El Archivo de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba recoge como el Emperador Alfonso VII, después de dividir el Reino entre sus hijos, “formó un gran ejército de caballeros y gente de armas, tan grande que era capaz de infundir miedo a quien se le enfrentara”. Según cuentan las crónicas, Alfonso VII llegó a Córdoba y “estando aún en las cercanías el Príncipe Ibn Ganiya, señor de la ciudad, le entregó las llaves de la ciudad y se convirtió en su vasallo. De inmediato, D. Rimundo, primado y Arzobispo de Toledo, a quien acompañaba el Emperador Alfonso VII, entró en la ciudad y, juntos, se dirigieron a la Mezquita Mayor. D. Raimundo celebró la Santa Misa y el canto de las horas litúrgicas, según costumbre de la Santa Madre Iglesia. Era el 18 de Mayo de 1146.”
Desde ese día, se ha celebrado la Eucaristía todos los días y se ha celebrado el oficio divino en la Santa Iglesia Catedral.