollera
Editorial Planeta
«Mi madre creía en las hadas y en los dragones, decía que creía en todos esos seres legendarios que la memoria de los hombres no recuerda ya. No es que estuviese segura del todo. No creía en las hadas del mismo modo en que creía en Dios, en la Virgen o en los santos. Solo decía que podían haber existido cuando el mundo apenas estaba en pañales y los hombres aún no se habían acostumbrado a los regalos fabulosos de Dios». Un cuento de Navidad para Le Barroux narra la historia de un niño sin madre que pregunta incansablemente a Dios si lo que ella le contaba sobre Belén, el cielo y las estrellas ocurrió en realidad. Día tras día, durante tres largos años, implora una señal. Hasta que llega la tercera Navidad…
El libro está disponible en la Librería Diocesana. Puede realizar su pedido a través del correo electrónico libreria@diocesisdecordoba.es o a través de WhatsApp 655 156 557.
AL TRASLUZ
ANTONIO GIL. Sacerdote
La Inmaculada: “El consuelo de Dios”
Llega en el corazón del Adviento, la solemnidad de la Inmaculada Concepción, una de las fiestas más entrañables del año en la liturgia de la Iglesia y en el corazón de los cristianos. La Iglesia nos recuerda que María, la madre de Jesús, fue liberada por Dios del “pecado original”, dogma de fe definido por el papa Pio IX, el 8 de diciembre de 1854. Tiene como pórtico las novenas que se prodigan en las iglesias parroquiales y conventuales, y la Vigilia de los jóvenes que contemplan a María como modelo del auténtico cristianismo. El primer día de la novena que celebramos en la parroquia de la Inmaculada y san Alberto Magno, quise recordar en la homilía unas palabras del cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española: “Hoy, más que nunca, necesitamos el consuelo de Dios”. Y evocando, la advocación de la letanía del rosario, “Consolatrix aflictorum”, “Consuelo de los afligidos”, quise recordar esos tres momentos del Evangelio, en los que María aparece consolando.
Primer momento: María “consuela” a su prima Isabel, con su “acompañamiento”, preciosa fórmula para “consolar” a nuestros hermanos en sus dificultades, debilidades y enfermedades.
Segundo momento: María “consuela” a los novios de las bodas de Caná, cuando tienen un grave problema porque “se les ha acabado el vino”. La Virgen nos enseña así, una segunda fórmula de “consolar”: Ayudar a solucionar problemas a nuestros hermanos.
Tercer momento: María “consuela” a los apóstoles, en el Cenáculo, tras la pasión y muerte de Cristo. Una tercera forma de “consolar” a los demás, alentándoles con nuestra fe y nuestra esperanza. Celebremos la Inmaculada, -en nuestra Diócesis, con el brillo de la ordenación de nuevos diáconos-, y contemplemos a María como “consoladora” maternal en nuestras aflicciones, angustias y pesares.
FAMILIA DE FAMILIAS
FAMILIA RUIZ MUÑOZ
«Como familia tratamos de que puedan decir: mirad como se aman»
Pedro Ruiz y Yolanda Muñoz, padres de dos hijos, pertenecen a la parroquia de San Nicolás de la Villa
¿Cuáles son los pilares de vuestra convivencia familiar?
Esta familia nació de dos jóvenes muy distintos, recién licenciados, que compartían su fe en Jesucristo, y que tenían claro que el proyecto de vida matrimonial que emprendían era la vocación para la que el Señor los había llamado. Desde el principio, pero sobre todo con la llegada de los niños, hemos tratado de que el respeto a cada uno y a su realidad fuese sagrado, respeto entre nosotros y a todos aquellos que se acercan a nuestra familia.
¿Qué resulta más complicado en la educación de los hijos en este momento social?
Quizá lo más difícil es centrarlos en lo verdaderamente importante en la vida, que son muy poquitas cosas, porque los inputs externos son muy fuertes (redes sociales, medios de comunicación, estilos de vida actuales…) y generan una gran dispersión en grandes y pequeños. Hemos tratado, desde que eran pequeños, de educarlos en la responsabilidad de hacer aquello que deben, y no aquello que quieren en cada momento.
¿Qué instrumentos tiene la familia de hoy para manifestarse cristiana?
Queremos que nuestro estilo de vida como familia y personalmente esté marcado por el Evangelio, y eso implica alegría, transparencia, acogida… ya que somos conscientes de que nuestra vida tiene que ser fermento y transformar las realidades en las que nos movemos cada uno y como familia; como familia tratamos de que puedan decir “mirad como se aman”, lo que no es siempre fácil.
La transmisión de la fe a los hijos es un reto para todos, ¿cómo lo hacéis vosotros?
Desde el comienzo de nuestra Iglesia doméstica hasta hoy, tratamos de aprovechar todo momento de la vida para trascender el puro acontecimiento, y tratar de ver cómo el
Señor se hace presente; para eso hemos compartido muchos momentos de reuniones en familia, de oración, de vivir el adviento y la cuaresma, con gestos que nos ayudan, de vivir la eucaristía dominical juntos (emociona cuando ya tan mayores nos vemos los cuatro juntos en el banco compartiendo la eucaristía.
¿Cuál es vuestra parroquia?, habladnos de vuestra vida en comunidad.
Siempre hemos tenido muy claro que no se puede ser cristiano por libre, sino que el seguimiento a Cristo tiene que ser en comunidad, ¡hasta Él mismo se buscó su comunidad! Por eso, como novios, estuvimos en un grupo jóvenes en San Nicolás, que acabó convirtiéndose naturalmente en un grupo de matrimonios y que ha marcado nuestra vivencia comunitaria como familia; también tiene peso en nuestra vida familiar la comunidad de San Hipólito, donde vivimos el crecer de la fe de los niños en nuestras misas dominicales de familia, con Rafael Porras y Luis Aparicio; y por supuesto, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Córdoba, en el que Yolanda madre está muy implicada y en el que también participamos a nivel familiar.
¿Cuál es vuestra aportación familiar a la Iglesia Diocesana?
Pues como familia y como individuos participamos de realidades eclesiales muy diversas, lo que es un verdadero privilegio: Pedro padre participa en actividades de voluntariado; Yolanda madre trabaja muy activamente en el MCC Córdoba; Yolanda junior ha participado desde hace tiempo en voluntariados, con las Adoratrices, en la parroquia de las Margaritas, y disfrutando con Pedro junior este año de la experiencia en pandemia del campamento de “Puerta Verde” en Santa Luisa de Marillac.
Fecha y lugar del matrimonio
19 de noviembre de 1994 en la parroquia de San Nicolás de la Villa
Número de hijos y edades
Yolanda de 23 años y Pedro de 21.
Un momento de vuestra historia familiar
Muchos, pero fue muy significativa la vivencia de la partida inesperada de la abuela Loli al abrazo definitivo del Padre.
Una actividad que comparte la familia en su tiempo libre
Tomar una cervecita juntos, ir a ver a los abuelos y viajar cuando se puede.
Qué cosas no dejáis de hacer juntos cada día
Bendecir la mesa, dando gracias por la vida, y procurar comer juntos para compartir cómo va la vida, más difícil cuando los niños no viven en casa (erasmus, máster…) y darnos besos cada vez que nos levantamos o acostamos
Qué lugar ocupan los abuelos en casa
Han tenido un lugar fundamental, por ser los primeros nietos de las dos familias; nos han ayudado mucho en su educación y la transmisión y vivencia de la fe y siguen haciéndolo.
¿Rezáis por algún sacerdote?
Por muchos, reconocemos que nuestra vida familiar ni sombra de la que es sin nuestros sacerdotes, que han acompañado nuestro camino, entre los que están muchos diocesanos, así como jesuitas y salesianos.