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Entrevista a Fernando Díaz Bajo y Pilar Gallego Coto

By 12 de enero de 2023818

“La precariedad en el trabajo es un signo de este tiempo”

El trabajo es escaso y precario, un condicionante, a veces, del desarrollo de los pueblos y las personas y un factor que determina cómo nos relacionamos. Esta es una realidad que nos circunda y que tiene múltiples lecturas desde el punto de vista económico y social.

Para la Iglesia el mundo del trabajo no es solo un ámbito de relación laboral sino el escenario donde se desenvuelven relaciones personales y familiares: “Las personas son utilizadas como instrumentos de producción y consumo cuyo coste hay que reducir al mínimo”, explica la HOAC, la Hermandad Obrera de Acción Católica, que, sin embargo, defiende que la persona es lo más importante de todo cuanto existe y sus posibilidades de vida dependen de su trabajo. Como cristianos, muchos cordobeses tienen en la HOAC su modo particular de expresarse como Iglesia y en estos días reciben la visita de su consiliario Fernando Díaz Bajo y su responsable de Difusión Pilar Gallego Coto

¿La precariedad laboral es mayor que nunca?

Fernando Bajo.- La reforma laboral ha revertido algunas de las condiciones objetivas de la precariedad laboral, pero sigue habiendo una precariedad existencial, en la medida de que el trabajo no llega  a ser el medio por el que la persona pueda acceder a una vida plenamente humana y pueda satisfacer las necesidades de la persona y de la familia. La precariedad sigue existiendo porque depende de unos condicionantes que muchas veces no controlamos y que muchas veces cambian. Vivir en esa precariedad no obedece a un cambio repentito, es un signo de este tiempo.

¿Cómo afecta al ser humano estas condiciones de trabajo?

Pilar Gallego.- estas condiciones de trabajo no le permiten ser una persona autónoma, ni  tener  relaciones personales estables; no le permiten mantener una vida familiar adecuada y poder compartir y todo el ámbito social se ve coartado porque no puede participar en asociaciones o grupos. Como el trabajo es el centro hay que recurrir sobre todo condiciona el resto de la vida y no puede desarrollarse como persona.

Ustedes dicen que las necesidades básicas de la persona: salud, educación, vivienda, descanso…, se han convertido en un lujo para muchos trabajadores y trabajadoras, y para quienes no pueden acceder a un empleo. ¿qué papel juega en este caso la formación y nuestro actual sistema educativo?

Fernando.- El sistema educativo lleva años lastrado por reformas que no terminan de abordar los problemas cruciales. En definitiva, se ha convertido en una herramienta al servicio de la productividad para aquello que nuestro mercado necesita, no para responder a la vocación de la persona y en su realización personal, para que en el ejercicio de esa vocación puedan aportar sus dones y capacidades a la construcción del bien común, sino que se atienden reclamo de producción de un sistema económico que busca una rentabilidad por encima de las personas. Determinados ámbitos de la educación como la  filosofía o las humanidades están postergados y eso condiciona la formación que se nos da porque se nos forma para ser lo que el sistema necesita: productores y consumidores.

¿Es el individualismo la causa principal del estado del mundo del trabajo?

Pilar.- Es la más importante porque se individualismo nos lleva  a encerrarnos en nosotros mismos, a mirar solo para mí y si acaso para mí y mi familia más cercana. Quiero solucionar mis problemas, sin importarme lo que a los demás les ocurra, a veces, porque mi necesidad es tan imperiosa que no puedo mirar alrededor. Eso va calando en la conciencia y todo el sentido comunitario y las relaciones se pierde porque solo pienso en lo que a mí me afecta, puedo conseguir o disfrutar. Ese individualismo está condicionado por este sistema de desarrollo que busca que las personas se aíslen y no puedan relacionarse con los demás y no puedan y hacer ese tejido asociativo que permite que busquemos soluciones.

¿Cómo trasmite la HOAC el tesoro de la fe en Jesucristo y su Evangelio?

Este año tenemos asamblea general, la celebramos cada seis años, pero por la pandemia se ha retrasado a ocho años. En esa última asamblea reformulamos de modo resumidas en cuatro claves esa manera de vivir la fe  evangelizar. Una de esas claves era acompañar la vida de las personas, en sus trabajos, en su realidad para con ellos cambiar la mentalidad que nos ayudara a ver que desde la fe esa realidad que habitamos y poder así trasformar esa mentalidad y las instituciones para que estén al servicio de las personas. Debemos hacernos visibles y hacer patente que otro mundo es posible mediante realidades alternativas; debemos crear y visibilizar que es posible para que las personas puedan ir entrando en esa otra posibilidad de vida. Es nuestra manera evangélica de posicionarse de la Hoac en este mundo. Hay maneras de abordar los problemas si lo hacemos desde la comunión y la fraternidad que, en palabras del Papa Francisco, “regenera nuestra dimensión comunitaria”, “nadie se salva solo”.

El cambio de nuestro mundo exige nuestra propia transformación personal. ¿estamos dispuestos?

Tenemos que ponernos en el camino de convencernos porque no hay otra manera. Desde el Evangelio no se nos pide otra cosa. El sentido de la comunidad es lo primero, cuidar de los demás y cuidar del lugar en que vivimos. No podemos vivir de otra manera, mucha gente está dispuesta y después de la pandemia se ha hecho visible: nos salvamos juntos salvando al planeta también. Tenemos que reducir nuestro modo de vida de consumo porque no se sostener y perjudica a otros.