Casado con 6 hijos y 15 nietos, su vida y la de su esposa Marieli, ha estado siempre ligada a la Iglesia. Llegó a la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis con el deseo de colaborar aún más en el proyecto de Jesús de crear un mundo nuevo de fraternidad y de liberación. “Pronto se convirtió en un pilar del voluntariado, destacando por su disponibilidad absoluta en el servicio a los privados de libertad, incluso en los últimos años en que su salud se vio muy comprometida”, aseguran los compañeros de este fiel que supo ver a Cristo entre los privados de libertad.