«El diálogo interreligioso desafía a una sociedad cada vez más polarizada y enemistada»
Entre el 13 y el 14 de febrero los jóvenes de tres religiones se reúnen en Córdoba en las II Jornadas Interreligiosas que acoge nuestra ciudad. El sacerdote Antonio Navarro interviene en este ciclo como delegado diocesano de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso y reflexiona sobre los riesgos del “respeto a la diversidad” y también de la “uniformidad impuesta” al tiempo que señala que el diálogo interreligioso requiere la implicación de los católicos
"En un mundo plural es imposible actuar como si el otro fuera un extraño", dice el Manifiesto "Espíritu de Córdoba", firmado por los participantes de la II Jornadas Interreligiosas, ¿tan difícil es cohesionar la pluralidad en un mundo interconectado?
Sí es difícil, y mucho. Se trata de una paradoja: todos nos damos cuenta de que la pluralidad es una riqueza necesaria y, a la vez, esta se puede convertir en fuente de conflicto. Los motivos son variados. Uno del que se habla poco es el “abuso de la pluralidad”, cuando se convierte en excusa para colar el mal y la mentira argumentando “respeto a la diversidad”. El mal, la violencia o la corrupción no son dignos de ser respetados. El reverso contrario a este abuso es pretender una “uniformidad impuesta”, convirtiéndonos en guardianes de la verdad suprimiendo la opinión del otro con intolerancia. O la abundancia de prejuicios, que encasillan las identidades diversas a la mía con generalizaciones.
¿El diálogo interreligioso figura en las “agendas” de las tres grandes religiones con suficiente intensidad como para comprometer a sus fieles en esta tarea?
Del lado católico, el magisterio de la Iglesia explica qué es el diálogo interreligioso y pide a los fieles que se impliquen en él. Sin embargo, hay que reconocer que ha calado en pocos católicos ya que no lo conocen, pero cuando oyen hablar de él, muchos se animan. Respecto al islam y judaísmo, hay instituciones que lo fomentan. A nivel de la masa social, por desgracia, ese diálogo se mira con desconfianza, frecuentemente no por motivos religiosos sino por intereses sociopolíticos que empañan la escena y obstaculizan las relaciones fluidas.
¿Es el joven de hoy más reflexivo y comprometido con su credo que antes? ¿Cómo percibe usted la búsqueda del sentido religioso entre ellos?
Antes la religión era un fenómeno generalizado, se daba por hecho, y hoy no es así. Ser joven y practicante es nadar contracorriente. Esto tiene consecuencias negativas, ya que este hueco se sustituye, con frecuencia, con materialismo y adoración a ideologías en las que se busca un sentido y una libertad que luego defraudan. Pero, por otro lado, este hecho favorece un compromiso más consciente con la propia religión: se requiere una espiritualidad arraigada para ir contracorriente, y una formación seria para responder a las preguntas que le vienen desde el ambiente. Sin romantizar el “ser pocos”, cada vez está más claro que los jóvenes creyentes son una minoría creativa, entusiasmada y entusiasmante, que puede tocar los corazones de una humanidad desilusionada y vacía. Un fermento en la masa.
La Iglesia pide a los fieles que se impliquen en el diálogo interreligioso
¿La juventud comprende mejor el diálogo interreligioso? ¿Cuáles son las principales dificultades que encuentra?
En el pasado la sociedad era más homogénea y algo “localista”, mientras que la nueva generación ha crecido en un mundo globalizado en el que la velocidad de la información y la interacción entre grupos humanos diversos se ha vuelto usual. Por eso suelen estar más sensibilizados con el diálogo a todos los niveles, también el interreligioso, pero no es un patrón absoluto. Se dan también, entre los jóvenes, fenómenos de fundamentalismo y prejuicios que los cierran ante el que no es como yo, más a nivel ideológico y político. El diálogo interreligioso es un ejemplo que desafía a una sociedad cada vez más polarizada y enemistada, animando a todos a buscar la verdad y la concordia, y hacerlo con escucha y apertura.
¿Qué espera de las II Jornadas interreligiosas que se celebran en Córdoba los días 13 y 14 de febrero?
No dudo de que los temas y contenidos que surgirán en ellas serán de gran interés y ojalá que, en el futuro, más grupos religiosos pudieran participar activamente. El principal fruto de estas Jornadas es el hecho de que se den, aunque los organizadores desearíamos que haya eco e incidencia en la sociedad, y ayuden a la superación de barreras y recelos.
“El principal fruto de estas Jornadas es el hecho de que se den, aunque los organizadores desearíamos que haya eco e incidencia en la sociedad, y ayuden a la superación de barreras y recelos”
¿Cómo es la juventud católica de Colombia?
La juventud católica colombiana está sedienta de una transformación de la Iglesia en Colombia. Es una Iglesia tremendamente mar-cada por la tradición que a veces termina rallando con el dogmatismo y para muchos jóvenes está perdiendo sentido. Seguimos las tradiciones solo porque son tradiciones y estamos sedientos de llenar de sentido nuestros símbolos católicos. A través de los movimientos juveniles las comunidades se crean en torno a esta necesidad de poder conectar y tener vínculos verdaderos con la gente que comparta lo que siento, porque aun-que estamos más conectados que nunca, muchos jóvenes se sienten tremendamente solos porque sien-ten que no tienen a alguien a quien contarle lo que están viviendo.
Las comunidades cristianas para los jóvenes terminan siendo un lugar de encuentro y eso le da sentido a la religión católica.