Francisco Javier Nguyen Kham, «Paco» y José Trieu Thanh Quy, «Pepe»
Paco y Pepe, dos seminaristas vietnamitas que han estado en el Seminario de Córdoba durante cuatro años, se despiden de nuestra tierra y vuelven a su Seminario para terminar sus estudios. Reconocen que su experiencia en la Diócesis ha sido única y agradecen la labor de su obispo, D. José, y de monseñor Demetrio Fernández para que haya sido posible, sin duda un regalo de Dios que les ha permitido conocer una nueva cultura y vivir en fraternidad sacerdotal con muchos hermanos cordobeses
Francisco Javier Nguyen Kham, «Paco»
¿Por qué llegaste al Seminario “San Pelagio”?
Mi obispo, D. José, y D. Demetrio se conocieron en Roma y D. Demetrio pidió a D. José algunos seminaristas para que vinieran a estudiar a Córdoba y mi obispo me eligió. He estado en Córdoba cuatro años, estoy en sexto curso y vuelvo a mi país próximamente.
La formación sacerdotal tiene dos facultades; la primera, filosofía, y segunda, teología. Yo terminé la primera en mi seminario en Vietnam y aquí en Córdoba solo estudio teología.
¿Cómo valoras la experiencia vivida en Córdoba?
Personalmente ha sido una experiencia muy bonita y no quiero “hacer la pelota” pero la gente es muy abierta, muy generosa, hospitalaria, amable y también muy bromista y eso me encanta.
Nuestra cultura es totalmente diferente a la tuya ¿Qué es lo que más te costó asumir de nuestra forma de ser?
Me costaron un montón de cosas. Cuando llegué aquí no entendía el idioma; la temperatura; la comida; las costumbres; la cultura; el horario. Todas esas cosas son distintas en mi país. Yo viví un “choque” pero poco a poco, con la gracia de Dios y la ayuda de D. Demetrio, los formadores del seminario y los seminaristas, me he acostumbrado y ahora me encanta.
La comida, por ejemplo, me encanta. Al principio todo era distinto para mí, no podía comer salmorejo ni gazpacho pero ya me he acostumbrado.
¿Qué te llama la atención de nuestra forma de ser Iglesia?
Cada Iglesia particular en cada continente es distinta. En España generalmente la Iglesia es muy antigua, desde que Santiago vino aquí para evangelizar hasta hoy hay mucho que aprender. Por otro lado, las catedrales y las parroquias son bonitas, especialmente la catedral de Córdoba. En el Seminario tenemos una asignatura que es la historia de Córdoba porque es una ciudad histórica.
¿Cómo es la Iglesia de vuestro país?
En mi país la Iglesia es muy joven, hasta el siglo XVI no hay catolicismo, a partir de entonces llegaron misioneros europeos, de Francia, España e Italia a evangelizar. La fe es muy fuerte, por ejemplo, en mi parroquia y en otras muchas los niños van a misa diaria a las cinco de la mañana. Los domingos puede haber en mi parroquia hasta mil niños.
Ya hay libertad de religión en Vietnam, no hay persecución pero aún sigue siendo difícil, no hay colegios católicos pero los habrá en un futuro.
¿Cómo nace tu vocación?
Cuando era niño deseé muchas cosas, quería ser médico pero tenía miedo de la sangre. Luego quería ser cantante pero canto mal y también lo descarté. Cuando terminé Bachillerato entré en la Universidad y el segundo curso conocí a un sacerdote y me invitó a participar en unos ejercicios espirituales, le pregunté: ¿eso qué es? Y me explicó que se trataba de estar una semana en silencio, delante del Señor rezando. Le dije: yo no puedo estar una semana en silencio. Me convenció y me resultó una semana divina. En esa semana en silencio escuché la llamada de Dios, descubrí mi vocación y seguí hasta ahora. Lo más importante es que estoy contento.
¿Cuál es el mejor recuerdo que te llevas de nuestra Diócesis?
Personalmente me llevo la fraternidad sacerdotal y, como dijo D. Demetrio en una homilía, la amistad no termina cuando yo vuelva a Vietnam, durará año tras año para toda la vida. También la fraternidad sacerdotal me ayuda mucho en el futuro, si Dios quiere cuando sea sacerdote, necesito aprender más de los sacerdotes mayores, de su experiencia y sabiduría.
También nosotros nos ayudamos mutuamente, cuando un sacerdote tiene dificultades otro compañero le ayuda. Por eso la fraternidad es esencial.
Francisco Javier Nguyen Kham, «Paco»
¿Por qué llegaste al Seminario “San Pelagio”?
Para mí fue un honor llegar a Córdoba y le doy gracias a Dios porque me eligió para venir, también a mis superiores. D. Demetrio y D. José son amigos desde hace muchos años y fruto de esa amistad estoy yo aquí para experimentar la vida sacerdotal.
¿Paco y tú eráis compañeros de seminario en Vietnam?
Sí, estábamos en el mismo curso y al igual que él llevo cuatro años en Córdoba.
¿Cómo valoras la experiencia vivida en Córdoba?
Para mí es como una aventura de Dios en mi vida con muchas cosas bonitas y también alguna dificultad. Pero sobre todo en estos cuatro años Dios me ha enseñado a ser un buen sacerdote y estoy contento. En este seminario me siento protegido por la Iglesia de Córdoba y experimento la universalidad de la Iglesia en todo el mundo.
¿Qué fue lo que más te costó asumir cuando llegaste a Córdoba?
Además de la cultura, a mí lo que más me costó fue la comida y el idioma. Recuerdo que el día que llegué no entendía nada y solo podía hablar con mis compañeros en inglés. El primer mes no podía dormir bien. La comida es muy distinta a la de mi país pero me he acostumbrado, me encanta la tortilla de patatas y el jamón ibérico.
¿Qué es lo que más te llamó la atención de nuestro modo de ser Iglesia?
La Iglesia de Córdoba ha celebrado un encuentro sobre sinodalidad, un sínodo que está viviendo la Iglesia en todo el mundo. Para mí es un tiempo de gracia, es la comunión, misión y participación, que es el lema de la sinodalidad. Cada Iglesia tiene su aspecto especial pero sobre todo tenemos la misma fe en Cristo.
La Iglesia existe para evangelizar. Recuero los dones teologales, la fe, la caridad y el amor, el último es caminar juntos.
¿Es muy diferente la Iglesia vietnamita de la española?
Sí, la principal diferencia es cómo practica la fe. La fe es la misma para todo el mundo y todas las épocas, todos los rincones del mundo practicamos la misma fe pero la manera de expresarla es distinta. Por eso yo hablo de la cultura de la Iglesia, porque en mi país empezó en el siglo XVI con los misioneros jesuitas franceses y se ha prolongado hasta nuestros días. Yo vivo en la Diócesis más poblada de Vietnam, de los tres millones de habitantes de la provincia un millón son católicos. Hay muchos católicos practicantes en la Iglesia de mi país, que además es una Iglesia con feligreses muy jóvenes.
De la Iglesia de Córdoba me gusta mucho la tradición porque es muy rica, me gustan mucho las procesiones de Semana Santa. La riqueza de España viene de la tradición católica.
¿Cómo comenzó tu vocación?
Mi padre es converso, era budista y cuando se casó con mi madre se bautizó y se convirtió al catolicismo y como curiosidad actualmente mi padre es más religioso que mi madre, que tiene su tradición cristiana desde su origen. Mi padre me enseñaba, desde su fe sencilla, como buena persona y sobre todo buen cristiano. Creo que mi padre ahora es más feliz desde que entré al seminario con diecinueve años, hace ya once años.
¿Cuál será el recuerdo que te lleves en el corazón de Córdoba?
Recuerdo muy bien la peregrinación a Guadalupe, donde no solo compartimos la fe con los seminaristas y sacerdotes, sino también con los jóvenes. En esta generación no hay muchos jóvenes que vivan la fe y yo, que también soy joven, quiero compartir con ellos mi fe y cómo experimento el amor de Dios en mi vida.