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Primer aniversario de la beatificación de los mártires del siglo XX

By 21 de octubre de 2022806

En el siguiente artículo, el Director del secretariado diocesano de patrimonio Cultural recuerda aquel día, el altar efímero que presidió la celebración y carácter martirial del retablo de la Catedral de Córdoba.

EL ALTAR DE LOS MÁRTIRES

El 16 de octubre de 2021, hace ahora un año, se celebró solemnemente en nuestra Catedral la beatificación de Juan Elías y 126 compañeros, mártires de la persecución religiosa de los años 30 del pasado siglo. Una nueva y numerosa hornada de testigos que han venido a enriquecer la ya de por sí gloriosa historia martirial de nuestra diócesis.

La disposición del imponente altar efímero de los nuevos mártires, instalado en el presbiterio de la Catedral y amparado por el grandioso retablo de la Capilla mayor, incluía el tapiz oficial de la beatificación, bajo el que se colocó la urna de las reliquias. En dicha imagen figuran los nuevos beatos bajo un rompimiento de gloria, donde comparecen Jesucristo y algunos de los antiguos mártires cordobeses -entre los que se muestra San Lorenzo, que habría nacido en Córdoba, según una antigua tradición[1]-. El mural está felizmente inspirado en la obra del sacerdote y pintor cordobés D. Ángel María de Barcia (1841-1927)[2], y estaba enmarcado por los respiraderos del paso procesional de la Reina de los Mártires, perteneciente a la Hermandad con sede canónica en San Hipólito, también mártir. Verdaderamente, nada se dejó al azar.

Ciertamente, el retablo de la Catedral de Córdoba es martirial. Como es sabido, los grandes lienzos de Palomino representan, en el primer cuerpo, a los santos patronos de la diócesis, Acisclo y Victoria, ambos mártires de la persecución de Diocleciano. Y en el segundo cuerpo, a San Pelagio y Santa Digna -o Santa Flora-, que entregaron la vida durante la persecución islámica.

Pero no son los únicos santos mártires del retablo. Además de los apóstoles -todos mártires, salvo San Juan- que, admirados, rodean, en el gran cuadro del ático, el sepulcro de la Virgen Santísima durante su Asunción, también otras imágenes de mártires pueblan la majestuosa máquina ideada por el hermano Alonso Matías.

En efecto, entre sus numerosas esculturas figuran otras dos pequeñas representaciones de mártires cordobeses de época islámica, San Luis y Santa Flora, que escoltan el tabernáculo. Sobre ellos, las dos grandes efigies que flanquean el segundo cuerpo representan a San Pedro y San Pablo, obras de Pedro Freile de Guevara, y también las figurillas que coronan la cornisa del majestuoso templete que hace las veces de manifestador, muestran a diversos apóstoles, la mayoría de los cuales, como ya sabemos, fueron asesinados por predicar la fe católica.

De este modo, la ceremonia de beatificación del pasado noviembre permitió reunir en un solo lugar, el más importante y sagrado de la Catedral, aquél donde nuestro obispo preside la eucaristía y donde se asienta su cátedra, la representación de las tres grandes etapas martiriales de la historia de nuestra diócesis: romana, islámica y del siglo XX. Pero, además, los nuevos beatos cordobeses estaban escoltados por los apóstoles, también mártires, y especialmente, por las imponentes figuras de San Pedro y San Pablo que, al ser columnas de la Iglesia, se veneran en la ciudad de Roma como patronos principales. Todo un repertorio martirial que nos recuerda que estamos constituidos como Iglesia particular, ciertamente, pero en estrecha, efectiva y afectiva comunión con la sede apostólica. Por eso, la presencia del Nuncio de su Santidad, que aquél 16 de octubre presidió la solemne celebración eucarística en nombre del Papa Francisco, vino a ratificar, una vez más, que nuestra Iglesia de Córdoba es católica, apostólica, romana… y martirial.

[1] Fernández Dueñas, Á., «Las reliquias de los Santos Mártires de Córdoba: revisión y comentarios», 2004, 221. https://helvia.uco.es › xmlui › handle › dueñas26
[2] https://dbe.rah.es › angel-maria-de-barcia-pavon.

Villaralto

La Parroquia San Pedro Apóstol de Villaralto celebró el primer aniversario de la Beatificación de los mártires del siglo XX con una eucaristía, presidida por Javier Solaz, en la que recordaron especialmente a los Beatos Isidoro e Isidra Fernández, matrimonio de la localidad que murió defendiendo su fe durante la persecución religiosa en la diócesis de Córdoba entre 1936 y 1939.